Capítulo 16. [ET]

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Esto es malo... dijo mientras veía los dos cuerpos tirados.

— ¿Qué es malo, que hayas sido la primera persona que haya llamado o que estén las dos personas que más odio aquí, de seguro, muertos? -preguntó con ironía.

El fin de semana había empezado, con eso la investigación, de nuevo. Rubén estaba más que contento de saber que el ambiente en donde trabajaban era más tranquilo, y que la chica que hostigaba, según él, a Mangel había desaparecido de la nada. Todo volvía a la normalidad.

— ¿Cuánto nos falta? preguntó algo cansado.

Supongo que poco, ya no he encontrado algo era más reciente volteó a ver a su reloj que marcaba las tres de la tarde exactamente. Solo falta pasarlo a computadora y creo que acabamos.

Mangel asintió con la cabeza y se quedaron en silencio unos minutos hasta que de nuevo, el menor lo interrumpió.

— ¿No creeh que todo esto es raro? ¿Los suicidios? ¿Justamente en este lugar?

—Ya que lo ves así. Creo que sí se quedó pensando en el comentario del andaluz para después encogerse de hombros.

Los dos le restaron importancia y siguieron trabajando.

↔  

Ana era una mujer muy limpia, le gustaba que todo estuviera en orden y por eso cuando se molestó cuando el padre de Mangel llegó y dejó todos sus papeles regados en toda la sala.

—¿Ahora qué pasa, eh? —preguntó mientras hacía un poco de té.

—El trabajo... creo que me está matando —dijo y se dispuso a recostarse en el sofá.

—No te esta, ya te mató —contestó y se acercó a recoger sus cosas—. Necesitas un descaso... un gran descanso. Haz trabajado mucho.

Enfatizó en la última palabra para después escuchar el sonido de la tetera y corrió a apagarla.

—No te burles de mi trabajo, nos está dando una casa y nos da de comer. Pero tienes razón de tomarme un descanso.

—Ya veras, empieza desde hoy —le propuso y le dejó de una taza en la mesita de centro y se fue a la cocina por la suya— Pon de nuevo tu vida, invita a salir a chicas, sal con Miguel, haz cosas que te gusten aparte de trabajar.

Cuando volvió con su taza y antes de tomar un pequeño sorbo, a su acompañante se le ocurrió una idea.

—¿Y si salimos? —le dijo— Ya sabes para "poner de nuevo mi vida".

Ana se ahogó con el té que tenía servido y hasta se quemó. Cuando se recuperó contesto nerviosa.

—¿Pero qué dices?

—Solo nosotros dos, como una cita, ¿aceptarías?

  ↔  

Rubén terminó de comer y volteó a ver a Mangel, estaba recargado en la palma de su mano y vio que todavía le faltaba bastante y que en todo el tiempo que estaban "comiendo" no la había tocado.

— ¿Pasa algo? —preguntó el ojiverde mientras veía como se enderezaba.

—¿Qué? No no, ¿Por qué?

—Te veo muy distraído, enserio, ¿algo pasó? ¿Qué tienes? —acercó su mano y tomó muy despacio la de Mangel. Este solo se sorprendió pero no se movió.

Estaban en un pequeño restaurante del cual no sabían cómo se llamaba, pero estaba cerca del hotel y la verdad a ninguno se le había antojado comer ahí. Justo antes de responder, empezó a sonar el celular de Rubén.

Era su madre.

— ¿Hola?

— ¿Rubén?

Hola mamá respondió indiferente y ella lo capto enseguida, entristeciéndose.

— ¿Cómo estás? ¿Cómo te le estas pasando con la familia de Mangel?

¡El campamento! de no haber dicho eso, seguramente Rubén habría arruinado todo. Un pequeño titubeó salió de sus labios al contestar y su madre se preocupó.

— ¿Todo bien? preguntó una vez más y su hijo solo rodó los ojos por ser tan idiota como para hacer eso.

Sí, solo que estábamos a punto de empacar, quizá mañana regresemos.

Eso emocionó a su madre quien contenta, preguntó .

— ¿A qué hora regresan? Ya quiero que estés aquí. Rubén te extraño, siento todo lo que paso en ese momento se quitó el enojo que tenía Rubén y se reemplazó por un reproche horrible de haber tratado así a su madre.

Quizá en la mañana, no estoy seguro. ¿Ha salido de casa? ¿Cómo estás tú?

— ¿Yo? Estoy muy bien, y no, no he salido de la casa, me han dado espasmos y le llame al doctor, me dijo que era normal pero que me quedara en casa.

Está bien, lo único que te pido es que le hagas caso a él y que si pasa algo me llames, ¿Vale? Me tengo ir, pero mañana te marco dijo y su voz se suavizó—. Te quiero mamá .

Yo también Rubén. Y enserio, lo siento mucho, por todo.

Ya no importa, adiós.

Adiós.

Habitación 163. (Rubelangel) EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora