Nia Relish
Mi madre me ayudó a plancharme el cabello y ponerme algo de maquillaje en las cicatrices de mis muñecas. Le pedí prestado a Vanessa su corrector y mamá me ayudó a aplicarlo. Jamás me había maquillado la cara, no me gustaba mucho hacerlo, pero Erie dijo «Irás a un baile, no a un funeral». Mis pestañas eran naturalmente rizadas, así que solo les apliqué rímel para que se vieran aún más largas. Me pinté los labios de rosa claro y puse un poco de brillos plateados sobre mis párpados. Después me puse el vestido y cuando llegó la hora de buscar el calzado que usaría, me di cuenta de que no había nada más en mi armario que solo tenis Converse o Nike. Nada de zapatos decentes.
Mierda.
¿Qué tipo de calzado va con un vestido negro? ¿Qué clase de zapatos llevas a un baile? ¿Por qué no tengo tan siquiera un par de zapatos de piso?
Rebusque por toda mi alcoba algo que no fueran tenis, pero solo encontré una bolsa de marihuana que estaba escondida dentro de una bota gris que tenía. No recordaba esa bolsita, de todas formas la ignoré porque estaba más concentrada en buscar zapatos que ponerme.
—¿Ya estás lista? ¿Qué estás haciendo en el suelo?
—No tengo nada para ponerme en los pies.
Pensé que mi madre me diría algo como «No te preocupes, yo te ayudo a buscar» o «Te presto algo si quieres». Sin embargo, mi madre soltó una carcajada enorme que casi me contagía.
—Mamá, no creo que sea algo educado que te rías de la carencia de calzado de tu hija más grande.
—Lo siento, cariño —Quiso recuperar el aliento—. Es que, Nia, a ti nunca te han gustado los zapatos.
—Sí. Ya lo sé. ¿Qué se supone que me voy a poner?
Ay, no puede ser. Jamás me había preocupado por cómo me vestía. No me reconozco en estos momentos. Mi celular vibró y cuando revisé, me di cuenta de que era Lucas avisando que ya venía para acá. Este chico vive frente a mi casa. No le toma ni un minuto llegar a mi hogar. Solo cruza la calle y listo, tengo a Lucas Arnett frente a mi puerta.
Me importó un comino que no tuviera el calzado adecuado para el vestido, así que tomé el par más limpio que encontré de unos converse tipo botines. Mi madre me dio una chamarra gris para taparme cuando lloviera. Cuando bajé, pude sentir la mirada observadora de Oliver sobre mí.
—¿Si llevas protección?
¿Qué rayos, Oliver? ¿Qué clase de pregunta es esa?
—¿Que si llevas condones?
—¡Oliver! —regañó mi madre.
—Solo decía.
Le hice una señal obscena con el dedo medio y le dediqué una mirada seria y sin gracia. Mi hermano solamente alzó los hombros con desinterés y regresó su atención a su videojuego. El timbre de mi casa sonó y mi estómago dio unos cuantos retortijones. Lucas llevaba puesto un traje color negro que combinaba con mi vestido. Su cabello castaño y rizado estaba igual de despeinado y rebelde que siempre. Me sonrió de oreja a oreja y yo tuve el descaro de observar su cuadrada mandíbula que después se tensó mientras que sus ojos me veían de arriba a abajo. Su mirada se detuvo en mis converse, entonces pude sentir cómo mi cara se calentaba de la vergüenza y mi piel se ponía de gallina por la ráfaga de viento helado que se presentó. En definitiva va a llover.
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Corazones de papel [COMPLETA] ✓
Fiksi RemajaEn Carolina del Sur todo es soleado y los vecinos son amigables, sin embargo, Nia siempre se ha visto atrapada en sus recuerdos dolorosos de la infancia con su padre que no le permiten avanzar y que suele olvidar abusando de sustancias tóxicas hasta...