Capítulo 19.-Historia de Alicia.

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Por un momento no sabía donde estaba, se talló los ojos y cuando regresó a la realidad, se espantó. Salió despacio de la habitación ya que sabía que había entrado sin pagar y que si veían, de seguro, le llamarían a seguridad. Trató de abrir la puerta de la habitación 163 y una señora que estaba ahí, quizá de limpieza, le dijo con voz suave que no podía entrar y que había policías dentro. Entonces ella preguntó el día y la hora, en serio estaba perdida. La señora le contestó y ella misma sacó en cuenta que, había pasado un día y medio desmayada en aquella habitación que nadie se había tomado el tiempo de revisar. Aún confundida, tomó el elevador y bajó. El hotel no era la mejor pero por lo menos había televisores en recepción lo que no tuvo tiempo de agradecer ya que no servían y estaban apagadas.

Muchas personas preguntaron su estado ya que se veía cansada y muy vulnerable, en esos tiempos nadie podía salir así y menos una persona como ella, que era muy linda y aún mantenía su figura, sobre todo por los asesinatos hecho y por haber en casi todo España. Lo que ellos no sabían era que, le preguntaban a la cómplice de todo aquel desastre.

Salió y el aire fuerte y la poca llovizna que había le estaban sentando bien, como si estuviera bañándose y quitándose toda esa preocupación que tenía. Caminó un poco y nunca se había dado cuenta que esa calle estaba cerrada y que había paramédicos y policías por donde sea. Lo ignoró y buscó un lugar digno para sentarse y tratar de pensar en algo razonable; al final lo encontró. Era un establecimiento donde vendían cafés y demás, se quedó en las mesas de afuera a pesar del frío que rondaba ahí. Cuando llegó un joven y la atendió, pidió una taza de té y si tenían un periódico. Se recargó más en su asiento y se abrazó a si misma. Pensó en qué había sucedido, ¿dónde estaría él? ¿Estaría en casa, esperándola? ¿Lo atraparon? Sacudió la cabeza y descartó eso por completo, ¡él era imposible de atrapar!

El joven le entregó lo que había pedido y por suerte sí había periódico. A penas le tomó a su deliciosa y caliente taza cuando sintió como se quemaba no solo su garganta y estomago, si no también el corazón al leer la portada, donde se decía que el hombre que estaba escapando del hotel, sufrió un accidente en donde la persona con la cual chocó era una mujer y que se había reportado muerta, mientras que el estado del hombre no se sabía pero que probablemente estaría muerto.

Aventó el periódico a un lado cuando leyó eso, ¡no puede estar muerto! ¿Chocar? ¿Lo estaban siguiendo acaso? Empezó a temblar, el frío por fin había llegado a su organismo y le había hecho efecto. Ni siquiera se acabó su taza de té, cuando dejó un monto de dinero y se fue corriendo. ¿Enserio estaba sucediendo eso? No, no podía.

En ese momento tenía ganas de golpear a todos y si hubiera tenido algún arma, estaría haciendo una masacre. Así que caminó sola y desesperada hacia la casa que compartía con él. Cuando llegó solo quería verlo ahí y que le dijera qué le pasaba y que la abrazara. Pero eso no ocurrió.

La casa estaba sola, como ella.
Había dejado a todos, su familia, amigos y ¿ahora?
Ella no iba a dejar que eso se quedara así, no claro que no. Ella dejaría su huella como él lo hizo con ella.

Un año después de depresión profunda de haber perdido al amor de su vida, ella no podía más, a penas con tres asesinatos más que había hecho sola, sin ayuda, se rindió. Nada era Igual sin él. Y por eso, ya no supo nada y tampoco lo intentó. Si algo había aprendido en sus clases de preparatoria era que, cuando se pierde algo, ya no era necesario saber más sobre eso.

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Y como la nota periódica había escrito, "...hace 3 años en donde una «pareja» se hospedó en ese lugar; se reporta que quizá cumplían un aniversario, en el cual el hombre amordaza y asesina a la mujer, dándole un balazo, matándola al instante. Hace un año apenas ocurrieron 3 suicidios de las cuales todas fueron de jóvenes mujeres...".

Ella le estaba dando a Mangel explicaciones muy profundas y tenían sentido, ella era pareja del padre de Rubén...

-Ehpera -dijo el menor levantándose de la cama-, ¿tratah de que Rubén sufra pohque su madre se casó con quien fue tu pareja?

Él trataba de procesar todo lo que ella decía, matar gente por diversión y de alguna manera salir perjudicado. Ella hizo que su madre muriera, ella tuvo la culpa de todo. Estaban es su habitación, la favorita de ella.

-La madre de ese maldito -dijo apuntando a Rubén quien aún seguía sedado-. Me quitó a quien más quería.

Mangel frunció el ceño.
-No le digah así, ¿no creeh que era lo mínimo que esperabah? Matahte a mucha gente.

-¡No! -gritó- ¡yo no merecía nada de esto! ¡Tú no sabes lo que se siente que después de tanto tiempo veas a esa persona que tanto amas y no te reconozca!

-¡Pero tu no sabeh lo que eh que se muera!

Ella también se levantó y lo enfrentó, vivió pensando que estaba muerto y al final... Solo no la recordaba si no que también la acusaba de acosadora.

-Él no tiene la culpa de nada... -dijo Mangel en un susurro que ella logró a escuchar.

Unas lagrimas por parte de Alicia empezaban a asomarse.

-También en un mentiroso -dijo con las pocas fuerzas que tenía, cabizbaja-, te dijo que su padre no los golpeaba... Y su madre a estado en el hospital por él. Una vez le levantó a Rubén y su madre salió afectada, ¡por dios, esta embarazada! -levantó los brazos en exageradamente y lo vio a los ojos- la vida le dio una segunda oportunidad y aunque no mata, golpea, ¿acaso crees que iba a hacer un ángel?

Mangel no podía creerlo, tenían pruebas, podían ir a acusarlo por violencia intrafamiliar. ¿Porqué le había dicho que no? ¿La había amenazado?

-Y Rubén... -añadió- él no hace nada pero lastima, ¿no crees?

Agarró su bolso y caminó hacia la puerta. Se limpió las lágrimas y dijo;

-Tienes razón. Él no tiene la culpa -Mangel sonrió, todo acabaría-, la tiene su madre y ella va a pagar por todo.

Y pareciera que se desvaneció, igual que la sonrisa de Mangel

Se acercó a cerrar la puerta que Alicia había dejado entreabierta y de regreso a su cama, pasó rápidamente por la Rubén y lo miró dormido, tal como un bebé, le sacudió un poco el cabello y le regaló un beso en la frente.

"... No hace nada pero lastima, ¿no crees?"

Tenía que meditar eso porque quizá tenía razón. ¿Porqué tenía que ser tan difícil? ¿Ahora que iba a hacer Alicia? ¿Y si lastimaba a la madre de Rubén?

Habitación 163. (Rubelangel) EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora