Capítulo 12

92 16 5
                                    

Lucas Arnett

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lucas Arnett

Apenas logramos salir de ahí. La policía llegó a la fiesta y se los llevó a todos. Al pobre de Bruc se lo llevaron. A Nathan igual y varios adolescentes más. Acabamos de detenernos a unas cuantas calles de la casa de Alan, mi respiración está muy agitada, la de Maya también y Nia... Maldita sea, Nia está perdida en su mundo. Apenas pude sacarla de ahí.

—¡Mueve tu trasero, Nia! ¡Debemos irnos!

—¿Te gustan los tigres blancos? A mí sí. Son muy bonitos, ¿no?

Maya y yo casi tuvimos que cargarla para poder escapar. En este momento ella está sentada en una barda alta que está frente a una de las tantas casas del lugar. Sus pupilas están demasiado dilatadas y de vez en cuando se frota los brazos como si quisiera deshacerse de algo que la molesta. En definitiva estaba increíblemente drogada.

—Debo ir por mi hermano —dijo Maya, preocupada—. A Bruc lo dejarán retenido si no voy y lo saco de ahí.

—Te acompañaré, tranquila.

—Pero primero debemos llevar a Nia a su casa, no puede irse sola en ese estado.

Caminé hacia Nia y le ordené que bajara de la barda en la que estaba sentada para que pudiéramos llevarla a casa. Fue difícil que me hiciera caso, pero al final aceptó. A duras penas mantenía el paso recto, pues se tambaleaba y parecía que se iba a caer. No aceptó la ayuda que Maya y yo le ofrecimos, así que solo la cuidábamos de que no cayera al suelo en cualquier momento. Nia susurraba cosas entre dientes y parecía que estaba molesta al igual que feliz porque de vez en cuando reía. Maya solamente la observaba con atención y yo rezaba para que no nos encontráramos con ninguna persona en el camino.

Las luces del hogar de Nia estaban apagadas y no se escuchaba ningún ruido. La señora Relish y Oliver ya debían estar dormidos. Me acerqué para tocar la puerta de la entrada, pero Nia me dio un manotazo para impedirlo. Movió su mano para que la siguiéramos a la parte trasera de su casa.

—Ahí —Señaló—. Esa es la ventana de mi habitación.

—¿Quieres entrar por tu ventana? —cuestionó Maya.

—Lo mejor de escaparse a una fiesta es el épico regreso —respondió guiñando un ojo.

Levantó una escalera de metal que estaba en el suelo e intentó colocarla debajo de su ventana para poder trepar, pero debido a su estado no podía, así que le quité la escalera de las manos y le ayudé a colocarla donde quería. Ella se tambaleaba al escalar y de repente parecía que se caería hacia atrás, para evitarlo me coloqué debajo de ella mientras Maya sostenía con fuerza la escalera. Nia abrió su ventana de par en par y arrastró su cuerpo hacia dentro como si se tratara de un gusano. Cuando cayó al suelo, sonó un fuerte impacto, así que me asomé para ver cómo se encontraba. Nia estaba acostada en el suelo, riendo con una risa tan boba que se me hizo tierna. Mantenía sus ojos cerrados y sonreía.

Corazones de papel [COMPLETA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora