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Los días pasaron y Armando se la pasaba todo el día en la casa de Mario así sea leyendo, hablando con su novio por teléfono o viendo la televisión ya que por "arte de magia" más específicamente un famoso programa de chismes hablaron sobre su separación con Marcela y la razón de esta, realmente solo vió la noticia una vez y no le volvió a poner atención, ni si quiera le importaba lo que pensarán sus papás, menos le iba a importar la opinión de los demás.

En fin, ya se sabía públicamente que Armando Mendoza, ex presidente de Ecomoda es omega, gracias a esto algunas mujeres con las que había cruzado camino lo llamaran a su casa dejando mensajes, una situación algo incomoda así que optó por finalmente mudarse con Mario, lo cual pensó que sería complicado, pero para su sorpresa no fue así, se sentía muy bien con él.

Cualquiera pensaría que Armando tenía su vida bajo control pero realmente se sentía algo inútil, primero que nada Mario había contratado una joven para que le hiciera la comida e hiciera todos esos quehaceres, y más encima sin trabajo se sentía más como una carga para el castaño.

En ese momento estaba viendo una novela en la televisión hasta que entró la empleada con el teléfono en mano.

-Es Don Mario.

El azabache extendió su mano y agradeció para luego colocar el teléfono en su oreja.

-¿Aló?

-¿Cómo está mi hermoso Omega?

-Bieen, Mario ¿hoy podemos salir a comer?

-Sabes que yo te iba a hacer esa misma pregunta, es que esto de ser predestinados es cosa loca ¿no?

-Si usted lo dice, entonces ¿yo le llego allá a Ecomoda y nos vamos para algún sitio?

El castaño suspiró bajito, sabía perfectamente que podría pasar por él a su apartamento o que el menor llegara al restaurante pero también sabía muy bien que su Omega extrañaba la empresa y no le negaría eso, despues de todo si se lo niega sería un gran problema o rabieta.

-Claro, aquí te espero, te quiero.

-Y yo a ti.

Ambos colgaron al mismo tiempo y Armando salió corriendo a arreglarse, alistó su outfit favorito, y cuando llegó la hora salió directo a Ecomoda.

-Buenas tardes Doctor, que bueno verlo por aquí.

Saludó Wilson al verlo bajarse de un taxi.

-Hola Wilson ¿cómo ha estado todo?

El más alto recordó la pelea que casi se forma de parte de Marcela y Mario por el gran escandalo por la verdadera naturaleza de su ex jefe, sintiendo un leve temor a que la mujer le hiciera daño al hijo menor de los Mendoza.

-Todo bien doctor, ¿quiere que yo vaya con usted? Por cualquier cosa.

-Aay Wilson no sea tonto, seré omega pero no soy para nada débil.

-Claro Doctor.

Wilson solo vió como entraba a la recepción con una sonrisa apartando ese pensamiento de preocupación al ver su característica seguridad al caminar.

Armando dió su primer paso en el segundo piso del edificio viendo al rededor con un poco de melancolía.

-¡Don Armado!

Las secretarias lo saludaron sonrientes al ver a su ex presidente ahí.

-Hola ¿todo bien?

-si doctor, ya llamo a el doctor Mario.

Sandra abrió la oficina de su jefe para que cinco segundos después Mario casi la empuja por salir corriendo de su oficina, tomó a Armando de la cintura levantándolo dando vueltas en el aire respirando el dulce aroma a chocolate de su pecho.

¡¿Un Omega?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora