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Los personajes de Inuyasha no son míos, ni nunca lo serán, pertenecen a Rumiko Takahashi

Kagome se desesperó al pensar que era Sesshomaru el que la hacía sentir todas esas maravillosas sensaciones. Se apartó del alcance del joven.

‒ No me vuelvas a tocar o te purificaré ‒ amenazó Kagome de espaldas al joven caminando hacia la salida de la cueva. Este caminó apresurado y la tomó sujetándola por la cintura y pegándola a su pecho, aspirando profundamente el olor de sus cabellos mientras pasaba sus garras por el vientre de la mujer.

‒ Aléjate por favor ‒ pidió jadeante por las caricias que le propiciaba su acompañante, este soltó una risa sádica.

‒ Yo sé que no quieres alejarme, pídeme que te penetre duro, es lo que deseas ‒ aseguró oliendo su cuello, Kagome gimió retorciéndose contra el miembro erecto del macho a sus espaldas, este puso sus manos en los senos de la hembra presionándolos mientras lamia las vertebras de su cuello. ‒ dime que me deseas ‒ ordenó roncamente.

‒ Si, te deseo ‒ aseguró Kagome embriagada por las caricias, esté al escucharla rompió la camisa que llevaba puesta, luego descendió sus manos hasta las caderas de la joven colocando sus garras en un borde de la pollera y despojándola de las prendas que la cubrían. ‒ Perdóname Inuyasha ‒ pensó lagrimeando su cuerpo necesitaba ser poseído y no escuchaban a su mente que le gritaba que lo alejara. Su acompañante la azoto duro por sus glúteos por lo que ella soltó un grito de placer.

‒ No tratarás más de escaparte ‒ ordenó antes de despojarse de sus ropas tirándolos a un costado de la cueva, Kagome miró la ropa deseosa que fuera el traje de Inuyasha pero solo vio tela blanca caer al suelo.

‒ Por Kami no ‒ pensó desesperada sintió el cuerpo caliente de ¿Sesshomaru? A sus espaldas y gimió cerrando los ojos, él la tomó por las caderas y frotó su miembro contra la entrada de la hembra que lo tenía como embrujado, ambos gimieron, la empujó levemente por la espalda.

‒ Camina perra ‒ pidió y ella dio los pasos mecánicamente, no paraba de llorar, Inuyasha nunca la perdonaría y ella lo sabía, la levantó por las caderas como si no pesara nada dejándola suspendida en el aire, frotó su miembro contra la entrada de la joven que gemía colocando sus manos contra la fría y húmeda pared para sostenerse, él la sujetó por el vientre bajo en un abrazo y la embistió penetrándola profundamente por lo que ella soltó un alarido de placer mientras se retorcía y gemía arqueando la cabeza hacia atrás. El pasó el filo de sus colmillos por la espalda de la joven pegando el cuerpo de la hembra por la pared y dobló sus piernas a un lado de sus caderas ella se dejaba hacer lo que fuera y cerraba los ojos gimiendo con cada embiste.

‒ Mmm… Inu sigue ‒ pidió Kagome cerrando los ojos y haciendo como si el que la tomaba era su compañero, su acompañante obedeció aumentando el ritmo. Ella temblaba y subía sus caderas y los bajaba metiéndolo hasta la empuñadura en su interior era todo muy salvaje, él la mordía en los hombros haciéndola sangrar levemente para luego lamerla, y ella gemía aumentando sus movimientos arqueando la cabeza

‒ Así hermosa perra, estás deliciosa ‒ jadeaba descontrolado.

‒ Siii sigue más duro ‒ pedía gritando Kagome, el joven sonrió sádicamente, en esa posición no la podía penetrar como él deseaba, era un tanto incomodo por lo que la bajó rudamente colocándola en cuatro patas y la embistió con todas sus fuerzas, Kagome gritaba complacida y él gemía alto, se sentía tan cobijado en el interior caliente de esa hembra, no sabía el motivo pero la sentía suya no importaba nada más que estar en su interior y hacerla suya, succionaba la piel de su hombro despacio, vio la marca de un Inuyoukai en su hombro, ella ya tenía un dueño y eso lo entristeció, pues sabía que tocar a una hembra marcada significaba la muerte, aún así siguió embistiéndola y pasando sus manos por ese cuerpo que deseaba, ella gemía alto y lo aprisionaba en su interior arqueando la espalda, terminó llenándola con su esencia y soltó un aullido antes de morder la marca en su cuello.

como controlar a un inuhanyo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora