Capítulo 21

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Aristóteles:

Me desperté y me encontré solo en la cama, y por una fracción de segundo, entré en pánico pensando que había soñado que Cuauhtémoc se había quedado dormido a mi lado. La niebla desorientadora de un sueño profundo se disipó lo suficiente como para sentir su cercanía, o tal vez fue el bajo retumbar de su voz mientras hablaba con Brutus lo que me hizo sonreír y sentarme en la cama.

–¿No es la cosa más bonita, Brutus?– Temo le preguntó a mi ... su ... perro. Brutus había dejado bastante clara su elección de maestro cuando comenzó a seguir a Temo a todas partes. Al principio, dije que era porque
Temo estaba más en casa, pero me di cuenta de que se suponía que Brutus le pertenecía tanto como yo. Al parecer, no fue suficiente que se robara el cariño de mi sobrina, también tuvo que robar a mi perro. –Es tan
silencioso y puro como cubre la tierra–.

–Hasta que se vuelve gris por los contaminantes–, dije con ironía. Había vivido en Chicago durante mucho tiempo, pero nunca me había adaptado a los inviernos. Quería acurrucarme hasta la primavera, pero a Brutus y Temo les encantaba jugar en el frío y la nieve.

–¿Dijiste que todavía no has vendido tu condominio en San Diego? . Temo me miró por encima del hombro y la luz de la luna que entraba por la ventana resaltaba la sonrisa irónica que se extendía por su rostro.
–Oh, ¿ahora no estás enojado porque todavía lo tengo?.

Fue nuestra única discusión durante las pocas semanas que habíamos vivido juntos. Lo vi como la red de seguridad de Temo en caso de que las cosas no salieran bien entre nosotros. Después de superar su conmoción
por mi falta de fe en nosotros, explicó que era solo para fines comerciales. Me sentí como un completo imbécil cuando comenzó a explicar las leyes relativas a los corredores y la gestión de las licencias de los corredores.

Él y Phee necesitaban que su abogado les asesorara sobre cómo el hecho de que Cuauhtémoc se mudará permanentemente a Illinois afectaría su empresa. Me sentí como un completo idiota cuando se ofreció a renunciar y vender su condominio. Por supuesto, no quería que renunciara a la empresa que construyó con Phee. No hubo cantidad de maquillaje que me hiciera sentir mejor por mi mezquindad, pero su broma alivió la tensión que se había apoderado de mis hombros ante el recuerdo de mi estupidez.

Aparté las mantas y me acerqué a la ventana. Envolviendo sus brazos alrededor de mí, Temo me empujó hacia atrás contra su pecho y besó la piel sensible detrás de mi oreja mientras yo veía caer la nieve. Quizás fue un poco bonito.

–Phee dijo que quería que fuéramos de visita durante la temporada navideña. Nos perdimos el Día de Acción de Gracias, así que eso deja Navidad o Nochevieja –, dije. –Tengo el resto del año libre ...–

Las manos de Temo comenzaron a moverse por todo mi pecho desnudo mientras presionaba su creciente erección contra mi trasero. En cuanto a las técnicas de distracción, funcionó jodidamente bien. Brutus, el perro más inteligente del planeta, regresó a su cama en el piso junto a la nuestra. Probablemente sintió lo que estaba a punto de suceder y estaba feliz de que dejáramos de dejarlo fuera de la habitación. Todo eso cambiaría si sintiera su fría nariz presionada contra mi trasero desnudo una vez más.

—Pon tus manos contra el cristal de la ventana —susurró Temo con voz ronca contra mi oído. –Quiero hacerte el amor a la luz de la luna con la nieve cayendo a nuestro alrededor como si estuviéramos dentro de una bola de nieve mágica–.

Gemí y empujé mi trasero contra él porque sus palabras y su toque me aceleraron, alimentaron mi alma y crearon una imagen tan vívida en mi mente como la que vería mirando a través de mi cámara.

–¿Y los vecinos?– Pregunté, aferrándome a lo que quedaba de mi lucidez. –No soy un exhibicionista–.
Un gruñido posesivo retumbó bajo y lento fuera de él. –Nunca dejaría que nadie nos mire–, dijo Temo en voz baja. –Llevo aquí al menos veinte minutos y no hay movimiento ni luces encendidas en las casas de piedra
rojiza del otro lado de la calle. Las cortinas aún están corridas y no se han movido. Son las dos de la mañana, todos son lo suficientemente inteligentes como para estar dormidos –.
–Suenas como si hubieras estado pensando en esto por un tiempo–, le dije a Temo. –¿Has estado parado aquí pensando cosas sucias sobre mí?–
–Quiero hacerle las cosas más sucias a tu cuerpo mientras la luz de la luna nos bendice–.
–Eso suena casi espiritual–.
–No soy un hombre religioso, pero tengo fe–, me dijo Temo, hundiendo los dedos en la cintura de mi ropa interior lo suficiente para burlarse de mí. —Alguien te trajo a mi vida dos veces, Ari. No creo que sea una
coincidencia; Es el destino. Tu corazón puro es mi religión y tu cuerpo es mi templo donde me arrodillo y adoro. Nadie me convencerá jamás de que mi amor por ti está mal, ni me robará el placer de unir nuestros
cuerpos –. Finalmente deslizó su mano hacia abajo para agarrar mi dolorida polla mientras cubría mi corazón con la otra. –El cielo en la tierra está aquí en mis brazos–. Me derretí contra él, aplastando mi trasero contra su erección. –Me haces un creyente, Aristóteles. Te amo demasiado, maldita sea.

Segundo Aire •|| AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora