Capítulo 15. [ET]

1.1K 99 9
                                    

¿Dónde estoy? preguntó mientras trataba de quitarse la mirada a Alicia de encima.

¿Acaso no vas a preguntar que me ha pasado a mi? ¿Cómo estoy, si quiera? preguntó mientras quitaba sus manos de la cara de Mangel y se levantó, rodando los ojos con desesperación.

Eso aparte de dejar a Mangel en completa confunsión, lo dejó con una laguna en su mente, ¿Cómo había salido de su habitación? ¿Qué hacían ahí?

¿Cómo estaba Rubén?

¿Me vas a decih que pasa aquí? ¿Por qué estoy amarrado? ¿acaso me secuestraste?

Calma cariño... dijo, levantándose—. Te voy a decir algo, pero es un secreto, ¿vale? Se supone que tenias que creer que nos había pasado algo, y así yo te decía algo falso y bla bla bla con sus manos hizo círculos y exageró las ultimas palabra con énfasis. Pero eres muy inteligente al parecer. Esto será rápido y te explicaré lo que harás, te vas, me voy y todo resuelto.

¿De que cojones me hablah...?

¡Déjame terminar! gritó Harás lo que te diga si no quieres poner en riesgo la vida de tu novio o lo que sea. Llevas aquí sedado mucho tiempo, ya te inyecte algo si como... un calmante. Al parecer, ya supiste de que... tú madre murió por culpa del padrastro de tu mejor amigo, ¿no?

Mangel tragó saliva y sintió sus músculos tensarse.

— ¿Qué sabes tú de todo eso?

—Las cámaras de la habitación —respondió sin mucha importancia—. Desde que pasó lo de la chica suicidándose, acordaron en poner cámaras de seguridad adentro.

Su expresión cambió después de eso.

—Lo que pasa aquí es que, tu amigo, tu jodido amigo arruinó toda mi vida guardó silencio, cerró los ojos y respiró profundamente para tranquilizarse—. Así que yo también lo puedo hacer y estás tú aquí por una razón.

Yo no quiero hacerle daño a él...

—Y yo no te estoy preguntando. Mira, yo en este momento puedo ir a matarlo, así de fácil. Agarró mi bolso, cargo mi arma, voy, le disparo y asunto terminado. Pero no me gusta que las cosas acaben tan... fáciles, me gusta ponerle difícil las cosas y tú lo harás o lo haré yo por ti. Y créeme que no te gustará.


El sonido de la puerta abriéndose despertó a Rubén rápidamente haciendo que se sintiera muy mareado, se vio cara a cara con Mangel quien mantenía una mirada gélida y fría. ¿Qué le pasaba a él ahora? Rubén se confundió y bajo la mirada los más rápido que pudo por inercia. No podía saber que estuvo llorando, mucho menos si estaba llorando por él.

— ¿Qué quieres? —pregunto tratando de sonar lo más normal que pudo aunque no fue así, sonaba más que molesto, triste.

—Te quiero a ti —dijo acercándose peligrosamente al rostro del ajeno, con su mano subió cara de Rubén y vio unos ojos verdes fuerte que lo atraparon una última vez. Mientras tanto en el interior de Rubén solo se quedaba más confundido, tenía tantas emociones acumuladas que sabía que no tardarían en salir— fue muy tonto irme sin avisarte nada y lo siento mucho. Yo quiero... quiero que me perdoneh, ¿podríah hacerlo?

Rubén asintió rápidamente haciendo que una oleada muy ligera se alojara en él cuándo sintió la mano de Mangel en su mejilla. ¿Dónde se había ido todo el coraje que le tenía a él y su estúpida amiga?

En cuanto pensó eso, su tristeza volvió.

— ¿Qué hiciste con... Alicia? ¿Así se llama?

—No pasó nada si es lo que tratah de decir —dijo Mangel mientras rodaba los ojos y aparecía una sonrisa de medio lado— solo fuimos a comer.

—Ah... —y es que aunque quisiera sonar despreocupado, sin remordimientos. No podía, así es como salía su voz, en un hilo, como si le hubieran quitado el aire.

—Rubén yo te quiero a ti —así de fácil y sencillo, Mangel lo había saltado como si le valiera lo que le había pasado.

— ¿Qué dices? —preguntó mientras lo veía encarnando una ceja.

—Te quiero —se acercó a él estampando sus labios contra los de su amigo.

Posó una de sus manos en la parte trasera de la cabeza de Rubén, profundizando el beso un poco más.

Cuando Rubén se separó lentamente y sonrío mientras todos los colores indundaban su cara.

—T-tenemos que dormir, al parecer te fuiste todo el día —dijo y bajó de nuevo la mirada.

—Puedeh dormir conmigo...

¿Cómo Rubén podía ser tan débil de dejarse ir así como así? 0

—Simplemente me enamora... —susurró mientras lo veía yendo al baño.

Él se tocó los labios y sonrío como un tonto.

—Tú y tu carácter... no lo sabes controlar. Puedes llegar a lastimar personas. Eres la persona más amable pero te puedes convertir en un asesino si así quieres o puedes ser un niño pequeño y llorar, ¿cierto? —sostuvo su cara con sus uñas largas y rojas, mientras se acercaba—. Romperás su pequeño corazón en dos partes. Engañándolo, traicionando su palabra, dejando sin razón alguna. Quedará a tu decisión.

Habitación 163. (Rubelangel) EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora