024. Primera Ley de Newton

355 33 14
                                    

021

—No se preocupe, señora Do, su hijo está en espléndidas manos. Mi equipo y yo nos comprometemos a tratar con éxito el padecimiento de Kyungsoo. —El doctor de cartelera no dejaba de comentar el maravilloso trabajo que hacían en esa clínica de retiro.

La mujer lucía algo cansada pero su rostro era imperturbable, mientras preguntaba sobre las rutinas, las maquinarias, la medicación y demás.

Kyungsoo por su lado permanecía en silencio al otro lado de la habitación sentado en la cama con sus rodillas pegadas a su pecho, la luz y el aire fresco entraban por la ventana de a lado, sin embargo, él sólo miraba un punto perdido en la pared opuesta.

Había oído que debía quedarse en ese lugar por dos semanas, si las cosas resultaban formalmente le darían el alta y podría regresar a casa por supuesto con supervision y una cita tres veces por semana.

Alguien apareció de pronto bloqueando su campo de visión, cuando lo miró de reojo lo reconoció como uno de los internos a cargo de su cuidado. Era uno de los más jóvenes del equipo y el más hablador.

—Oh, aquí está. Seonho, ven. Quiero presentarte a la doctora Do. —empezó el viejo de bata, dándole palmadas al muchacho como si se tratase de su propio hijo. —Es uno de los más brillantes internos que tenemos en la clínica. —alegó empezando a hablar sobre su tesis y su gran trabajo los últimos dos años.

La mujer simplemente le echó un vistazo y asintió. —Vendré mañana con el resto de sus cosas. —informó dando por terminadas las presentaciones. Luego se acercó a Kyungsoo y cuando tuvo el impulso de acariciarlo se detuvo. —Nos vemos pronto, cariño. —dijo y luego simplemente salió siendo seguido por el doctor.

Kyungsoo cerró los ojos, las ojeras estaban empezando a pronunciarse debido a su pálido tono de piel.

—Son margaritas. —la voz del interno, Seonho atrajo su atención disipada, pero no fue lo suficientemente interesante como para hacerle mirar. —¿Te gustan las flores? — continuó hablando. Llenó el jarrón de agua y lo regresó a lado de la cama junto a Kyungsoo. —Leí que significaban; la inocencia, la alegría y la pureza y son símbolo del comienzo de algo...

El menor apretó los dientes y soltó un bufido. —Me gusta más el silencio. —sentenció antes de acostarse dando por finalizada la charla.

Al menos Seonho tuvo algo claro, ambos eran madre e hijo, pensó con una ligera sonrisa.

.

.

.

Estaba cansado, las pequeñas arrugas en su piel delataban que había estado frunciendo el ceño bastante estos últimos días. No se describía así mismo como un chico dependiente, aunque probablemente estaba parado sobre esa delgada línea, pero necesitaba a su mejor amigo; la escuela sin Kyungsoo era más que aburrida, las clases pasaban lentamente sin sus comentarios alusivos a la poca atención que los maestros le ponían a los temas polémicos que le gustaban, como el conflicto de Palestina o por qué nadie dice nada sobre el mar índigo que es constantemente contaminado por los desechos tóxicos de China. ¡Vamos! Todavía podía escuchar su voz en su mente quejándose sobre la vaga idiosincrasia acomodada que tenían sus compañeros de clase, incluido Baekhyun.

Suspiró mirando sus propios zapatos en un gesto resignado. Tampoco contaba con Chen... desde que había regresado de su viaje astral, éste era una persona diferente, hablado de forma literal. ¡No era el Chen que él pensaba conocer en absoluto! Incluso parecía estar llevándose bien con el grupo molesto de la clase del costado. Kim Jongdae no hablaría con ese grupo ni aunque le pagaran por ello.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 17, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

①⓪⓪ f*cking reasons why |EXO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora