34

244 21 9
                                    

Llegando a su casa algo confundida y peor acompañada del gemelo menor era algo tan inverosímil que parecía un sueño, aunque no uno bonito sino uno turbio.

—Cámbiate y cuando estés lista nos vamos— ordeno y se quedó sentado en el sofá mirando cualquier cosa entretenida en su celular.

A Yashiro ganas le sobraban para comenzar a decirle un par de cosas como... "tu no me das ordenes enano y soy mayor que tu así que muestra respeto" combinado con una llave que aprendió al ver a los luchadores, sin embargo, no dijo eso puesto que en cierto modo le intrigaba el porqué de su conducta, además de que en la mente de la joven se proyectaba aquella noche en donde acordaron aquello.

—Solo espero que no sea nada raro...— musito mientras veía su closet y elegía un conjunto.

Pasaron los minutos y el chico de mirada ahora aburrida miraba la hora, ya era tarde y la chica no se apuraba, entonces tuvo la idea de ir a la habitación para apresurarla, levantándose del sofá e ir despacio y sin prisa con una risa juguetona para abrir la puerta cuando de pronto sintió que algo había pegado su rostro y al abrir los ojos notó que era la puerta, había sido abierta.

—¿Qué haces? — cuestiono la mayor al ver al chico cerca de la puerta, lo único que hizo fue verlo con molestia.

—Vaya, bueno vámonos se nos hace tarde— haciendo un movimiento rápido tomando a la chica de la mano para salir del departamento de ella, no sin antes echarle llave, para ir hacia un nuevo rumbo.

—Se puede saber a dónde me llevas? — cuestiono nuevamente la fémina mientras seguía viendo con algo de molestia al chico a lado suyo.

—Recuerda lo que te dije, que los ayudaría, aunque no porque me caigas bien, sino por Amane, así que solo contigo, eres la única y solo tú, es por eso que te permitiré estar con él, compartiré a mi hermano contigo.

Eso dejo algo nerviosa a la joven si bien habían acordado eso, pero esto era nuevo, estaba recibiendo la aprobación de su hermano menor, alguien que con poco tiempo de conocerlo era obvio que era alguien posesivo y más si se trataba de su hermano, por lo tanto el hecho de que el dijera que lo compartiría era prueba absoluta de que la había aceptado, pero con cada aprobación vienen las cláusulas, dentro de esas palabras venia una amenaza, que si no se presta atención pasa desapercibida por lo ligera que fue mencionada "si lo haces sufrir me las pagaras" eso sí que daba miedo.

La de cabello bicolor no dijo nada en respuesta, el resto del camino solo fue silencio total y dando una gran reflexión, esto sí que era mucho que procesar. Al llegar a su destino la pelicrema puntas verde vio que era la casa de los hermanos, ¿porque venir aquí? Se pregunto, aunque la respuesta yacía dentro.

Al entrar vio algunas cosas, la mesa estaba puesta había vasos y... ¿Un pastel?

—que sucede, ¿me perdí de algo? — pregunto con una duda notoria tanto en sus palabras como en su mirar.

—Simple hoy es el cumpleaños de Amane y le quise dar un regalo— dijo sonriente, mientras se sentaba en sala y sacaba unos audífonos de la bolsa de su pantalón.

—Ok, pero y eso que tiene que ver con...— se dio cuenta de todo, ella era el regalo, de inmediato se acercó al chico y lo tomo del cuello de la camisa para jalarlo —¡¡¡Como pudiste hacerme esto!!!

El chico solo sonrió y en un movimiento rápido detuvo los jalones para después el halar a la ojirubi y sentarla en el sofá mientras el permanecía frente a ella, colocando una de sus manos algo brusco entre sus mejillas y acercarla un poco a su rostro.

—Te ayudo, tu visita lo hará feliz, además esto sirve para reconciliarse los dos, no creas que no estoy al tanto de lo que haces, pero el idiota de mi hermano hizo todo esto para que TÚ la señorita estúpida no se hiciera conocer lo que eras antes, mejor dicho, con tus propias palabras "una chica con un rostro horrible".

El Misterio de La DoncellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora