Capítulo 17.

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Seguían con las manos juntas y eso no lo notó Rubén hasta que dejo de hablar con su madre. Aun así, estaba gritando internamente.

- ¿Entonces al final no me dirás que te sucede? -dijo mientras trataba de sonreír.

-No tengo nada... -entrelazo sus dedos con los de Rubén - estoy muy contento de estar aquí contigo -y sonrió.

Pero era todo lo contrario, no se sentía nada bien, y menos sabiendo que para que no muriera Rubén tenía que... dañarlo (lo cual era el equivalente en la situación de él). No sabía cuál era el motivo por el cual tuvo que ponerle entre la espada y la pared esa mujer, debía ser algo muy fuerte como para ponerlo en esa situación. Y si no quería ver desangrado a su mejor amigo, tenía que hacer esto. Tendría que buscar a esa mujer de nuevo y saber el porqué de todo pero por ahora, aunque le doliera saber que dañar a la persona que quería, sacaría provecho... estaría con él.

Rubén sonrió con el comentario de Mangel y apretó sus manos levemente. Pasaron las horas y ahora ya no estaban en ese restaurante en donde como había visto el mayor Mangel no toco su comida para nada pero caminando, parecía que se iba cambiando su actitud ya que iba hablando un poco más he incluso hacia bromas... como antes.

Como había pensado Mangel, la paso genial. Hablando y haciendo bromas, tenía que hacerlo, era ahora o nunca.

- ¿Quieres ser mi novio? -saco de pronto, Rubén paro de reír como de caminar para voltearlo a ver aun con una sonrisilla en su rostro, no se podía creer.

- ¿C-cómo? -dijo nervioso.

El menor rodo los ojos para repetir.

-He dicho que si quieres ser mi novio -esta vez salió de sus labios decidido, quería que su respuesta fue positiva y aunque paso un ligero tiempo que pareció una eternidad, ya pues así, la obtuvo.

-Si -dijo asintiendo con la cabeza - si quiero.

Termino la tarde y volvieron a aquel lugar que tanto les había preocupado pero que ahora era lo mejor que les pudiera pasar.

-¿Ya debemos dormir? -pregunto Rubén haciendo un puchero. Mangel asintió.

-Sí, y no más excusas -dijo tomándolo de los hombros para después dejarlo enfrente de su cama- ahora, bebé Rubén, a dormir.

- ¿Bebé? -Pregunto subiendo una ceja- ¿ya empezamos con los motes cariñosos, amor?

Y aunque no quisiera, se sonrojo ligeramente, y lo suficiente para que su compañero lo viera y abriera la boca sorprendido.

- ¡¿Te acabas de sonrojar acaso?! -dijo volteándose del todo para contemplar el rostro de su novio que cuando vio esto se tapó.

-¡No, no es así! -grito mientras reía un poco, la verdad nunca le habían dicho de esa manera y la forma en como lo utilizo Rubén fue el causante de eso.

-Entonces quita tu brazo de tu cara, quiero verte, vamos -lo animo pero simplemente se negaba, no iba dejar que lo viera así, y eso hizo sonreír aún más a Rubén, que se había cruzado de brazos- aparte, tengo derecho, soy tu novio.

Y esa fue la clave para que Mangel se forzara aún más. ¡Le dijo novio, en realidad lo había hecho!

- ¿Así que no lo vas a hacer eh? -Rubén veía como seguía sosteniéndose de su brazo y él sonreía al verlo tan vulnerable- Entonces esto será una guerra.

Y como dijo se le aventó al menor, empezando a hacerle cosquillas haciendo que este callera en su propia cama y con eso quitar su brazo de su cara, saliendo una carcajada de sus labios que por puro goce, Rubén hizo lo mismo.

- ¡No Rubén! -Decía entre carcajadas-¡está bien, me rindo!

El mayor, a un desconfiado, paro sus movimientos con cautela, espero que Mangel se sentara y cuando lo hizo lo seguía viendo con una sonrisa. Este lo tomo del brazo, haciendo que por inercia bajara hasta quedar con el frente a frente que con solo milímetros de distancia dijo:

-No sabes cuánto te quiero

Y con eso junto sus labios en un tierno y delicado beso.

Ya cada quien en su cama, estaban dando las tres de la mañana cuando Mangel se despertó y como si alguien le llamara, se levantó y salió de la habitación con sumo cuidado para que el mayor no se levantara. Ya afuera, se dedicó a buscar a la tal "Alicia" quien le estaba quitando el suelo por completo, pero no en el sentido de pensar en ella con alguien que quería, al revés, cada vez que pensaba en ella y en sus amenazas la odiaba más, pero se adiaba más a él por aceptar.

En el pasillo solo encontraba a gente de limpieza y que pasaba hasta que uno, interesado de saber porque alguien estaría en el corredor tan tarde, pregunto si necesitaba algo. Mangel no supo que decir hasta que soltó "Necesito buscar a alguien que trabaja aquí, ¿me podría ayudar?" nunca pensó que pediría eso... a nadie, siempre fue una persona que le gustaba hacer el trabajo solo pero enserio no sabía cómo empezar o como encontrarla. El señor que lo condujo hasta recepción también le ayudo a ver si se encontraba disponible o si al menos trabajaba ahí, ya que, siempre escucho ese nombre pero nunca en alguien que trabajara ahí.

Al final no la encontraron y Mangel se enfureció por dentro, aun así le agradeció a la persona por haberle ayudado. Ya rendido, encontró su habitación de nuevo, y cuando entro, ella estaba ahí parada justo abriendo la puerta, robándole un susto al menor quien solo se tapó la boca y con cuidado reviso que su pareja estuviera dormida.

-Si lo está -dijo ella rodando los ojos- esta sedado.

¿Qué tenía esa mujer con poner inconsciente a las personas?

-Y me dijeron por ahí, que querías hablar conmigo porque me estabas buscando, ¿no es así? -Él menor solo asintió- ¿quieres que te cuente todo, acaso? ¿Por qué quiero que sufra Rubén?

Habitación 163. (Rubelangel) EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora