Capítulo 2

267 42 1
                                    

Sopas y zanahorias.

Pasaron dos años, me abría paso al quinto semestre. Me iba bien en la Universidad, al menos mi padre mostraba un poco de orgullo al saber que su hijo era bueno.

A-Cheng iba rumbo a los 4 años y su callada actitud se mantenía, pero también había ocasiones en las que armaba rabietas que obviamente era yo quién las paraba.

Era curioso y amaba verme dibujar. Era un niño feliz.

Mi vida universitaria resultó ser tan simple, días en dónde los deberes se acumulaban, días de descanso, malas noches, madrugadas y ojeras. Algo normal, un ciclo que se repetía cada semestre. A-Cheng por lo contrario, estaba muy entusiasmado por entrar al parvulario, en pocos meses lo inscribiría y tan solo pensarlo me hacía suspirar. Ya no podría tenerlo en la guardería, tendría que encontrar a alguien que me ayudara a dejarlo y traerlo del centro infantil, y la única opción que tenía era la señora Zhu.   Iba a ser difícil que ella aceptara de buena manera llevar y recoger a mi hermano.

—Señora Zhu, por favor. —era la tercera vez que repetía aquellas palabras y la mujer de mi padre solo arremetía con una respuesta negativa. —Sabe que A-Cheng la considera su mamá aunque usted no le ha dado motivos, piense en él, no en mí.

—Sabes que el niño no ha sido de mi agrado, no le he dado motivos para que me llame así. —se cruzó de brazos y miró hacia el frente. —Pero ya que insistes, lo haré.

Sonreí y me sentí aliviado al oír su respuesta.

—Pero tú a cambio harás los quehaceres, ir a dejarlo y traelo me quitan tiempo.

Suspiré y asentí, de todas formas, yo ya hacía aquello sin que ella me lo dijera, ella era la mujer de mi papá y yo era la empleada doméstica. La casa sería un desastre si yo no hacía nada allí, robarse el crédito que ni siquiera necesitaba de mi padre era lo único que ella hacía. Haciéndose ver como una "esposa ejemplar".

.
.
.

A-Cheng fue al parvulario, hizo amigos y aprendió muchas cosas, ahora mismo, me esmeré en acabar todas mis tareas para llegar a tiempo a un programa en el que él se presentaría.

Llegué al centro infantil, pude vislumbrar a lo lejos a mi hermano en medio de tantos niños de su misma edad. Me quedé escondido sin que él me encontrara, sabía que el primer número del programa era la coreografía en la que mi hermano participaba. Era mejor que no me viera en ese momento, se pondría nervioso y haría una rabieta de la vergüenza. Cuando la música empezó, pude sobresalir en medio de la gente y saqué mi cámara para tomarle algunas fotos mientras él seguía concentrado en hacer los pasos al igual que los demás. Sonreí, se me daba bien la fotografía, mi hermanito se veía muy bien con su disfraz de zanahoria.

Cuando acabó la canción, por primera vez alzó su vista buscando a alguien y cuando me vio hizo un puchero, avergonzado. Yo sonreí y me acerqué un poco para llamarlo hacia mí. Él obedeció y cuando estuvo a mi lado me puse en cuclillas y le removí algunos cabellos que se habían pegado a su frente debido al sudor.

—Lo hiciste muy bien A-Cheng. —lo elogié y le sonreí. —¿Quieres jugar con tus amigos un rato o vamos a la casa?

—Un rato. —respondió y asentí, lo vi correr detrás de sus compañeros y yo me levanté siguiéndolo de cerca.

Los niños de su edad eran imparables, corrían de un lado a otro y gritaban y reían mientras lo hacían. Habían más números de los demás grados pero yo había ido solo por ver a mi hermano, así que me senté en una banca y lo miré a lo lejos, jugando. El parque infantil me recordaba mucho a mi madre, cuando ella me empujaba para que el columpio oscilara más y más rapido. Sonreí con tristeza, A-Cheng no pudo sentir lo que yo sentí, no sabe lo que es tener una madre amorosa que tan solo su sonrisa vigorosa hacía sentirte dichoso.

La música del programa se escuchaba distante a pesar de estar solo un poco alejados, en el parque, junto con los amigos de mi hermano.

Fue en un segundo entonces, cuando vi que mi pequeño hermano cayó al suelo arenoso sin ningún cuidado. Los otros niños se asustaron, y yo corrí en seguida hacia él. A-Cheng respiraba agitadamente y todo su cuerpo ardía.

Llamé a la ambulancia, el programa también paró un rato y muchas personas se reunieron curiosas. Mi hermano fue subido a la ambulancia, yo fui con él. Llamé a mi padre y por si acaso a la señora Zhu, era un mar de nervios, mi cara palidecía y mis ojos amenazaban soltar lágrimas por el miedo que sentí.

Vomitó en el trayecto al hospital, los paramédicos me informaron que era un golpe de calor y yo me sentí el peor hermano del mundo. Lo descuidé.

Afortunadamente los médicos acudieron enseguida, pasaron horas, muchas, para que mi hermano mejorara. Y yo tan solo me recriminaba mil veces lo incompetente que había sido. Recibí regaños de mi padre y la señora Zhu, pero era lo que merecía al no cuidar bien de A-Cheng.

Los doctores también informaron un problema que se había detectado mientras trataban a mi hermano. Su corazón no funcionaba adecuadamente. Mi hermanito tuvo que comenzar a tomar medicamentos para su enfermedad, era tan pequeño, no pude evitar llorar cuando lo supe, era la misma enfermedad de mi madre. Dijeron que con el tratamiento todo estaría bien, eso me alivió la vida infinitamente.

Tuvo días de reposo tras el golpe de calor, yo había terminado el quinto semestre, lo que garantizaba que el trato a mi hermano fuera como de un sirviente al príncipe. Preparé comida para él y por fortuna, sabía cocinar y se me daba muy bien. Comió todo y sonrió, amaba su sonrisa, era como la de mamá. Siempre decían que yo era la viva imagen de mi padre, si ese era el caso, mi hermano era la viva imagen de mi madre.

—Zhan Zhan, ¿te gustó la sopa de pollo que te hizo tu madre?

—¡Sí! ¡Otro tazón!

—Aiya, Zhan Zhan ya vas por el tercero. —mi madre hizo un puchero pero pronto sonrió y me acarició el cabello antes de decir:

“Todo lo que quieras, mi corazón".

Sonreí con nostalgia, vi a A-Cheng comer en silencio el segundo plato y me acerqué quedando a un lado de la cama.

—¿Te gustó la sopa? —sonreí mientras mi mano acaricaba su cabeza.

Y Cheng Cheng asintió.

—Ese es mi niño. —sonreí y revolví sus cabellos.

Cuando terminó, dejé el plato en la bandeja y me apresuré a limpiar su boca.

—¿Quieres algo más? —pregunté, ahora arropándolo y recostándolo con cuidado.

—Quiero ver Avengers.

Sonreí de nuevo, me levanté y antes de ir por la película le dije:

"Todo lo que quieras, A-Cheng".

La estrella más brillante del cielo nocturno (YiZhan) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora