Capítulo II

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Reina Roja

Y sí, ese fue el fin de su matrimonio,  uno impuesto por su esposo y al que ella se limitó a vestirse y salir de aquella casa para no volver nunca más. Era invierno y la noche se ponía helada a cada paso, caminaba a la deriva, sin ver a nadie y sin ver por dónde y ni a dónde se dirigía o se arrastraba, el dolor si era mucho no lo notaba, sólo trasudaba, pero en la realidad de las cosas, sabía que no podía detectarlo, sentía más el frío de su corazón que el sudor que emanaba de su frente.
De pronto, sintió el calor de un pecho, se había topado con algún hombre, uno que ni en su corta vida se hubiese imaginado, es más cuando se separó para verlo creyó estar alucinando, ¿qué hacía él en Londres si su hogar era Estados Unidos?
Le había conocido unos años atrás justo antes que a Terry, recordaba que ambos habían quedado en redecorar la mansión que él tenía en Lakewood, Illinois, Estados Unidos. Londres la mayor parte del tiempo era un congelador y pensaba también que una vacaciones más cálidas, era lo que necesitaba.

- Disculpe - dijo Candy separándose un poco.
- ¡Candice White, tanto tiempo sin verte! ¿Qué te has hecho?- preguntó el hombre rubio con emoción, desde cuándo Londres era tan pequeño.
- ¡William...!

De pronto...

¡Candice, Candice! ¡George, el auto! - pidió a gritos cuando Candice se desvaneció.
- ¡Sí señor! - asintió él, corriendo para traer el auto.

Ya en la mansión Andley en Londres...

- Ha llegado el médico joven William - avisó George.
- Que pase con Candice y me dices cuando salga - dio la orden dando de vueltas por la biblioteca.

Horas después...

- Dormirá toda la noche, le puse un calmante y necesito que vaya al hospital mañana - indicó el médico.
- ¿Es algo de cuidado? - cuestionó William extrañado.
- Quiero estar seguro, le haré unos exámenes a la señorita... - respondió dubitativo.
- Gracias Thomas, George despide a Thomas y paga la visita por mí  - William le pide a George.
- Es importante que vaya William - le insiste.
- Sí, lo haremos a primera hora - responde William.

Mientras ellos se retiran William se encamina a su habitación.

- William - susurró Candice adormilada.
- ¿Cómo estás? -  preguntó el rubio.
- ¡Bien, sólo que tengo frío! - se arremolinan en las cobijas.
- Te daré un poco de brandy, que hacías a estas horas y en el frío, Candice? - le preguntó mientras servía líquido ambarino en un vaso.
- Escapaba de casa, me casé con Terry, William - informó entre sorbos.
- Y ¿Terry? - a qué loco se le ocurriría dejarla salir sola y con ese frío.
- No sé,  me confesó que ya no me amaba... - respondió sin verlo directamente, era algo de lo que no estaba orgullosa.
- Candice cuanto lo siento, ven, te daré un poco de calor, tienes las manos heladas. Llora Candy, si es lo que necesitas, ¿lo amas? - eso era lo que suponía, pero Candice lo afirmó.
- Sí, siempre lo he amado, él quiere bebés que no le puedo dar y me hace sentir que...que me lastima cuando me hace el amor... - comentó Candice con amargura.
- ¡Vaya forma tonta de amar Candice! - susurró apenas audiblemente. Ven, vamos a dormir - William esperaba que no llorara por ello.
- No tengo sueño, podrías darme más- solicitó Candice.
- Un poco más, toma. Cuéntame, ¿qué es lo que harás? - preguntó William.
- ¿No te parece Candice que te has expuesto demasiado? - preguntó William, quería saber que es lo que ella quería hacer de ahora en adelante.
- No sé, pronto llegará a pedirme el divorcio... - comentó Candice, eso claro que no se lo había dicho, pero no se iba a esperar a que intimara con todo Londres y ella no dijese nada.
- Y ¿se lo darás? - preguntó él.
- Claro, tengo una razón muy poderosa para hacerlo - refirió ella.
- ¿Estás embarazada Candice? - pregunto William cuando vio que se subía sobre las almohadas y adolorida se tomaba el vientre.
- No, tengo un tumor en el bajo vientre - le informó cuando frunciía el ceño por el dolor.
- ¡Es una broma! ¿Verdad? - William no podía creer la insensatez de la rubia.
No, es en serio... - respondió ella.
¿Ya lo sabe, Terry ? - pregunto lo obvio, si no ella no estaría allí, frente a él diciéndoselo.
- No, no me dio tiempo de decirle - pretextó.
- Candy... - reprendió él.
- Cuando me dijo que ya no me amaba , yo ya no quise atarlo para que estuviese conmigo, así que me fui de su casa, no quiero ser la persona por la cual no tenga hijos - refirió candice haciendo ver que si le decía del tumor, lo más seguro es que él se quedaría con ella por lástima, no por amor.
- Candy debiste decirle por lo menos a tu hermana - refiere él cuando oía esa confesión.
- ¿A Annie? ¿Estás loco? ¡Ni de broma le digo a Annie! - refirió ella riéndose.
¿Por qué? - preguntó él enrarecido.
- ¿Quieres que mate a Terry? Se podría decir que es como la Reina Roja, ¡guardias córtenle la cabeza! No, no quiero llevar un peso más en mi conciencia - confesó dado que todos sus pretendientes antes de Archie, eso es lo que les sucedía.
- No te entiendo Candice, debes contárselo... a él, sabes creo que te mintió - le soltó William, él sabía por cuenta propia que, Terry adoraba a su esposa.
¡No lo sé, no parecía hacerlo! Lo estaba diciendo muy serio; además en el club ya estaban hablando de él - al parecer Candice sabía lo que decían de él en el club.
- ¡Cómo te ayudaban! - exclamó el rubio, dándose cuenta de que lo había dicho en voz alta.
¡Son chicos! ¡Qué esperabas! - respondió Candice.
Bien, ¿ya estás más tranquila? - William fue hasta ella y le quitó el vaso de brandy de las manos, lo dejó sobre el buró y comenzó a meterla entre las cobijas.
- Sí, mejor - refirió ella.
- ¡Ven Candy, a dormir! - la invitó a que durmiera, pero después de media hora se dedicaba a llorar, no sabía si era por el corazón roto o por el dolor que no mitigaba. Hasta que decidió colocarse al lado de ella y acompañarla.
- ¡Gracias William! - agradeció ella y se preguntó el por qué no se había casado con William, mejor que con Terry. William la apoyaba en esa empresa y su esposo dejó de quererla como a una posesión que se tira y se olvida uno de ella.

Candy y William se quedaron profundamente dormidos, Candy sin darse cuenta se acurrucó en los brazos de William y sus manos llegaron a las enormes manos de él, protegiéndola.

Continuará...

¿De ti o de él?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora