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El sonido del gis siendo pasado por el pizarrón era lo único que se escuchaba en aquella aula, los demás estudiantes prestaban atención a la clase, sin embargo aquel suceso reciente sí que era algo polémico de lo cual pronto toda la escuela sabría, el como uno de los chicos populares de Kamome salvaba a una don nadie de las garras de otro chico y el ver como el de ojos miel miro con molestia al novio de esta al momento de su aparición era como una escena sacada del cuento más ridículo de la historia el cual debía ser contado a pesar de lo poco creíble que parecía, aunque con tantos testigos era obvio que sería tomado en serio y las voces no se harían esperar más para esparcir dicho suceso.

Pero en los asientos de atrás había una tensión muy inquietante que solo los que estaban alrededor sentían aquella briba amenazante emanando en grandes cantidades, que si le dieran forma seria como un número descomunal de lanzas listas para ser arrojadas hacia su objetivo y hacerlo pedazos, nadie de los testigos dijo nada o se atrevía a mirar dicha escena porque si lo hacían eran capaz de recibir una mirada asesina de un par de ojos que parecían haberse tornado rojos.

Nadie dijo nada.

A la distancia en la fila junto a la puerta una mirada púrpura miraba curiosa aquel espectáculo sombrío, con una sonrisa burlona se formó en sus labios al igual que una mirada interesada, ciertamente era una escena entretenida.

Al finalizar las clases e ir a los vestidores para cambiarse con el uniforme de educación física, cierto castaño oscuro se saltó dicha actividad y la clase.

Yendo a los baños con la mirada perdida en el suelo y sus pasos cargados de molestia al igual que su mirada irradiando irá, era aterrador, las chicas que se cruzaron en su camino fueron intimidadas por esa escarlata y profunda mirada que poco a poco parecía tornarse oscura y vacía, si que estaba molesto.

Al llegar lo primero que hizo fue verificar que no había nadie en los cubículos y luego cerró con seguro la puerta de los baños, respirando profundo y por fin desquitarse con libertad. Azotando las puertas contra la pared mientras eran abiertas con una patada era poco satisfactorio, realmente quería golpear algo o a alguien, en su mente lo único que llegaba a su memoria era el más reciente recuerdo el recuerdo de una chica yendo hacia su estúpido novio de cabellos de oro y mirada Zafira ignorando lo por completo junto con su intención de defenderla, era algo humillante.

Esto era obra del karma.

Lo peor de todo fue soportar la mirada azucarada de aquel idiota de estúpido arete dirigida a su... A Yashiro, como si fuera un niño viendo el mejor dulce del mundo, realmente odiaba las miradas tiernas o demasiado afecto, eso era empalagoso.

Terminando de golpear todas las puertas de los baños y sentirse más tranquilo, decidió ir a la azotea, el único lugar donde podía estar en calma y sin que nadie molestara.

Al llegar a dicho lugar, en apariencia solitario, pudo sentirse más relajado, la brisa del viento moviendo sus hebras azabache con toques castaños y despejando sus pensamientos llevados por el viento solo contemplando la vista del extenso cielo hasta que..

Sorpresa.

???: Porque te desquitas con esas puertas? (Una voz en el techo de la entrada/salida de la terraza llamo su atención)

Quedando impactado por su pregunta, pensó que nadie le había visto y aunque lo intentarán jamás hubieran podido abrir la puerta del baño, pero él lo había visto.

Amane: tú...

???: Solo pregunto, si es por el asunto de la mañana... Créeme yo también lo odie (sus palabras impregnadas de irá y celos llamo la atención de Amane, sin embargo no presto tanta atención)

El Misterio de La DoncellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora