Aristóteles:
–Um , no mires ahora, pero un bombón se dirige hacia nosotros con una mirada determinada en sus ojos–, dijo Diego.
–No lleva un arma, ¿verdad?.
–¿Cuál es tu definición de arma?– Diego preguntó sugestivamente.
–Del tipo letal–. La intriga que escuché en la voz de mi asistente me hizo sentir curiosidad, así que miré hacia arriba para ver la situación.Mi respiración se atascó en mi garganta cuando miré a los familiares ojos oscuros. –No me lo creo–. Tenía que estar soñando, pero mi corazón acelerado me dijo que era real. El destino no sería tan cruel conmigo. Le entregué mi cámara a Diego antes de dejarla caer.
Mis obligaciones fueron temporalmente olvidadas mientras caminaba hacia Cuauhtémoc con una risa alegre saliendo de mí. Abrió los brazos de par en par y aterricé con fuerza contra su amplio pecho. Rodeé su cintura con mis brazos al mismo tiempo que esos fuertes brazos se envolvían alrededor de mis hombros.
–No puedo creerlo–, dijimos al mismo tiempo y luego nos reímos como lo hacíamos cuando éramos niños. Y si eso no fuera suficiente, ambos dijimos, –Hola.
–Está bien, ahora se está poniendo ridículo–, bromeé.
–Lo que es ridículo es que me ha llevado más de dos décadas verte de nuevo–, respondió Cuauhtémoc.Me aparté lo suficiente para mirar la cálida mirada y la sonrisa de bienvenida de Cuauhtémoc. Cerré los ojos contra las emociones que crecían rápidamente y que amenazaban con consumirme y robarme la capacidad de hablar.
Presioné mi frente contra la suya y dije:
–Han pasado demasiados años, pero mi corazón te reconocería en cualquier lugar, Temo–.
–Como el mío–, dijo Cuahutémoc con voz ronca. Se río entre dientes y luego se apartó un poco de mí. –Quizás debería haberte pedido permiso para abrazarte en lugar de atacarte–.
–Prácticamente me lancé a tus brazos, así que obviamente recibí con agrado tu enérgico saludo.El resto del mundo fue casi olvidado mientras estábamos allí mirándonos a los ojos y sonriendo como matones. Nada se había sentido tan bien desde la última vez que Temo me sostuvo en sus brazos y lentamente me hizo girar alrededor de ese salón de clases vacío. Jesús, esperaba que nuestra despedida fuera mucho más dulce que la última vez.
–Um, perdón–, dijo Diego detrás de mí. –Odio terminar con esto, pero los novios tienen una recepción a la que asistir.
Cuauhtémoc bajó los brazos a regañadientes. Me volví para mirar a mi asistente sin poner demasiado espacio entre nosotros. Quería sentir el calor de su cuerpo irradiando de él a pesar de que estaba a veinticinco grados. Lo encontré reconfortante y familiar, no sofocante. Acabo de encontrar a Temo de nuevo y no podía soportar la idea de separarme de él.
–Oye, ocúpate de lo que necesites y nos veremos más tarde. Eso es si quieres, quiero decir –, agregó Cuauhtémoc sonando inseguro.
–Lo hace–, dijo Diego.
–Lo hago–, confirmé. Diego se quedó mirando expectante entre nosotros dos. Me di cuenta de que quería una presentación, pero decidí torturarlo un poco más. –Estaré atado durante la próxima hora más o menos, pero puedo quedar contigo para cena después.–Suena genial. ¿Dónde quieres que nos encontremos?.
–Hay un restaurante llamado Jenn's justo al final del camino–, señalé hacia el muelle. –Hace la lasaña más increíble con albóndigas caseras en rodajas entre las capas–. Miré mi reloj y vi que eran casi las cuatro y media. –Estoy pensando a más tardar a las seis y media, pero puedo enviar un mensaje de texto o llamar si termino antes.
–Suena perfecto–, dijo Cuauhtémoc.Intercambiamos números de teléfono y nos abrazamos una vez más. Ninguno de los dos quería soltarse, así que nos abrazamos con fuerza hasta que Diego se aclaró la garganta con impaciencia. Sin pensar, presioné mis labios contra los de Temo para darle un breve beso.
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Segundo Aire •|| Aristemo
FanfictionAristóteles y Cuauhtémoc saben que el amor y la vida no se pueden definir solo con palabras. La paciencia, el compromiso y la determinación de hacer lo que sea necesario será la única forma en que los dos hombres logren su felicidad para siempre. Co...