Capítulo 3

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Quiero aclarar dos cosas, la primera es que esta canción me gusta por lo épica que puede llegar a ser.

La segunda les recuerdo que esto es una pelea así que quiero dejar en claro que si me queda mal es por que saben que aún estoy intentando mejorar en escribir peleas, sin embargo como compensación PUEDE que haya beso así que no se despeguen 

—Maldita sea— murmuro el blondo desde su escondite, no sabía que pasaba, si es que Elizabeth estaba tan metida en sus pensamientos como para poder ver lo que se avecinaba o de plano él ya estaba tan loco de ira que empezaba a ver ilusiones de humanos que no estaban ahí. 

Gruño con furia rasgando ligeramente la corteza de el árbol en el que estaba espiando a el hada y se fue de ahí rápido provocando un sondo como el de un pájaro huyendo levantando la mirada de la susodicha. Elizabeth salió de sus pensamientos cuando las hojas de los árboles hicieron un estruendo, sus ojos profundamente azules miraron hacia la lejanía algo deprimida pero su momento de nostalgia tuvo que terminarse en un parpadeo, una bola de pulso se dirigía hacia ella, el relincheo de los caballos cada vez estaba más cerca y el sonido de el metal de las armaduras chocando penetraban sus oídos. Pudo deducirlo en menos de 5 segundos, el rey intentaba entrar ilícitamente a el Páramo una vez más 

Frunció el ceño con enojo dejándose caer a el vacío para conseguir impulso y llegar hasta ellos, se había prometido que no permitiría que ningún humano con malas intenciones entrara a su hogar, no iba a permitir que otra guerra se desatara, puede que ella no recordará mucho de ese horrible fenómeno pero al menos por cuentos que helbram y las hadas le contaban o incluso por las descripciones de meliodas eso fue algo traumante. 

*

Cabello rojo canoso, una barba grande y larga que le daba para apariencia de ser alguien muy mayor de edad pero pese a su cara llena de arrugas como una pasa, el soberano vestía su brillante armadura de color plata que le daba aires de importancia celestial, se creían dioses con sus brillantes coronas y un cargo mayor, se creían los mejores solo por poder pisotear a la gente de menor estatus. Que estupidos, deteniendo su caballo para que poder darse media vuelta, el terrible soberano solo sonrió con burla al mirar el bosque que dividía a los humanos de la magia 

—¡He aquí el misterioso Páramo que nadie ha osado penetrar por miedo a esas mágicas criaturas!— muchas risas de todos los hombres en su batallón se dejaron escuchar —¡Pues ya no más, yo hoy digo destruyanlas y maten a todo el que se mueva!—  más gritos y alaridos de alabanza, más personas que estaba de acuerdo con su rey, esa clase de cosas hacia que el ego de él soberano aumentará de tal forma que también se rio con burla de el Páramo y su reino. Todo fue silencio a los segundos siguientes, miradas asombradas, algunos que se acobardaron, otros que murmuraron y enfrenté de todos justo en la entrada de ese reino mágico una mujer se alzaba

—¡Den la vuelta!— gritó a todo pulmón, lo único que consiguió fue que el soberano le lanzara una mirada libinidosa y recorriera con sus ojos todo su cuerpo 

— Un rey no sigue las órdenes de una perra con alas —

—Tú, nunca serás mi rey — eso calló la cantidad de risas que habían salido de la boca de esos despreciables hombres, todos se quedaron en un silencio sofocante e indignados por completo. Esa mujer con cuerpo de zorra se había atrevido a faltarle al respeto a su majestad y ahora los fulminaba a todos con esos ojos profundamente azules 

ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora