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  narra Raquel:

Cuando abrió la puerta y ambos nos encontramos cara a cara con Tatiana, me quedé helada.

—¿Qué era exactamente lo que estabais haciendo las dos ahí dentro? —preguntó mientras su mirada pasaba de una a otra.

Una recapitulación de todo lo que podía haber oído me pasó en un segundo por la cabeza y sentí un calor que se extendía por toda mi piel. Me atreví a mirar a la señorita Sierra justo cuando ella hacía lo mismo. Después me volví hacia Tatiana y negué con la cabeza.

—Nada, teníamos que hablar. Eso es todo. —Intenté fingir, pero sabía que el temblor de mi voz me delataba.

—Oh, he oído algo ahí dentro y no tengo la más mínima duda de que no era hablar —dijo sonriendo burlonamente.

—No seas ridícula, Tatiana. Estábamos discutiendo un tema de trabajo —dijo ella intentando pasar a su lado.

—¿En el baño? —preguntó.

—Sí. Me habéis mandado aquí arriba para que viniera a buscarla y ahí es donde la he encontrado.— Ella se puso delante de ella para bloquearle el camino.

—¿Creéis que soy tonta? No es ningún secreto que vosotras no «habláis», ¡gritáis! ¿Y ahora? ¿Estáis saliendo?

—¡No! —gritamos las dos a la vez y nuestras miradas se encontraron durante un breve momento antes de apartarlas rápidamente.

—Vale... así que solo estáis follando —dijo y ninguno de las dos fue capaz de encontrar las palabras para responder. La tensión en ese pasillo era tan densa que llegué a considerar brevemente cuánto daño podía provocar un salto desde una ventana del tercer piso—. ¿Cuánto tiempo lleváis así?

—Tatiana... —empezó ella negando con la cabeza y por una vez llegué a sentirme mal por su incomodidad. Nunca la había visto así antes. Era como si en todo ese tiempo no se le hubiera ocurrido que podía haber consecuencias aparte de nuestra propia confusión.

—¿Cuánto tiempo, Alicia? ¿Raquel? —dijo mirándonos a los dos.

—Yo... nosotras solo... —empecé, pero ¿qué iba a decir? ¿Solo qué? ¿Cómo podía explicar aquello?—. Nosotras...

—Cometimos un error. Ha sido un error.

Su voz cortó de raíz mis pensamientos y la miré en shock. ¿Por qué me molestaba tanto que hubiera dicho eso? Había sido un error, pero oírselo decir... me dolía.
No pude apartar los ojos de ella aunque ella empezó a hablar.

—Error o no, tenéis que parar. ¿Y si hubiera sido Susan? Y Alicia, ¡eres su jefa! ¿Es que se te ha olvidado eso? —Suspiró profundamente—. Mirad, vosotras dos sois adultas y no sé lo que está pasando aquí, pero sea lo que sea, que no se entere Elliott.

Una oleada de náuseas me embargó ante la idea de que Elliott se enterara de aquello y lo decepcionado que iba a estar. No podía soportarlo.

—Eso no será un problema —dije evitando a propósito la mirada de Alicia—. Pretendo aprender de mi error. Disculpadme.

Pasé al lado de ambas y me dirigí a las escaleras, el enfado y el dolor me provocaban un peso muerto en el fondo del estómago. La fuerza de mi ética del trabajo y mi motivación siempre me habían mantenido a flote en los peores momentos de mi vida: las rupturas, la muerte de mi madre, los malos momentos con los amigos. Mi valor como empleada de Sierra Media Group ahora estaba manchado por mis propias dudas. ¿Le estaba haciendo verme de forma diferente porque me la estaba tirando? Ahora que parecía haber registrado (por fin) que si los demás se enteraban de lo nuestro podía ser algo malo para ella, ¿empezaría a cuestionar mi juicio a nivel global? Yo era más inteligente que todo aquello. Y ya era hora de que empezara a actuar en consecuencia, me recompuse antes de salir afuera y volver a mi asiento junto a Suarez.

Mi Secretaria 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora