Capítulo 32

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Nia Relish

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Nia Relish

Las personas van y vienen. Llegan personas a tu vida, después se van y llegan otras a reemplazarlas. Ese es el ciclo de la vida. Algunas dejan mensajes buenos y otras simplemente su desagradable recuerdo. Algunas personas se quedan más tiempo que otras. Algunas se van para siempre y sin decir adiós. Y otras, otras se van sin que ellas lo hayan pedido, sin que ellas lo necesitaran. Sin que tú desearas su partida. La muerte no se ve a simple vista, pero parece que tiene unos brazos catastróficos que te aprietan hasta dejarte como un desierto. Alguna vez escuché que la muerte es la mayor pérdida en la vida porque la mayor pérdida es lo que muere dentro de nosotros mientras vivimos.

Se irá y me matará.

No mentí al decir que Lucas era mi cura. No quiero pensar en ese día. No quiero pensar en cuando esto termine. No quiero que se vaya. No quiero perder mi cura. «Te prometo que va a ser como si nunca hubiese estado» dijo hace tres días mientras lo abrazaba.

Lucas no me buscó después de que encontrara los papeles del hospital. No me hablaba y no quería verme. Me bloqueó de todas las redes sociales. Cuando tocaba la puerta de su casa, el que contestaba era Evan «No es un buen momento, regresa más tarde» contestaba siempre. Fui a su escuela para verlo, pero tampoco ha ido. Pregunté a Maya, a Bruc y a Nathan si Lucas había hablado con ellos durante estos días, pero contestaban un rotundo no. No quiero pasar estos últimos días que valen muchísimo sin estar junto a Lucas. Sé que es difícil para él y lo es para mí también, pero quiero apoyarlo tanto como él me apoyó en su momento. Voy a estar con él pase lo que pase. Igual a como lo hizo conmigo.

♥♥♥

Le dije a Vanessa que me ayudara a mover la escalera que daba a mi ventana para moverla a la de Lucas y entrar por ahí. No le conté nada sobre el cáncer. Solo le dije que era una sorpresa para él.. Para mi fortuna, la ventana no tenía seguro y me fue bastante fácil entrar. Creí que Lucas estaría dormido, pero realmente estaba sentado en el suelo de espaldas a la ventana con su guitarra en los brazos.

—¿Qué haces aquí?

—Vengo a verte.

No me contestó.

—¿No tienes sueño?

—No quiero dormir.

Me acerqué a él y me di cuenta de que tenía marcas en sus mejillas de una gran cantidad de lágrimas que habían estado corriendo por encima de ellas hace no mucho tiempo. Lo miré fijamente, pero él jamás volteó a verme.

—Lucas.

—Deberías irte, Nia. Tu madre se preocupará cuando no te encuntre.

—¿Por qué has estado evitándome? ¿Qué te hice?

—Tú nada. Más bien es por lo que yo te haré. Intento que sea menos doloroso.

—Pues tu estúpido intento solo hace que me preocupe más —Siguió en total silencio—. Tus amigos están preocupados por ti. No les dije nada sobre el cáncer, pero te están buscando.

Corazones de papel [COMPLETA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora