Diez

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Hacía dos semanas desde que había dejado a Jared. Dos largas y duras semanas en las que pensé que él iba a venir por mí e iba a pedirme perdón. No lo hizo.

Las náuseas y los mareos que tenía debido al embarazo y la tristeza por lo de Jared, me tenía recluida en mi habitación, acostada sin hacer nada. Mi humor estaba cayendo considerablemente y discutía con todos y por todo.

Jennifer se encontraba sentada en la silla de mi habitación mientras yo estaba sentada en la cama. Ella me observaba con sus ojos entrecerrados y supe que no tardaría en decir algo sobre mi aspecto.

— Qué mala cara tienes.

Tenía razón. Aunque no me había mirado mucho al espejo estos días, no había estado cuidando mi aspecto.

— Hiciste lo que tuviste que hacer. Tiene que abrir los ojos. Sí el decide marcharse, lo más seguro es que los demás acepten y lo sigan. Y podremos vivir sin problemas en algún otro sitio.

— Han pasado dos semanas y no ha dado señales de vida – suspiré pasando una mano por mi rostro. – A lo mejor es que no va a hacer nada y simplemente me dejará ir.

Mi amiga rio. - ¿Jared? No lo creo. Le importas. Te quiere de una manera que da miedo – susurró eso último.

La miré alzando una ceja. - ¿Tú crees?

— ¡Por supuesto! Aria – suspiró. – No será el fin. Ya lo verás. Él volverá a ti, solo... dale tiempo.

— Debería de haberme cuidado más, no debería de estar embarazada.

— No digas eso.

— Jennifer – suspiré negando con la cabeza. - ¿Cómo voy a traer a un niño en el mundo en el que está Jared metido? Es una locura, estoy asustada.

— Lo sé – pasó una mano por su pelo – Ya verás como toda la situación mejora.

Su móvil vibró y supe que Cody la estaba esperando abajo. – Tienes que irte.

— Sí – se levantó. – Pero volveré pronto. – Me dio un pequeño abrazo y la vi salir por la puerta.

Después de recogerme el pelo en un moño, salí de la habitación al mismo tiempo que mi hermano salía de la suya. – Y al fin el vampiro sale de la cueva.

Mi hermano me siguió a la cocina y abrí el congelador para coger algo de helado. – No hay – dijo apoyándose en la encimera. – Me lo he comido todo. – lo miré mal. – Oh vamos, encima que lo hago para que no engordes más y puedas entrar en tu vestido de novi—se calló.

Arrastré mis pies a la despensa y cogí la nutella, una cuchara y me puse a comer. - ¡No hagas eso! – dijo mi hermano quitándome el bote. – Te la acabarás toda.

— De eso se trata – se lo quité.

— Después se acabará.

— Muy inteligente – chupé la cuchara.

— Tendrás que ir a comprar más.

— Le diré a mamá que vaya.

Mi hermano se agachó a la altura de mi barriga. – Si sales con barrillos no me extrañaría, tu madre se hincha a chocolate. – rodé los ojos y Erik se incorporó. - ¿Hasta cuándo vas a seguir así?

Terminé de beberme un vaso de agua para después contestarle. – Hasta que se acabe la nutella.

— Me refiero a depresiva.

— No lo sé, supongo que hasta que se me pase - removí la nutella con la cuchara.

— Hiciste bien en dejarlo. No merecías toda esa mierda, Aria.

2. Saga Cree en mi -Recuerda DiciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora