Décimo noveno capítulo.

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―La traición es un concepto ambivalente. Esto significa, que el traidor de unos, es el héroe de otros -. Avishai Margalit

—¡Ayyy, que pecadito con Amanda! ¿No te parece? Tener que dejarla a cargo de la oficina, mientras nosotras nos vinimos a escoger la ropa que me llevaré a Turín. —Le mencioné a Magdalena, tras haber ingresado al piso y sobre el espaldar de una silla del comedor, dejé mi bolso y el abrigo.

—Mujer... ¿Quieres algo de beber? Y acomoda tus cosas por ahí sin problema. —Magdalena miró a su alrededor y finalmente, al igual que yo lo hice, colocó su abrigo sobre un brazo del sofá y luego se sentó en la esquina opuesta.

—Ni café ni té, algo más fuerte podría ser. ¡Je, je, je! Y por esa loca no te preocupes cariño. ¡Vamos!, ya que Amanda me ha contado antes de salir, que esta noche se va con su compañera de piso a buscar follón por ahí. —Me respondió Magdalena desde la sala, en tanto que yo abría el refrigerador buscando alguna bebida con alcohol, para poderle ofrecer a mi amiga.

—A ver, tengo vino, cerveza, y aguardientico. ¿Qué prefieres? —Magda, se colocó en pie, y se acercó hasta el mesón, mirándome de manera algo extraña, y sin dudarlo eligió la botella de aguardiente.

—Perfecto, entonces brindemos. —Y serví en las pequeñas copas aquel licor, casi hasta el borde.

—¿Y por qué o quién brindamos? —Me preguntó ella.

—Pues por nuestro aumento de salario puede ser. —Le contesté yo.

—Bahh, esa es una chorrada tesoro. Mejor hagámoslo por ti, y tu próximo viajecito con nuestro queridísimo «ogro». ¡Ja, ja, ja!

—Entonces brindemos por mi viaje. ¡Salud! Ayyy, Dios mío, estoy tan nerviosa, Magda. Será mi primera vez viajando sola, y a otro país. —Magdalena se sonrió de picaresca manera y en seguida me dijo...

—¿Sola? Hummm, para nada corazón. Vas a viajar en compañía de nuestro jefe. Él te va a cuidar, tiene mucha experiencia y así tu primera vez con él, puede que no sea tan traumática. ¡Je, je, je!

—¡Magda! Pero qué tonterías dices. Me refiero a que será la primera vez que viaje sola sin mi esposo. No te imagines cosas donde no las hay. Además, él es un señor casado y yo amo a Rodrigo. ¡Qué ocurrencias las tuyas mujer! —Y diciéndole esto, seguramente sonrojada, me empecé a poner un poco incómoda con aquella conversación. Bebí un poco de aguardiente, y hasta la mitad dejé la copa para luego tomar del refrigerador, una botella de agua.

—No te enojes tesoro. ¡Vamos! Que todas sabemos que el ogro no está para nada mal. Es cierto que es muy serio y algo esquivo, aunque está cambiando por algo, y vaya una a saber la razón ¡Ja, ja, ja! Pero no me podrás negar que es un madurito atractivo, y con todo lo demás muy bien puesto. Me matan esos ojitos grises. A ti, ¿no? —Y Magdalena se bebió su copa de un solo trago, para posteriormente servirse otro más.

—Pues sí, eso no se puede negar. En serio, ¿te gustan los ojos? A mí, muchas veces se me antojan fríos y vacíos, bastante tristes. —Y salí de la cocina, encaminándome hacia el balcón. Abrí las puertas, y luego de la mesa del comedor tomé el cenicero y de mi bolso, la cajetilla de cigarrillos. Magda llenó mi copa nuevamente y me la alcanzó, reuniéndose a mi lado a pesar de que ella detestaba el olor al tabaco.

—Silvia, tesoro, no sabes la envidia que me da saber que te eligieron para viajar con nuestro «ogrito». Yo en tu lugar aprovecharía para echarme una canita al aire, con él. ¿Te imaginas, darte un buen revolcón? ¡Ja, ja, ja! —Puse mala cara.

Y Finalmente... Ella & Tu Regalo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora