Capítulo 14

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Hermano.

Desde que nació, A-Cheng fue mi motivo de seguir, de superarme y salir adelante. Lo tuve en mis brazos cuando apenas había venido a este mundo, tan pequeño e indefenso. Lo cuidé, lo amaba tanto como podía, porque yo era su sustento y él era una pequeña parte de mis padres y de mí, mi hermanito.

Aprendió a dar sus primeros pasos con mi ayuda, yo procuraba que por ningún motivo se hiciera daño. Pediente de él y sosteniendo sus manos a cada paso. Cuando comenzó a hablar y dijo mi nombre, en verdad me sentí dichoso, tan feliz de ser su primera palabra.

Cuando tenía pesadillas, cuando algún escarabajo se encontraba cerca o cuando simplemente quería ir al baño, yo era quién estaba a su lado.

Sin embargo, la forma de cuidarlo era más especial que a un niño normal, con su enfermedad, debía concienciarlo sobre las cosas que podía y no podía realizar. Sin embargo, no quería mantener a A-Cheng encerrado en una burbuja, me gustaba mucho la idea de que mi hermano tuviera un vida normal por lo que aunque su corazón le limitaba, había muchas maneras de hacer que él no se sintiera despachado o que no encajara en la sociedad.

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Al poco rato de despertarme, me puse a pensar en el sueño que tuve. A-Cheng y yo en un campo de flores de jazmín, jugando y riéndonos mientras éramos filmados por Yibo que nos seguía con su cámara y a instantes lanzaba unas cuantas flores hacia mí. Luego, todo alrededor se desvanecía, el campo se marchitaba y el viento se llevaba las ramas secas en su paso. Yibo y A-Cheng no estaban, el sol se ocultó y quedé en completa oscuridad, fue allí cuando desperté. Me extrañé por el raro sueño que tuve, más no le di tantas vueltas.

Me moví hasta quedar derecho en la cama y vi el lugar vacío de Yibo, fue en ese momento que recordé que ni siquiera había llegado a dormir. Era probable que no regresara en toda la semana por su trabajo. Esto pasaba seguido, a veces él, a veces yo, ambos teníamos que acostumbrarnos a que algunas veces no habría nadie acostado a nuestro lado. El punto bueno era que, sabíamos sobrellevarlo, ya dos años juntos, nada podía opacar nuestros sentimientos.

Los días pasaban, y mi pesada agenda me mantenía a tope. Al menos, esta mañana la tenía despejada, entonces se me ocurrió hacer galletas, Yibo las amaba, las comía en sus tiempos libres. Comencé a mezclar los ingredientes y mientras tanto, tarareaba una canción, el silencio en la cocina era opacado de esa manera. Con la mezcla ya hecha poco después, las puse en la bandeja para luego meterlas en el horno, al verlas allí, esponjándose un poco, estuve satisfecho con mi obra. Tuve que esperar hasta que se doraran y que el buen olor comenzara a flotar en el aire. Luego de sacarlas y ponerlas en un recipiente, se me ocurrió tomar una foto de ellas, en un ángulo en dónde se veían como una obra de arte y de aspecto apetitoso, y al terminar, se la mandé a Yibo por mensaje.

Xiao Zhan: Hice galletas, que lástima que no puedas probarlas.

El mensaje fue visto, pero no respondido al instante. Esperé y esperé, comiendo algunas en tanto.


Wang Yibo: Amo tus galletas, y te amo a ti. Cuando regrese podemos hacer más ♥️. Te escribo luego.

Xiao Zhan: Esfuérzate, yo también te amo bebé ♥️.

Minutos después, antes de comenzar a alistarme para salir ya que me esperaba una entrevista, llamé a la abuela para preguntar cómo se encontraban. La abuela Chen me hizo saber al instante que Cheng Cheng quería ir a una excursión que se realizaba el día de mañana. Por supuesto, no me pareció una buena idea. Él no debía esforzarse.

—Abuela, A-Cheng no puede ir allí.

—Yo igual se lo dije. —respondió ella. —Pero parecía demasiado entusiasmado. Él dijo que todo iba a estar bien, que sería cuidadoso.

—Pero... —suspiré con pesar. —Este niño... —susurré, tocando el puente de mi nariz, tratando de relajarme. —No va a cambiar de parecer, es muy terco.

—No ha tenido recaídas y él aseguró que estaría bien.

—Supongo que no puedo negarle el ir. —resoplé. —Abuela, encárgate de que no se olvide de tomar sus medicinas y que se cuide en todo momento, por favor.

—Lo haré, Zhan Zhan, no te preocupes, niño.

—Mnn, gracias abuela Chen.

Colgué la llamada. Estaba preocupado.
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Pocas eran las veces en que tenía recaídas, no era frecuente las ocasiones en dónde su corazón le jugaba una mala pasada. Gracias a los medicamentos, el doctor dijo que viviría muchos años, pero siempre había un riesgo que correr y todos lo sabíamos, por eso, su vida entera debía consumir la medicina, cada mes tenía una revisión en el hospital. Al su corazón fallarle, no crecía al mismo ritmo que los demás niños y la mayoría de las personas a consecuencia, pensaban que era mucho más menor de lo que aparentaba. A-Cheng era un niño tranquilo, inteligente, noble, era como mi madre. Se podría decir que había días buenos y malos, los malos era específicamente cuando una recaída se presentaba.

Hoy era uno de esos días, A-Cheng fue llevado al hospital tras aquello, y fue internado. Yo fui informado por la abuela y apenas ella acabó de decírmelo salí enseguida hacia allá. Era noche, aún así no perdí tiempo. Temía que algo así pasara, la excursión fue una mala idea. Eso pensaba y me recriminada mil veces por haberlo dejado ir. Tal parecía que la excursión había sido el detonante, pero el problema venía desarrollándose desde algún tiempo atrás, silenciosamente.

Al otro día, los doctores comenzaron a hacerle exámenes y más tarde los resultados fueron anunciados.

Los medicamentos ya no estaban funcionando. Y el corazón de A-Cheng cada vez se estaba deteriorando. Si los nuevos medicamentos no surtían efecto, mi hermano sería puesto en la lista de espera para recibir un nuevo corazón. Un trasplante... por favor, no.

La estrella más brillante del cielo nocturno (YiZhan) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora