Capítulo 13. [ET]

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Se acercó un poco a él y pasó una mano por su cabello. Suspiró y empezó a levantar las cosas, todo era un problema del cual su familia estaba metida...

— ¿Qué? ¿De dónde sacas eso? —preguntó confundido.

—Yo sólo... —empezó a divagar, no encontraba las palabras para explicarle— estaba... No sé, lo encontré-no sé que hacer...

— Mangel, tranquilízate, ¿vale? No pasa nada-

— ¡No! —gritó— ¡Sí pasa algo! ¡Pasa que tú padrahtro mató a mi madre! ¡Eso pasó!

Se levantó como le fue posible y le entregó todo lo que había leído, periódicos y notas en internet. Rubén abrió los ojos mientras leía y Mangel jugaba con sus pulgares, nervioso. Término de leer y no se quitaba el periódico del rostro, lo sabía. Sabía que había algo raro en él, pero en ese momento, lo mejor era mantener la calma, no quería ver a Mangel como la última vez.

— ¿Qué piensas hacer? —si no lo hizo molestar, lo entristeció. ¿Cómo preguntaba eso Rubén?

—Denunciarlo...

—Mangel —se sentó en la cama y puso sus manos en el los hombros del nombrado— sé que estas alterado, preocupado. Yo también lo estoy, estás hablando de alguien que forma parte de mi vida. Pero lee —puso el periódico en sus manos—, él ya fue arrestado y cumplió con su condena... A menos de que haga algo sumamente malo, lo podrían volver a detener...

—¿Te ha hecho algo? —preguntó mirándolo con compasión. Cualquier cosa lo ayudaría—¿A tu madre?

Eso lo tomó por sorpresa. ¡Claro que le había hecho algo! ¡Le arruinó su vida!

Se quedó en silencio, sin saber qué decir. Eran casi la una de la mañana y sabía que Mangel sería capaz de ir a la estación de policías.

—No. No nos ha hecho nada —respondió frío. Sin ganas de seguir discutiendo—, será mejor que durmamos. Mañana haremos algo.

Mangel, rendido, asintió y desvío su mirada. Apagó la lámpara de noche, dejando el cuarto completamente oscuro. Se quitó los zapatos y se recostó, mordió una parte de la almohada, reprimiendo una serie de sollozos y gemidos dolorosos.

Mientras, Rubén, se volvió a acostar, tratando de dormir. Algo que en toda la noche, no pudo y que con toda información que tenía, podía destruir a ese tipo que odiaba.


Rubén se despertó con una pesadez en sus ojos, la noche anterior no había sido la mejor y la verdad no tenía intenciones de recordarla. Se levantó y miró a su alrededor, estaba todo hecho un desastre. Libros tirados, plumas, apuntes, hojas de investigación. Entró al baño y se miró al espejo, el cabello sumamente revuelto y ojeras de un gran tamaño. Se lavó la cara y volvió a salir viendo a Mangel recostado como un bebé. Había pasado una muy mala noche.

Despertó casi una hora después de Rubén.

—¿Estás mejor? —preguntó mientras veía como Mangel se tallaba los ojos, asintiendo— Muy bien. Llamé al servicio de habitación, traerán café, té y algo ligero para comer, he recogido todo así que... Supongo que podemos empezar.

—Te pareceh a Ana, así es ella —soltó una pequeña risa que se acompañó la satisfacción de Rubén quien también sonrió.

—Pues... Es un placer ser como ella —dijo tomando una toalla— iré a bañarme, será rápido.

—Está bien...

Y se quedó pensando. ¿Qué haría ahora? Sacó una libreta pequeña y una pluma y empezó a escribir:

"En el lugar de los hechos, se encontró que fue utilizado para asesinar a una mujer que al parecer era su prometida. Se reportó que tenía un pequeño problema mental y que su condena ya fue cumplida."

Tocaron la puerta, lo que molestó un poco al pelinegro que ya estaba entretenido escribiendo. Todavía no se oía nada del otro lado de la puerta de baño.

—Seguro todaviah no se mete...—dijo. Aun así se levantó para abrir la puerta.

—Buenos días —pronunció con una voz nerviosa.

—H-hola... Buenos días... —respondió la mujer del otro día, Alicia—.  Te he traído lo que pediste, ¿puedo dejarla?

—Sí —dijo sin apresurarse—, pasa.

—Gracias... ¿Sabes? —dijo entrando— es algo frustrante despertarse muy temprano para trabajar... No lo digo por ti, si no porque soy nueva y esto es... Estresante.

—Lo sé, los primeros díah te tienes que acostumbrar a algo que nunca estuviste relacionada... Eso me pasó en la escuela, fue algo horrible. —empezó a recoger sus cosas que estaban en todos lugares en la cama.

— ¿Enserio? Pensé que era la única que pensaba eso.

—Pues ves que ya no —rieron un poco y dando un rápido vistazo ella siguió viendo el cuarto— eres muy curiosa, ¿cierto?

—También algo preguntona cuando me gusta algo por cierto, ¿cuándo cumples años?

Mangel se sonrojó un poco.

—Bueno... —dijo tartamudeando—, el 26 de Mayo...

— ¡Oh! ¿Enserio? Ese día también es cumpleaños de mi hermana, siempre tenemos que ir a visitarla, es espantoso eso.

—Me imagino...

—Oye, ¿te puedo dar un beso?

—¿Qué? —volteándose hacía ella, lo sorprendió estando tan cerca de él.

Sin dudas la pregunta de aquella chica estaba siendo inesperada. Mangel no se dio cuenta cuando sus labios se juntaron con los de ella... Tampoco se dio cuenta cuando Rubén salió del baño.

—¿Los interrumpo?

Habitación 163. (Rubelangel) EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora