Te amó

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Narro yo

1 mes después

Un mes había pasado desde el atentado contra París y las cosas había mejorado relativamente para las personas, los pocos que habían logrado sobrevivir estaban tratando de volver a vivir una vida normal, o bueno, como era antes de que todo eso pasara. Nadie tenía idea de lo que realmente había pasado esa semana, nadie tenía idea de que le había pasado a Lady bug, a Hawk moth o que había sido de Chat Noir, era como si todos hubieran desaparecido, excepto Lady bug, de la cual todos habían presenciado su muerte.

Un mes se había cumplido desde la muerte de la grandiosa Lady bug y todos estaban de luto por eso, en especial un chico rubio, que yacía llorando incado en la una pequeña tumba rodeada de flores y regalos. En esa tumba estaban enterrados millones de recuerdos que se habían ido junto a la chica de traje moteado, la gran heroína de París e increíble amiga había partido a un lugar mejor mientras luchaba por la vida de toda una nación. Se podría decir que murió en guerra.
El oji-verde pasaba tu mano por el nombre inscrito sobre la lapida "Lady bug, quien bajo ese brillante antifaz yacía Marinette dupain-cheng. No solo una gran heroína, tambien una increíble amiga, hija y compañera". Esas eran las palabras escritas que alguien pensó que serían correctas para recordar ala chica que mas de una vez salvó la vida de millones de personas, chica que ya no estaba entre ellos y que por razones de la vida que desconocemos no volverá a estarlo.

-No es justo. Tu no tenías porque irte, no merecías esto! -exclamaba Adrien con lágrimas en los ojos, llevaba un mes sin poder soltar ese nudo en la garganta. Había dejado de comer, ya no podía dormir, como si una parte de el se hubiera ido junto con la chica. A veces no podía sentir nada, en realidad, muy apenas podía sentir algo, aun así trataba de seguir y vivir como si nada hubiera pasado, trataba de seguir como los demás, pero algo lo detenía, no podía siquiera respirar sin que sintiera que no merecía hacerlo, no podía hacer algo sin pensar en ella y en lo que había causado. Toda su vida se había detenido por completo, estaba seguro de que ya nada sería como antes, sin ella ya no lo sería. Estaba casado de sentirse así, ya no quería llorar todo el tiempo, no quería tener que ir a un maldito cementerio casi todos los días para poder sentirse mejor, y tener que buscar entre todas las tumbas una específico que tuviera el nombre mercado de la chica que alguna vez amó, simplemente eso no podía ser real, ella no podía morir. Todos menos ella merecían estar enterrados casi dos metros bajo tierra, todos menos ella merecían sufrir, todos menos ella merecían pasar lo ella pasó. Pero como la vida en injusta y las cosas malas le pasan a las personas buenas, la vida pensó que Marinette dupain-cheng, sería la víctima perfecta para su maldito juego.

Te amó. Dijo como si su vida dependiera de decir esas últimas dos palabras, como si en su último suspiro esas dos palabras fueran las que quisiera mencionar. En su lecho de muerte esas sería la última frase que quería decir para después dar su último respiro. Quería estar en el lugar de Lady bug, quería ser el quien estuviera debajo de la tierra, con flores creciendo a su alrededor y su nombre en una lapida de cemento, sería considerablemente mejor estar el muerto que tener que ir a visitar a otro muerto para poder sentirse mejor consigo mismo. Lastima que en realidad nada le estaba funcionando.

Estaba odiando el silencio que se formaba a si alrededor, era tan abrumador que empezaba a volverlo loco, cada vez le pesaba mas. Ese era el silencio mas ruidoso que había tenido en la vida. La soledad se hacia su compañera, una muy fiel compañera, no lo dejaba solo ni un segundo, estaba todo el tiempo en su cabeza, a un lado de el, lo seguia a cada maldito pasó, en cada movimiento ella estaba hay. La última vez que se sintió así fue cuando su madre se fue, su padre le prohibió llorar bajo en funeral, quien podría prohibirle llorar y sufrir ahora?, nadie, porque de verdad no tenía a nadie, de nuevo, estaba jodidamente solo.

Al día siguiente iría al psicólogo, Alya había dicho que era algo que necesitaba, que le haría mejor, y como ya no sabía que mas hacer, había sacado una consulta en alguna página de auto-ayuda que encontró en medió de un ataque de pánico que había tenido la semana pasada, uno de muchos. Sinceramente era algo que necesitaba. La primera luz roja que indicaba que necesitaba ayuda fue cuando su madre murió y de repente dejó de sentir, como estaba pasando ahora, la lista de razones ahora había aumentado más.

-Su madre
-Su padre
-Marinette
-Y lo que sea que le había causado ser Chat noir

Su padre era un idiota, y estaba tan jodidamente seguro de que tenía la razón, eso lo hacía aun mas idiota. Por peor que sonara, en ese punto le alegraba que estubiera muerto porque no había ni un puto rayo de luz en su maldita cabeza, ahora se daba cuenta de que no era especial, y que lo mejor sería hacer como si jamás hubiera sido su padre, estaba tan traumatizado que le daban ganas de llorar, pero esta vez no lo haría, no lloraria por culpa de él, o bueno, no otra vez. Para todas esas personas que decían que llorar te hacía sentir mejor, en que carajos pensaban cuando dijieron eso?, llorar no te hace sentir mejor, hace que te duela la cabeza, que se hinchen los ojos, que salgan mocos como cascadas, y eso, no te hace sentir mejor, en realidad eso no mejora nada, solo lo empeora un poco más.

Así que, ahí estaba otra vez, llorandole a alguien que no volverá a ver en toda su puta vida, que idiota, era un maldito idiota, cosa que había quedado clara en mas de una ocasión, estaba arto de que por su culpa a las otras personas le fuera mal en la vida, cual era su maldito problema?, cosas como esas eran las que jamás lograría entender y esas clase que preguntas eran las que nadie le respondería, como saber porque Marinette murió en lugar de él, o quién sabe, tal vez tampoco merecía morir, pero su odiaba tanto que pensaba que sí.

Se odiaba por odiase y odiar a todo el mundo, el mundo debería odiarlo a él, pero las cosas no eran así, el mundo lo amaba, amaban a Adrien Agreste, amaban a Chat noir y lamentaba lo que le había pasado, no quería su lástima, ya no quería la lastima de todo el mundo, también estaba arto de eso.

Después de dejar otro ramo de rosas pensó que ya se había deprimido lo suficiente como para seguir ahí, se levantó, sacudió el polvo que había quedado en su pantalón y se dispuso a tomar caminó con salida de ese deprimente lugar. No iba a irse sin antes despedirse de la azabache, aun le dolía pero estaba decidido a no volver a ir a ese lugar y no volver a visitar a esa chica, o bueno, no en un buen tiempo. Estando en la salida del lugar volteo por última vez con dirección al cementerio, dijio su mirada a la tumba de la chica y observo como una pequeña niña le dejaba una rosa a la grandiosa Lady bug, sonrió e imaginó como hubiera sido si ella estubiera viva y como hubiera tomado esa rosa y le hubiera agradecido a la niña. Esos recuerdos ahora solo volaban y se reproducían en su imaginación. Se había ido y jamás volvería, la iba a extrañar, pero debía seguir, por él y por ella.






Fin

𝘾𝙞𝙩𝙖 𝘿𝙚 𝙅𝙪𝙚𝙜𝙤𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora