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Los rayos del sol por la ventana son los más molestos, más aun cuando chocan contra tu rostro y generan molestia con el tiempo, esta vez no fue la excepción, una chica peliplata fue cegada por el incandescente rayo de luz sobre sus ojos provocando que los cerrara de inmediato y se volteara dando la espalda a aquel pequeño rayo que había evadido las cortinas de su ventana, un nuevo día iniciaba y una gran desgracia se aproximaba, o por lo menos eso es lo que pensaba.

Como siempre se arregló para ir a la escuela y minutos antes de partir se aseguró de llevar consigo el gas pimienta que hace tiempo no usaba, pero tal vez este día sería una excepción, cualquier cosa podía pasar y eso era muy claro tratándose de alguien poco predecible como él.

Al llegar a la escuela e ir a su aula se encontró a pocos compañeros, fue hacia su respectivo asiento y espero con paciencia a que el tiempo transcurriera; faltaba poco para que la campana sonara y diera inicio a las clases pero había algo muy inusual, no habían llegado Amane y Kou-kun, lo cual era algo inusual de ver considerando que el rubio y azabache eran polos opuestos y colisionaban con solo verse.

Ninguno soportaba al contrario.

Sin embargo justo cuando la campana se escuchó el sonido de personas corriendo por el pasillo fue escuchado y con rudeza la puerta fue abierta de par en par mostrando así a dos chicos de diferente color de cabello y ojos entrando apresuradamente al salón junto con sus respiraciones agitadas haciéndose escuchar, nadie dijo nada y solo los siguieron con la mirada, luego de eso llego el profesor y la clase comenzó.

En la fila que estaba a lado derecho de Yashiro en el último asiento de la fila un chico de ojos dorados sentía que su día no podía ser peor, no dormir por culpa de su hermano, ser despedido del trabajo y haber encontrado otro que lo dejo adolorido desde el primer día, desafortunadamente la paga era buena y lo necesitaba.

Ya solo quería estar en su casa y dormir todo el día, hubiera sido mejor no venir tal vez nadie lo hubiera notado o mejor dicho porque no sacar un permiso para faltar y dormir aunque sea la mayor parte del tiempo antes de ir a trabajar, no era mala ida ¿no?, sin embargo estaba muy adolorido como para sentirse cómodo y dormir en la clase.

Si tan solo Tsukasa lo hubiera dejado dormir.

Por otro lado uno ojos zafiro irradiaban de brillo, pensando que posiblemente hoy sería el gran día para invitar a Yashiro a salir, ir a ver una película no esta tan mal más aun cuando es una que le gusta a tu novia haciendo ver que una película de terror no parezca tan tenebrosa estando en compañía de alguien tan adorable.

Las clases continuaron y el tiempo paso llegando así la hora del descanso, la mejor hora para todos en la academia.

Aoi: Nene-chan porque esa cara, llevas así desde hace tres días ¿Qué es lo que paso? (pregunto con preocupación al ver el semblante oscuro que Yashiro tenía)

Yashiro: no te preocupes no es nada importante son solo asuntos sin importancia (respondió y curvo los labios en una suave sonrisa que parecía más un grito de ayuda que de ánimo)

Aoi no siguió insistiendo ella sabía muy bien que Yashiro no le diría aunque fuese el fin del mundo sin embargo no podía ocultar el hecho del asunto al cual ella decía ser sin importancia la tuviera tan preocupada, algo había pasado y lo más probable era que involucraba a Yugi, solo que no había forma de que fuera cierto aun así tampoco había duda, después de todo ella conocía a la perfección a Yashiro y eso no estaba a discusión.

Entonces unas manos tomaron los hombros de Yashiro haciendo que la ojirubí se asustara y retrocediera unos cuantos pasos, al ver al individuo que había hecho semejante acto descubrió la cara de asombro de Kou por su reacción, la ojirubí al ver esto se sintió apenada pensando que se trataba de él y no de Kou, ¿había sido una tonta por actuar así? No, claro que no, después de todo era Kou quien tenía la culpa por haber aparecido tan de repente así que no habría problema alguno.

El Misterio de La DoncellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora