Capítulo 14

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—Mírenla— la voz gruesa de el rey les causo escalofrío a las tres hadas que habían llegado tarde. Una de las sirvientas que la había perseguido se encontró con la princesa tendida en el suelo frente a una rueca que pareció formarse de la nada, después de pedir ayuda llevaron a la dormida princesa hasta su habitación donde el rey ya la esperaba. Su plan había fallado y ahora su hija dormida justo como Elizabeth se lo había dicho. Maldita mujer —Todo esto por su culpa —

—S-Solo está durmiendo —añadió nervioso el de tez castaña mientras jugaba nerviosamente con sus manos 

—Solo está durmiendo—repitió el de cabellos albinos —¡Solo está durmiendo, para siempre!— grito con fuerza dándoles más miedo a las tres hadas que retrocedieron intentando escapar de su furia 

—N-No majestad. Aún tiene una esperanza, falta el beso —

—¡Si! De amor verdadero— helbram simuló estar besando a alguien siendo mirado con incredulidad por el rey. Estarossa no hizo nada más que solo bufar y luego golpeó a la pequeña hada mandándola a volar hasta que se estrelló en una pared. Las dos restantes fueron volando hasta su compañero de cabellos verdes para ayudarlo a levantarse y recomponerse de el fuerte golpe mirando a el rey con odio. 

—¡Ese dichoso beso no es real!— grito mientras aventaba una pequeña mesa que estaba cerca de ahí con el rostro enrojecido de la ira, incluso parecía que iba a salir humo de sus orejas or lo molesto que estaba en esos momentos — Quédense aquí y cuídenla — murmuro una vez destrozó aquel pequeño objeto de madera. El rey salió de ahí con el ceño tan fruncido que el entrecejo le temblaba, cerro las puertas a su espalda dejando a las pequeñas hadas pensando en cómo salvar a la princesa postrada en cama mientras ayudaba a helbram a sentarse 

*

Cuando Elizabeth y los demás llegaron hasta el castillo las cosas se complicaron más de lo que se esperaba. Wandle ya era un humano otra vez, meliodas mantenía por los aíre a el príncipe completamente dormido mientras que Elizabeth miraba horrorizada el laberinto de espinas de metal que estaban en la puerta principal . Así que eso se la pasó haciendo durante todos estos años 

—Es una trampa, te espera adentro — le advirtió el rubio mirando como no había nada de guardias que custodiaban la entrada, el obvio que la estaba esperando pero eso a Elizabeth no le importaba, debía de encontrar una forma de salvar a melissa así le costará la vida. La albina solo suspiró incapaz de pensar en alguna otra solución y de adentro entre las espinas esquivando las que podía para no quemarse, ante esto meliodas solo bufo y la siguió de inmediato recibiendo ayuda de el pájaro para proteger a el príncipe — Hmm, gracias meliodas— imitó la voz de Elizabeth en voz baja — Sin ti no lo lograría meliodas, coges como los dioses meliodas — 

—T-Te escuché — le advirtió el hada. Estaba esquivando todo con el mayor cuidado que podían Elizabeth se puso de lado para entrar entre dos pocos. Se agachó cuando uno le quemó la frente haciéndola soltar un gruñido y cuando parecía que ya estaba libre de ese hierro —¡Agh!— se quejó un poco, un pico se le había escapado y le había quemado su hombro. Se dio media vuelta mirando como el par de hombres sacaban sano y salvo a el príncipe rubio mientras ellos dos peleaban en voz baja. Al parecer por un pequeño error de el pájaro el príncipe casi muere y para salvarlo meliodas se quemó en el abdomen —Rápido, vayamos adentro —se apresuró a decirles en un susurro, el blondo y el pelirrojo solo se miraron rodando los ojos  salieron de el laberinto de espinas siguiendo a la albina 

Caminaron por pasillos y escaleras, ella no sabía dónde estaba la alcoba de la princesa pero wandle si, lamentablemente había dos caballeros que custodiaban ella puerta. Elizabeth bufo en bajo, no quería cuásar ruido ni nada para pasar un poco desapercibidos, con suerte nadie se enteraría de que ella estuvo presente en el castillo

ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora