—Señorita elizabeth — aproximadamente unos dos días habían pasado después de que las hadas hubieran empezado su labor de cuidar a la princesa el cuervo llegaba completamente asustado y abrumado hacia donde se encontraba la mujer de cabello plateado. Elizabeth estaba sería, pensando en las palabras de la confesión improvisada de el rubio mirando hacia la nada, apenas escucho como el cuervo la llamaba envuelto en alaridos nerviosos haciendo que incluso meliodas se diera la vuelta.
—¿Qué pasa wandle? — el pajarraco aterrizó en el brazo de su reina, hizo una reverencia improvisada y luego simplemente se sacudió con pavor
—Es la niña ella... —
—¿Los encontraste? — wandle asintió con la cabeza enérgicamente sonriendo aún en su forma pájaro, no lo hacía por maldad, la realidad es que en esos días se había encariñado con la bebé aunque era cierto que era muy muy ruidosa. Lloraba demasiado y todo por la culpa de las hadas, al parecer no era muy buenas para cuidar bebés—¿Dónde están? —
—¡Sigame! — elizabeth no lo dudo ni un segundo, el pájaro extendió sus alas de inmediato empezando a guiar hasta el hada sin alas directo a la choza en el bosque que tenían las hadas para cuidar a la princesa, intentando ignorar su presencia lo más que podía, la albina avanzó sin ver cómo el rubio los seguía curioso de ver a la inocente niña durante todo el tramo de camino. El silencio era tenso y sofocante, había un extraño hilo que podía incluso verse de lo tirante que estaba todo. Meliodas aclaró su garganta nervioso, elizabeth contoneaba sus caderas intentando no pensar en nada y al llegar a el muro de espinas sólo hizo que las ramas se elevaran a su antojo permitiéndoles salir
—Oye ellie —el blondo fue el primero en romper el silencio — Lo de el otro día. Verás yo, lo lamento— la albina se quedó completamente callada deteniendo su caminar para poder mirarlo—Dije cosas sin pensar de lo confundido que estaba. Todo lo que dije olvídalo ¿si? Solo actúa como si nada hubiera pasado —
—¿Por qué quieres que actúe como si no hubieras dicho nada? —
—Es lo mejor. Las cosas dejan de ser incómodas de esa forma — meliodas no noto la mueca de desilusión en sus labios—Además tienes que admitir que fue una muy estúpida declaración de amor —
—Si, lo fue— murmuró la femenina cruzando se de brazos, su expresión seguía siendo indiferente ante la cara sonrojada de el mas bajó, esos ojos esmeralda brillando, el ver como se mordía su labio con nervios pero también ver como estaba ansioso de algo
—Solo olvídalo y de verdad lo siento —
—No te preocupes — no dijo nada más, la realidad era que no tenía nada más para decirle. No podía corresponder a sus sentimientos por el miedo, no podía besarlo por que su mente estaba enfocada en su venganza mientras que su cuerpo se movía inconsciente hasta donde wandle los guiaba. Apenas ella se dio la vuelta meliodas suspiro un poco aliviado dejando de morder su labio y les siguió el paso, después de haberle soltado todo lo que su corazón se había guardado por años se arrepintió en su árbol, tuvo una charla con su hermano menor haciendo que se diera cuenta de lo estúpido que había sido al declararse en una situación tan oscura y los dos días siguientes ella lo ignoro furiosa. Sabía que detrás de esa carita enojada había una elizabeth avergonzada pero decidió no hacerle caso a eso
—Es aquí —
—Qué choza tan patética — meliodas gruñó ante las palabras vanidosas de elizabeth y solo negó con la cabeza—Veamos — murmuró curiosa, escuchaba pequeños quejidos desde el interior. Unos suaves que parecían pertenecer le a una infante que pese a que sólo había visto una vez pudo reconocer, la princesa. Se asomó por la ventana con una mueca de si gusto al ver a la pequeña haciendo pucheros como si estuviera a nada de empezar a llorar y se le quedó viendo. Esa bebe tenía los mismos ojos ónix que estarossa, puede que casi no lo viera pues apenas había abierto los ojos muy poco, con eso poco —Es tan horrenda qué tal vez me da un poco de lástima — para su sorpresa la bebe solo le sonrío extendiendo una de sus manos asqueando a la hada —¡Raghhhhhh!—eso ni meliodas se lo esperaba, poniendo una expresión que asustaría a cualquier Niño, Elizabeth le rugió a aquella niña como si fuera un leon o dragón y espero su reacción. Para su mala suerte la infante se quedó seria y luego comenzó a reírse otra vez
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Elizabeth
FanfictionDesde pequeña fue de las más poderosas de el Páramo, un hermoso reino mágico en el que las criaturas confiaban las unas en las otras formando armonía, nunca estaba sola, siempre era perseguida por sus amigos que intentaban mantenerla quieta entre el...