Lucas Arnett
Un hombre alegre es siempre amable con todo tipo de personas que se crucen en su vida. No importa cuántas veces se las encuentre, siempre será amable sin esperar nada a cambio. La gente piensa que si eres amable con las personas que no te agradan, significa que eres hipócrita, lo cual es totalmente falso, lo que realmente significa, es que tienes la suficiente madurez para tolerar la personalidad de otra persona. Mi padre era un hombre alegre y feliz a pesar de todas las batallas que ha tenido a lo largo de su vida y a pesar de haber perdido al amor de su vida hace tres años. Se mantiene de pie y con la frente en alto porque sabe que su fortaleza es la fortaleza de Alli y la mía. Y agradezco mucho todo lo que hace por nosotros y por los demás.
Ya pasaron dos días después de que Maya y yo nos besáramos en aquel estacionamiento. Las cosas entre ella y yo van de maravilla, aún no somos novios oficiales, seguimos pasando tiempo juntos para conocernos mejor. Mi padre quiere que llegue temprano a casa para que le ayude a llevar lo que ha cocinado para nuestros vecinos de enfrente, al parecer la hija de nuestra vecina tuvo un accidente y el cuidar de ella, de su segundo hijo y mantenerse puntual en su trabajo, la está agotando.
—Lucas, ¿puedes traer el pay de calabaza que preparó Alli?
—¿Puedo llevar un videojuego para jugar con Oliver? —preguntó mi hermana a mi padre.
—Claro, apresúrate.
Alli fue a su habitación por el videojuego y bajó corriendo las escaleras para poder irnos. Mi padre sostenía el estofado que había preparado y yo tenía en mis manos el pay de calabaza, salimos de casa y Alli fue quien llamó a la puerta de los vecinos. Unos segundos después la señora adulta que había visto cuando llegamos al vecindario nos abrió la puerta y su expresión de sorpresa no se podía ocultar.
—Hola, Erie. Disculpa que no te haya avisado que venía. Sé que estás muy ocupada por lo que ocurrió el sábado y me tomé la libertad de cocinar algo para ti y tus hijos.
—No te hubieras molestado, gracias —anunció la señora mientras tomaba el estofado que mi padre sostenía—. Pasen, adelante. Perdón por el desorden, estábamos limpiando. Nia, toma el pay que tiene Lucas y llévalo a la cocina.
En cuanto entré a aquella casa color miel y de aroma frutal, mi mirada se posó en la hija de Erie. Esa tez blanca y ese cabello negro azabache me era familiar desde luego. Fue entonces que ella y yo nos quedamos como estatuas al reconocernos. Se trataba de la misma chica que se desmayó en el puesto ambulante. Esta vez no llevaba puesto su uniforme de comida rápida, sino que vestía con una sudadera morada holgada y unos pantalones negros rotos por las rodillas. Y no necesitaba que llevase su uniforme porque la reconozco más que nada por sus ojos. Son de un tono grisáceo muy peculiar. Al parecer ella también me reconoció porque su rostro estaba igual de sorprendido que el mío. Sin rodeos ella se acercó a mí y tomó el pay que tenía en mis manos.
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Corazones de papel [COMPLETA] ✓
Teen FictionEn Carolina del Sur todo es soleado y los vecinos son amigables, sin embargo, Nia siempre se ha visto atrapada en sus recuerdos dolorosos de la infancia con su padre que no le permiten avanzar y que suele olvidar abusando de sustancias tóxicas hasta...