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Narrador

Armando y Mario llegaron radiantes a las oficinas de Ecomoda lo cuál no extrañó a nadie excepto a Marcela quién seguía dolida por su separación y Betty que aunque se sentía más triste que cualquier otra cosa ya que tenía una esperanza pequeña que Armando iba a seguir detrás de ella.

-Buenos días doctora Beatriz.

Armando iba a ser más honesto así que decidió aclararle algunas cosas a Betty.

-Necesito hablarle seriamente.

-Claro doctor,

-Soy un Omega

En otra oficina de Ecomoda Mario recordaba ese aroma a chocolate que lo traía loco, pensando en Armando como su omega, en tener cachorros, en ser feliz con él, así que cuando lo vio entrar de nuevo a la oficina sonrió en grande.

-¿Cómo te fue?

-No muy bien, pero era obvio, no es como si me fuera a aplaudir por haberle mentido.

El azabache se acercó al castaño quien estaba sentado viéndolo atentamente.

-Bueno mi tigresito, por lo menos con esa mujer las cosas ya están bien.

Armando sonrió irónico por el apodo ignorando el resto de la frase.

-¿Cómo así que "tigresito"?

-Pues como es un omega ya no es tigre sino tigresito.

La sonrisa del castaño desapareció al instante al escuchar el gruñido del menor y cómo este rápidamente lo jaló de la corbata con fuerza, logrando que con algo de miedo Mario tragara duro, así que Armando lo dejó en paz con una media sonrisa soltandolo poco a poco y aunque el mayor no salía de su sorpresa sonrió, no era como los demás y eso sin dudas lo convertía en el omega que quería para él.

-Y ¿piensas pasar el resto de tú celo con alguien?

-No.

Respondió seco para ponerse a ver unos papeles de lo de las franquicias dándole la espalda aunque por dentro su lobo estaba volviéndose loco con la idea de estar con Mario.

-Entonces ¿quieres que te ayude?

El castaño trató de sonar lo menos entusiasmado pero aun así no pudo evitar soltar un poco de sus fermonas, un truco sencillo pero siempre efectivo.

-Mario, si quieres una noche conmigo tienes que intentar ser más convincente.

Armando no era un omega fácil y menos de conquistar, además le gustaba eso de hacerse el difícil y más si se trataba del alfa carismático de Mario Calderón, quería que por primera vez en su vida ese hombre aprendiera a enamorar a alguien de verdad, quería comprobar que ese castaño podía ser el alfa de su vida.

Unos minutos después sin volver a tocar el tema salieron de la oficina dispuestos para recibir a los extranjeros compradores de las franquicias, hasta que pararon en seco al divisar a un hombre rubio de ojos azules, muy alto, seguramente alfa, este hombre tenía muy buen olfato dándose cuenta casi al instante del ligero olor a omega que tenía el más bajo de los hombres al frente suyo, un olor que le gustó al instante además que las mejillas regordetas también le parecían adorables.

-Buenas, yo soy Armando Mendoza y el es Mario Calderón, ¿usted es?

El rubio sonrió ladino acercándose a ambos hombres.

-Michel, Michel Doinel.

En seguida Mario notó esa mirada y sonrisita coqueta y frunció el ceño, mientras que Armando solo le sonreía amablemente de vuelta empezando a indagar más recibiendo una respuesta que le impactó ligeramente ya que recordó lo que una de las modelos le había dicho a la mujer en el lanzamiento.

¡¿Un Omega?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora