Capítulo 14

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Cuauhtémoc:

–¿ Hay algo que necesites de su hotel?– Ari preguntó después de que dejamos el restaurante. Parecía que no esperaba que volviera pronto a mi habitación.

Lo miré con una ceja arqueada.

–Eso sonó bastante atrevido, ¿no?– Inclinó la cabeza hacia atrás y se rió, pero eso no disimuló su nerviosismo. –Azul me dijo que te agarrara con ambas manos y no te soltara–. Maldita sea, eso me sonó bien .
–Pero te quiero en mi casa porque usted quiere estar allí y por ninguna otra razón.
–¿Azul sabe que estoy aquí?–
–Gracias a Diego–. Ari procedió a contarme que Diego llamó a Azul por el flaco cuando se negó a divulgar nada sobre nuestro pasado. –Tengo que recordarle al menos tres veces al día que soy el jefe y no al revés.
–Él realmente debe preocuparse por ti–. Solo vi curiosidad en los ojos de Diego cuando me miró en el muelle, no los celos de un amante o alguien que quería ese papel en la vida de Aristóteles
–Lo hace–, asintió dijo Ari. –Algunos podrían decir que se preocupa demasiado por mí–. Entonces se dio cuenta de cómo sonaba eso y negó con la cabeza. –No de una manera sexual o de relación–, aclaró rápidamente. –Más bien piensa que necesito una madre, como si mi
hermana no hiciera lo suficiente de eso. Luego está Mateo.
–¿Quién es él?– Vaya, sonaba todo gruñido.

Ari se detuvo frente a un elegante todoterreno gris marengo y se volvió hacia mí.

–Me gusta esta cosa de arrastrar los nudillos que tienes.
–Lo siento, no tengo derecho a actuar como una bestia posesiva–. Sin embargo, quería lo correcto.
–Mateo es el marido de Diego–, explicó Ari mientras presionaba un botón en un llavero para abrir las puertas. –Tiene un amigo que creó una aplicación de citas para hombres homosexuales que están interesados en relaciones reales y no solo en encuentros.
–Suenan como Phee–, bromeé. Fue el turno de Ari de levantar una ceja. –Ella también ha estado tratando de concertar citas conmigo–.

Ari encendió el auto y dijo: –Ustedes deben tener una relación realmente especial. No estoy seguro de poder tratar de arreglar a un ex con otra persona –. Inclinó la cabeza hacia un lado durante un minuto. –Pensándolo bien, lo intenté recientemente.

–Ofelia es mi mejor amiga y la madre de mis hijos. La quiero mucho. Simplemente no podía amarla como se merecía. No importa cuánto lo intenté, me sentí como un fraude. Conoció a alguien que realmente la hace feliz y quiere lo mismo para mí.
–Eso es genial, Temo–, dijo, saliendo de su espacio de estacionamiento.
–Entonces, ¿qué pasa con esta aplicación? No creo haber oído hablar de eso.
–Está en la fase de prueba de desarrollo. Hay alrededor de mil conejillos de indias en Chicago o sus alrededores que están probando esta maldita cosa –, expliqué.

–¿Tú eres uno de ellos?– No tenía derecho a decepcionarme. No era como si me hubiera guardado para él todos estos años. –¿Cómo te está funcionando?.
–Horriblemente–, admitió Aristóteles. No debería haber estado tan feliz por su miseria. –Les dije que ya no lo haría. Dios bueno.– Procedió a contarme sobre las conversaciones que ha tenido con Mateo Symanski, en qué estaban pensando sus padres, y los desarrolladores.

–Lo juro por Dios, prefiero morir como un hombre solitario que confiar en esa aplicación para encontrar al hombre adecuado para mí.

Quería decir que yo era su Sr. Correcto. Pero eso era ridículo, no nos habíamos visto en mucho tiempo y probablemente ambos habíamos cambiado mucho. Claro, la atracción estaba tan caliente como siempre, pero yo no era un niño travieso que buscaba salir.

Incluso si nuestra conexión emocional era tan fuerte como siempre, viví y trabajé a casi dos mil millas de distancia. La realidad de la situación entro sigilosamente y estalló mi burbuja de euforia.

Segundo Aire •|| AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora