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Era un día como cualquier otro donde Mario se despertaba temprano, se alistaba e iba a trabajar, y como todas las mañanas antes de irse fue a despedirse de su azabache con un beso solo que cuando entró a la habitación vió la cama vacía con confusión, hasta que sus ojos se posaron en Armando que acababa de salir del baño con su pelo desordenado y secándose las manos en su pijama.

-Buenos días mi amor.

El castaño saludó acercándose a él abrazándolo por la espalda, el más bajo se volteo con una sonrisa pero aún así se veía cansado y apenas iba a responder sintió arcadas de nuevo, separándose y corriendo de nuevo al baño.
Mario lo siguió dándose cuenta que estaba vomitando, así que se acercó arrodillándose a su lado acariciando su espalda con una expresión preocupada. 
Cuando terminó el azabache le hizo una seña con la mano para que se alejara.

-Mario, yo estoy bien, solo vete que vas a llegar tarde al trabajo.

Habló con voz débil mientras que se levantaba del suelo tirando de la cadena para luego tomar un pedazo de papel higiénico y limpiarse la comisura del labio.

-Armando estas enfermo ¿cómo quieres que me vaya sin asegurarme que estarás bien?

El castaño se levantó esperando a que dejara de hacer buches con el enjuague bucal, el menor esculpió y miro a su novio sin expresión mientras salían del baño dispuesto a volver a la cama a dormir un rato más siendo detenido por la mano del más alto en su antebrazo haciendo que lo viera a los ojos.

-Es enserio.

-Pues confía en mi, igual yo te mantengo informado si pasa algo.

Mario suspiró asintiendo soltándolo así que cuando este se sentó en la cama el mayor lo arropó de nuevo y le dio un beso en la frente.

-Bueno, pero me hace el favor y no sale de la cama en todo el día y se toma algún remedio para eso ¿si?

-Sisi, ya cálmate, que si tu te alteras yo me altero.

Ambos rieron levemente y con un último beso en la mejilla el alfa se fue directo a Ecomoda.

Armando no sabía que le pasaba, tal vez era un virus o si había sido algo que comió, no imaginaba que podía ser, algo muy raro la verdad.

Por otro lado Mario llegó a la empresa donde lo recibió Daniel quien estaba en su oficina jugando con la bolita antiestrés de Armando.

-Doctor Valencia, cuénteme ¿qué me lo trae mi humilde puesto de trabajo?

Hablo con una sonrisa mientras que Daniel se la devolvía, muy pocos lo creerían pero en las pocas semanas que le había tocado trabajar juntos habían desarrollado algo parecido a una amistad.   

-No, solo venía para avisarle que el próximo lanzamiento está en camino y toca negociar con los proveedores y-

El menor se calló al instante cuando el castaño le arrebató de las manos la pelotita antiestrés colocándola al lado de la pantalla del computador con sumo cuidado.

-Perdón, es que me recuerda a Armando.

El más bajo rió asintiendo con extrañeza ya que se le hacía algo divertido.

-Pero que obsesión por ese hombre ¿no?, como le decía, tenga eso muy presente además que le toca hacer el siguiente plan de negocios.

-Primero que nada no es obsesión, eso se llama amor algo que parece que no tuviera, y segundo que nada...Si, yo le puedo ayudar con ese plan pero no hacerlo todo solo, yo estudié comercio y marketing no administración de empresas.

Respondió a la defensiva y es que también la última vez que había intentado hacer algo así Roberto casi le da un golpe en la cabeza por las tontas ideas que había planteado.

¡¿Un Omega?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora