Capítulo 5

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Pan dulce.

Mi primer día de trabajo en una pastelería, el dueño del lugar me había aceptado de inmediato y ahora, justo después de una ducha fría, estaba listo. Eran las seis de la mañana, A-Cheng se levantaba para ir a la escuela, calenté agua para él y lo bañé, sequé su cabello y le acomodé su pequeño uniforme, hice el desayuno y faltando cuarto para las siete, salimos a paso ligero hacia el jardín. Llegamos cinco minutos antes, A-Cheng fue a su salón y entonces pude correr a todo lo que daban mis piernas hacia el local. Había calculado mal el tiempo y se me hacía tarde, debía apresurarme, no podía dar una mala impresión en el primer día. Así que afortunadamente, tan solo dos minutos después de las siete en punto, jadeando, llegué a la puerta de la pastelería. Y no estaba abierta.

¿Eh?

Miré a mi alrededor, no había manera de que me haya confundido. Aún cansado, me apoyé en la pared y esperé, y esperé. Quince minutos después, pacientemente, seguía afuera tarareando al azar. Fue allí que en una de mis miradas vagas, visualicé al dueño de "Garden Cake" que se asomaba por la esquina de la tercera cuadra, venía a paso lento, casi como si bailara lentamente el vals. Armoniosamente se dirigió hasta donde yo estaba y al momento de tenerlo a dos metros de mí, me dispuse a saludar haciendo una reverencia.

—Buenos dí...

—¡Hola, muchacho! , eres puntual por lo que veo. —el señor Lei no había dejado que termine de saludarlo formalmente, él tan solo se aventó y apretó mi mano en un saludo demasiado amistoso. —Lamento la tardanza, surgió un percance. —sonrió y sacó la llaves del local.

Fue extraño, se suponía que yo sería el que ofrecería disculpas, y resultó al revés.

—A-ah, no se preocupe. —le dije, las puertas fueron abiertas y entré tras el señor Lei. El olor impregnado del dulce olor del azucar y pan caliente rozó mi nariz. Era un olor persistente, actual. Fue entonces que me di cuenta que dentro del local ya habían más personas. Eran los pasteleros.

—Supongo que será la primera vez que los veas. —dijo el Señor Lei. —Yu, A-Ling, tenemos al nuevo mesero, vengan a saludar.

Una señora, de unos treinta y cinco años se asomó primera y seguidamente, un chico de al parecer mi misma edad apareció tras ella.

—Hola, soy Xiao Zhan, un gusto.

La señora sonrió, se aproximó y detalló su mirada en mí, de pies a cabeza.

—Con este mesero, tendremos muchos clientes a partir de ahora, solo mira que guapo está. —comentó y yo atiné a sonreír tímidamente mientras proseguía a bajar mi mirada. —Soy Wang Yu, un gusto muchacho. —estrechó su mano con la mía.

Luego, el muchacho que estaba a unos pasos más allá, se acercó e igualmente me miró.

—Soy, Zhao Ling, bienvenido. —el chico parecía ser alguien serio, no dijo nada más.

Y luego de aquello, el mandil me fue entregado junto a la escoba y un recogedor. Barrí, limpié y acomodé las mesas, todo estaba en orden desde mi perspectiva, solté un suspiro satisfecho y dejé los artículos de aseo en su lugar, faltaba unos minutos para que los clientes comenzaran a llegar.

Aunque a veces llegaba a ser torpe, ser mesero esta vez me mantendría atento a mis movimientos. Entonces, al cabo de tan solo unos segundos, una tras otra, las personas entraban y salían del local, no me sorprendía que la pastelería tuviera tanta clientela, los postres que habían a disposición se veían apetitosos. Compraría uno para A-Cheng.

Al medio día, era el descanso y la hora del almuerzo, y por supuesto, correr como en un maratón ya se iría haciendo rutina, me dirigí hacia el jardín de mi hermano, llegué a tiempo a recogerlo y así, igual de rápido, paramos en un mercado, compré algunas cosas y regresamos al departamento. Allí, con mis habilidades culinarias preparé el almuerzo. Comimos y de nuevo tuve que ir a dejarlo en la escuela y yo a trabajar.

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Los días pasaban, ya se había vuelto una rutina la nueva forma de vivir. Ese día, mi hermano no tuvo clase en la tarde, por tanto, debía quedarse en el departamento. La señora Chen se había ido a visitar a su hijo, no había nadie quién se encargara de cuidar a mi hermano, pero no tenía más opción que dejarlo solo.

Aún con el uniforme, A-Cheng se demoraba lo normal en comer, mientras yo degustaba a toda prisa, él me veía algo curioso por mi extraño apetito voraz.

—Cheng Cheng, necesito que te quedes aquí, volveré más tarde. —me levanté con el plato vacío hacia el lavadero. —¿Serás un buen niño?

A-Cheng se quedó en silencio, sus cejas se arquearon en confusión.

—¿Por qué? ¿A dónde vas?

—A trabajar. No puedo llevarte allí.

—Zhan-ge, no quiero quedarme solo. No está la señora Chen.

—Ya lo habíamos hablado, regresaré más tarde, ¿de acuerdo?

—¡No! —gritó y supe que iniciaría un berrinche.

—A-Cheng... Te traeré un pastel cuando regrese.

—¡No, no!

—¡A-Cheng! —levanté la voz.

Mi hermano se calló por un momento pero su labio tembló y me temía que vendría lo peor. Sus lágrimas se soltaron y los sollozos fueron intensos y en incremento.

—A-Cheng... Vamos, no me voy por mucho tiempo.

—¡Ge, ge! —lloró y se agarró de mi pierna.

Se suponía que mi hermano se quedaría obedientemente

—¡Bien! Te llevaré pero no te mueves de dónde te diga.

—¡Sí!

—Bien, ahora apresurémonos que se nos hace tarde.

Lavé los platos y ayudé a mi hermano a ponerse otra ropa. En cuanto cerré la puerta, tomé de la mano de A-Cheng y a toda prisa nos dirigimos a la pastelería. Corrimos, aunque a medio camino tuve que subirlo a mi espalda.

Llegamos a tiempo y cuando entré a "Garden Cake" el dueño me observó interrogante al verme con un niño escondido y trepado detrás de mi.

—Lo siento. —hice una reverencia apenas bajé a A-Cheng y lo expuse ante los presentes. —Es mi hermano, no quiso quedarse solo en casa, yo...

—Pero miren, es tan lindo. —la señora Wang se acercó y se puso a la altura de A-Cheng. —¿Qué edad tiene este pequeñito?

—Seis años.

—Oh, vaya, pensé que tenía menos. —se sorprendió y luego acarició su cabeza. —¿Quieres un pastelito?

Mi hermano me miró con recelo y luego asintió lentamente.

—¡Ay, es una ternura!

Si supieran el berrinche que armó hace un rato

—Señor Lei, lamento las molestias, le prometo que no se moverá.

—No hay problema, si no interrumpe en tu desempeño, está bien.

—¡Gracias!

Y luego de recibir un pastelito lo senté en una silla alejada y lo dejé ahí, advirtiéndole sobre su comportamiento.

Continué trabajando, las horas pasaban y aunque me pareció increíble, A-Cheng no parecía aburrido, un video educativo infantil en mi celular lo mantuvo entretenido, hasta más después, que comenzó a cabecear y quedarse dormido. Fue entonces que, a las seis de la tarde, mi jornada había terminado y con ello, mi hermano regresó a casa conmigo cargándolo en la espalda.

Llegamos y me dispuse a hacer la cena. Comimos viendo Bob Esponja en la televisión y habiendo terminado todo, por fin pudimos descansar.

Un día agitado pero nada que no se pueda hacer.

La estrella más brillante del cielo nocturno (YiZhan) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora