Capítulo 3

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Viajadores.

Los años pasaron volando, mi carrera había sido culminada.

Veintitrés años tenía ya y por primera vez me había enamorado, Ziyi era el nombre de la persona que ocupaba mi corazón. Aún no me había declarado a ella pero las señales que ella me transmitía lograban que me convenciera de que era algo mútuo.

Fue interesante ver cómo me sonrojaba y me comportaba como un adolescente cuando ella aparecía en mi campo de visión, pero era la única persona que lograba poner mi mente tan ocupada y cansada, en una más ligera que pensaba en algo más que solo las responsabilidades que tenía día a día.

Una tarde, luego de pasar con ella en una cita, otra vez la vida me golpeaba y me hacía regresar al mundo en el que sobrevivía.

Mi padre murió en un accidente.

No estaba preparado para un dolor más, para una pérdida más, para una despedida más, pero era inevitable. A-Cheng no entendía lo que sucedía pero me cercioré de que no se enterara de la verdad por ahora. Lloré cuando el ataúd fue trasladado al fondo de aquel hueco de tierra y luego cellado con esta para quedar ahí por la enternidad. Un día oscuro y frío, un silencio perturbante y una amarga despedida. A pesar de que mi padre no había sido un padre ejemplar, no quitaba el hecho de que me ha cuidado al igual que a A-Cheng, no mostró su cariño hacia nosotros pero nunca se molestó de verdad. Y ahora se había ido para siempre.

Regresamos a la casa en silencio con nuestras vestimentas negras, A-Cheng se había dormido en mis brazos, a su edad ya pesaba lo suficiente como para entumecerlos. Apenas llegué a su habitación, lo acosté en la cama y lo arropé, luego salí en silencio. Afuera, no esperaba encontrar a la señora Zhu mirándome seriamente, aún con el maquillaje escurrido por el llanto.

—¿Se le ofrece algo? —pregunté mirándola de regreso.

—Mira, voy a dejar las cosas claras de una vez, sin rodeos. —dijo poniendo una mano en su cadera. —La única razón por la que vivían aquí era por Xiao, pero ahora no hay motivo para que yo los deje quedarse.

Yo fruncí el ceño confundido y preguntó. —¿Está echándonos?

—Sí, tú ya eres un joven con profesión, conseguirás trabajo y podrás mantener a tu hermano y yo les pasaré dinero, aunque puedo no hacerlo también, Xiao ha dejado todo a mi nombre, estaba tramitando dejarles a ustedes también pero se fue antes de hacerlo.

—¡Señora Zhu! —exclamé indignado. —A-Cheng, él...

—No es mi obligación velar por ustedes. Pueden ir recogiendo sus pertenencias. —dicho esto, dio media vuelta y se retiró.

De mi boca salió un largo suspiro, mis manos se hicieron puño y caminé en silencio hacia la que ya no sería más mi habitación.

Me senté en el suelo y cerré los ojos pensando, ¿qué haré? Apenas eran días de lo que me había graduado, nadie me aceptaría sin siquiera un año de experiencia laboral. De todos modos lo intentaría, saldría adelante con A-Cheng. No tenía nada que hacer en un lugar dónde no me querían y dónde ni siquiera me sentía cómodo. Era hora de un nuevo cambio, algo brusco pero nada imposible de manejar.

Entonces tomé mis cosas y fui empacándolas una por una, también las de Cheng Cheng. Solo me quedaría esa noche y mis pies mañana estarían lejos de aquella casa.

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—¿A dónde vamos? —preguntó A-Cheng a la mañana siguiente. Lo había bañado y puesto una ropa abrigada, ese día hacía frío. El sabía que nos iríamos a algún lugar, ya que había un par específico de zapatos que él había declarado "los viajadores", y estos solo los usaba cuando se caminaba por un gran tiempo. A-Cheng al ver como los ponía en sus pequeños pies, él ya tenía una idea y su pregunta ya la había esperado.

—Iremos de vacaciones los dos solitos. —sonreí mientras ajustaba sus agujetas.

—¡Yehh!, ¿A dónde? —preguntó entusiasmado. Este niño rara vez salía de la casa, mi padre y la señora Zhu no se molestaban en sacarlo a jugar o caminar, a consecuencia, "los viajadores" estaban casi nuevos. La únicas veces era cuando yo salía de vacaciones o no tenía tareas.

—Es una sorpresa, nos quedaremos muchos días y será divertido. —le dije y me puse de pie, revolví su cabello y le acomodé su suéter. —Es hora de irnos, A-Cheng.

—¿Me comprarás unas papitas?

—Sí, una bolsa grande. —le di la sonrisa más convincente que pude.

—¡Vamos, vamos! —caminó hacia la salida, yo tomé todas las maletas y mochilas asegurándome que no quede nada y lo seguí.

En la salida estaba la señora Zhu, con su bata de baño, cruzada de brazos con su expresión seria de siempre.

—¡Adiós, señora Zhu, le traeré algo! —exclamó A-Cheng y cruzó la puerta. Ella solo asintió y miró hacia otro lado.

—Bien... —la miré e hice una reverencia. —Gracias por habernos soportado tanto tiempo. Espero no la molestemos más.

—No lo creo, les mandaré algo de dinero cada mes, lo hago por Xiao, no por ustedes. Asegúrate de hacerme llegar tu dirección y enviaré el dinero. —luego de lo dicho, se metió a la casa sin regresar a ver.

—¡Zhan-ge, vamos! —gritó A-Cheng alzando su mano.

—¡Voy! —respondí, comencé a alejarme y antes de marcharme miré por última vez la casa y susurré:

"Gracias".

Y entonces nos fuimos.

—¿Por qué la señora Zhu no vino con nosotros?

—Ella no quiso ir.

—¿Por qué?

—Porque tenía que ir a hacer otras cosas.

—Mm, ¿y papá?

—... Padre está en un viaje muy largo.

—¿Por qué?

—Porque... su jefe le ordenó que vaya de viaje.

—Mm.

Un nudo en mi garganta se formó, pero me mantuve firme. Tomé la mano de A-Cheng para cruzar la calle y antes de esquivar disimuladamente una tienda de abarrotes, mi hermanito ya la había visto mucho antes que yo. Apretó mi mano y supe inmediatamente que no iba a dar un paso más si no le compraba su bolsa de papitas. Y no podía negarle aquello, a mi igual se me antojaban.

—Ve y escoje una bolsa. —le dije mientras bajaba las maletas y sacaba un billete. —Te espero.

Entró a la tienda y pronto salió con unas papitas, y un helado y semillas de girasol.

—A-Cheng, ¿dónde está el cambio? —le pregunté acusándolo con la mirada.

—El señor de la tienda dijo que me alcanzaba para más cosas y compré.

Suspiré y negué con la cabeza. Para la próxima le daría el dinero exacto.

—Bien, andando. —dije, levanté las cosas del suelo y retornamos nuestro camino. —Come primero el helado, se va a derretir.

Hacía frío y este niño se compraba un helado, los niños de ahora, ah...

La estrella más brillante del cielo nocturno (YiZhan) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora