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En el interior del Palacio del Norte se vive una gran celebración esa noche en la que la luna de sangre se alza sobre las cabezas de los presentes. Sirvientes corren de un lado para otro estando al borde del colapso mientras los invitados degustan de los más extravagantes manjares que el clan del norte puede ofrecer.

Carne de serpiente del río Ai bañada en picantes especias dejando la carne de un rojo intenso; vinos de viejas cosechas en el que su textura se ha vuelto de un rasposo agradable al pasar por la garganta contrastando el dulzor de este con el picante de las carnes. De charlas amenas se llena la recepción del palacio en lo que los protagonistas de la noche se mantienen fuera del ojo público pues su momento de hacer presencia todavía no ha llegado.

Luo Binghe tal como está destinado a ser, se roba la atención de todos los invitados en lo que esperan el inicio de la ceremonia central. Rodeado por los demonios más valientes que se atreven a hablarle para tratar de conseguir algún favor por medio de halagos los cuales al final solo reciben miradas de desdén del señor del bajo reino con los más sensatos viendo aquellos bochornosos espectáculos desde la distancia.

Aquel joven que alguna vez fue un loto blanco se ha convertido en la viva imagen de la imposición y el terror tanto de demonios como de humanos.

Luo Binghe, el señor del reino demoniaco quien siendo solo un crío logro derrotar a un rey demonio tan cruel e imponente como Mobei-jun es quien se apartó groseramente de quienes trataban de hablarle para ir a llorarle a su maestro.

Shen Qingqiu, el prístino cultivador que logro tomar el corazón de Luo Binghe entre sus manos acaricia con algo de vergüenza la cabeza de su consorte como si este fuera un cachorro al que debe calmar antes de que se ponga a llorar.

Es un contraste que se ha vuelto demasiado cotidiano ya.

Shen Qingqiu, el hermoso hombre de fuertes poderes espirituales que esconde su rostro tras el abanico de color olivo es la única razón por la que Luo Binghe no ha masacrado con total crueldad las colonias de ambos reinos, guardando con su sola presencia el atisbo de humanidad que le queda al hijo del alguna vez aclamado Tianlang-jun.

Incluso si la escena frente a ellos roza lo vergonzoso, nadie se atreve a mirar más de dos veces sus muestras de afecto y menos a hacer algún tipo de comentario malicioso hacia la pareja de su señor.

La siguiente ronda de aperitivos pasa por el salón, esta vez no siendo más que pato negro del lago Tang marinado en vinagre con finas especias. El olor es excepcionalmente atrayente al punto en que el puñado de humanos en la habitación quienes se han visto reacios a probar las comidas de los demonios llegan a tener una disputa con algunos cuantos para conseguir piezas de carne extra.

—¿Cuánto crees que falte para que empiece?

—Si ya vamos a la sala de ceremonias no creo que demoren mucho.

—Ya me quiero ir...

Distintos demonios, con distintas charlas que se pierden entre las demás. Algunas centradas en Luo Binghe y otras sobre el evento pronto a acontecer.

—No puedo creer que esa maldita cultivadora me arrebatara la última porción de carne en la bandeja.

—¿Qué hace aquí el consorte del señor Luo Binghe?

—Es el shixiong del prometido de Mobei-jun al igual que los todos los humanos que están acá.

Las miradas curiosas no se hacen esperar, el grupo de cultivadores que se recluyen en una esquina, pero todavía se muestran altivos y orgullosos llaman la atención de varios de los presentes al ser tan bien atendidos como los mismos demonios.

Un narciso que brota en invierno; svsssDonde viven las historias. Descúbrelo ahora