Capítulo 10

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Ambos se escondieron detrás de unos árboles oscuros donde solo sus obras y ojos podían divisarse. Una humana que estaría muy entretenida con su alrededor no podría poder verlos ni nada por el estilo, pero la realidad era que es princesa les causaba a ambos tanta curiosidad que sin importarles mucho solo pegaron sus cuerpo para esconderse, meliodas dejó caer a la princesa en el suave pasto haciendo que despertara y luego entrelazó sus dedos con los de el hada sin alas escuchando su respiración. Estaban muy cerca, solo ella lo noto pero aún así decidió no moverse, la calidez de el pequeño cuerpo de el blondo solo le daba una hermosa sensación junto aún palpitar en su corazón 

Melissa finalmente se levantó de el suelo mirándose a si misma ¿qué había pasado?, lo último que recordaba es que miraba como el pequeño ciervo se alejaba lentamente, como un crujido detrás de ella la puso tensa y finalizó con cerrar los ojos y perderse en el vacío. Se dio la vuelta ligeramente asustada cuando escucho unos pequeños murmullos. ¿En dónde estaba? Eso no era el bosque ni su casa, estaba en una especie de lugar de ensueño que nunca había visto antes. Montañas y árboles llenos de energía dorada, flores que relucian de forma mágica, un lago tan cristalino que podían verse hasta sus pecados; pero lo que más llamó su atención fue cuando sorpresivamente una mujer de cabellos rubios llegó hasta ella y empezó a rodearla con curiosidad. Elizabeth casi suelta un respingo pero sorpresivamente el blondo la callo con un beso que terminó tan rápido como comenzó

—Shhh sabes que gelda solo aparece cuando hay personas de corazón puro — le susurro a el odio, su aliento cálido acarició cada parte de su cuello y oreja causándole escalofríos. Maldito sea el día en el que empezó a verlo más atractivo de lo que ya era

—¿Quién eres pequeña niña? —

—M-Melissa —le respondió con su dulce voz y una sonrisa en su rostro. Miraba como la mujer con vestido daba vueltas a su alrededor observándola y como sus ojos rojos relucian como rubíes —¿Eres un hada? —la rubia rió

—Algo así. Tienes un corazón tan puro —la niña simplemente sonrió agradecida y junto sus manos en su corazón

—Eso dicen mis tías — murmuró en voz baja al observar como un par de hadas llegaban hasta ella. Tenían alas azules y se quedaron ala lado de gelda mientras la miraban sorprendidas

—Jenna y zaneri — susurro elizabeth al verlas llegar. Lamentablemente las hermanas la escucharon de inmediato, se miraron entre ellas con horror y miedo y salieron de ahí volando lo más rápido que podían. Gelda solo se despidió con la mano rápido y se fue en un parpadeo dejando a melissa ahí parada y completamente confundida. ¿Habían hecho algo que las ofendió? ¿Había dicho algo malo? Dejó de pensar en eso cuando repentinamente sintió un escalofrío y escucho un aleteo de un pájaro

No muy convencida, la niña pelirroja se dio media vuelta lentamente encontrándose con nada más que ramas de árboles y más árboles, oscuridad inmensa, y dos sombras que conocía perfectamente bien. Tuvo que controlar las ganas de saltar de la emoción y solo se quedó quieta en su lugar mirando a la nada

—Se que están ahí —meliodas se tenso—Salgan, quiero verlos —

—Si es que salgo, me tendrás miedo —le respondió el rubio ignorando la mirada recelos a de elizabeth

—Claro que no, se que ella también está ahí. Linda mujer — eso solo hizo que elizabeth se separara lentamente de el pequeño cuerpo masculino. Tenía la esperanza de que la niña olvidara su encuentro pero al parecer lo tenía bien presente en su mente y corazón. Su mirada onix deslumbró cuando escucho como las ramas de los árboles se movían violentamente dejando ver su sombra y luego sin esperar mucho se posó frente a frente con la hija de el desgraciado que le quito sus alas. Melissa se puso repentinamente sería aumentando el ego y la magia oscura en el cuerpo de la albina, tenía una apariencia desinteresada más que terrorífica. Su vestido blanco y su suéter rosado le hacian parecer frágil pero no lo era, mucho menos cuando sus ojos azules soltaban chispas de precaución mientras que su lenguaje corporal le decía que no se acercara a menos que quisiera salir lastimada. Seguramente conocía sobre la maldición

ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora