Pensamientos

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Querida Candice:

Han pasado unos cuantos años y a veces me pregunto si ésta era la vida que escogí. El mundo y Londres me dieron otra oportunidad de vivir con ellos, aunque también lo hizo Estados Unidos, de eso no puedo quejarme.

Aún no puedo creer que descubrí a otra mujer dentro de mí misma, una mujer que se liberó del yugo masculino en el que se encontraba en esos momentos y quién lo fuera a decir, esa mujer y la tan ansiada libertad se encontraba en otro hombre que me amaba incondicionalmente y que me dio la oportunidad de ser madre dos veces... Quizás sabía que me amaba desde que nos conocimos, pero en el momento en el que me casé con Terry, no vi su amor incondicional porque he de admitir que el amor que Terry decía tenerme me deslumbró y caí en sus redes; además el día en el que aceptaba casarme con Terry, Albert perdió el vuelo para Londres.

No puedo decir que esa noche tomé la mejor decisión de mi vida, considero que no fue una decisión que debía tomar esa noche, pero mi fortaleza en esos momentos no existía y ni por casualidad tenía la libertad que el llamado amor debía darme.
Terry significó el hombre que soñé alguna vez. Era amoroso y muy varonil, pero ahora que lo pienso, era sólo un hombre equivocado para conmigo, no debí haber aceptado ser su esposa sólo porque me gustaba, admito que me equivoqué, lo vi como el hombre más maravilloso de la Tierra, pero no era el más maravilloso, esa fue una de las tantas mentiras que mi cabeza se inventó para no ver lo que años más tarde era obvio.

Albert era el hombre que debí escoger desde un principio, me pregunto qué me pasó, ah sí, Terry era el hombre que todas querían cazar y el que todas admiraban, pero lejos estaba de adivinar que ese hombre me castraba hasta los pensamientos, que quería poseerme cuando él quisiera, que me lastimaba más que el alma y yo, creía amarlo, debía amarlo porque por algo me había casado con él.
Annie diría que me casé por estúpida y la verdad que comienzo a creer que así fue, ya que sigo pidiéndole disculpas por no invitarla a la boda.

A veces me pregunto ¿cuánta dignidad le queda a una mujer maltratada y sobajada? Como era en ese entonces, quizás en ese tiempo pensaba que sólo quería tenerlo para mí, pero la realidad es que él era mío y de todas las mujeres de Londres; estaba tan equivocada, él nunca fue mío y desde que nos casamos me marcó como si le perteneciera.

Había noches que no podía dormir, después de poseerme, me llegaba el olor a perfume de mujer y por momentos no me quería sentir vacía y pensaba que con esos dedos que tocaron otra piel, él me había tocado en lo más íntimo de mi cuerpo; que con esa boca había mordido, lamido y succionado cada protuberancia que existió y a la par me había besado la boca tan exigentemente y yo... yo me había limitado a jadear la pasión no deseada. Cuánto hubiese querido rechazarlo cada vez que me penetraba con fiereza y no con dulzura porque yo era su esposa y no su trofeo; se supone que él me amaba como me lo dijo el día de nuestra boda, pero todo... todo era una mentira y una es que se da cuenta lo que sucede después de que la fantasía abandona tu vida y tu sueño, te das cuenta de que las palabras no dichas eran mejores que las expresadas, que una mirada sincera es mejor que una coqueta y que un simple roce de otra mano tiene más valor que un jalón en el brazo, que una marca en la muñeca y que un golpe en el rostro...

Qué tonta fui al darme cuenta que esas palabras que confundí con amor, sí claro, las confundí torpemente porque una mujer enamorada no ve la piel de lobo que tiene su oveja cuando uno se casa, esas palabras sólo significaban posesión de un trofeo al que pudiera controlar y exhibir tal cual ganado, Terry tenía alguien a quien amaba, se amaba a sí mismo, pero no a mí.

Así que sin tomar en cuenta lo que Eleonor dijera, lo que él pensaba o lo que la sociedad londinense opinara; decidí irme de su lado, sin decirle adiós, sin pedirle permiso a nadie, salí de esa bendita jaula de oro que me había tenido cautiva por muchos años.

¿De ti o de él?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora