Tras el tiroteo y un par de robos a mano armada, la tarde cae y Jeff le cuenta sobre su salida de servicio. —Salgo ahora a las siete. ¿Me dejas en comisaría?—
—Sí, yo también voy a salir ya.—
—¿A que hora entraste?—
—A las cuatro de la mañana.—le lanza una mirada de reojo a su compañero, el cual le mira con mala cara. —No me mires así, no podía dormir.—
Jeff y Robert se conocen desde hace siete años, convirtiéndose así en la dupla con más experiencia. También conocen las rutinas el uno del otro, y mientras que Jeff tiene una dieta terrible, Robert no duerme casi nada, lo cual resulta en regañinas mutuas constantes.
—¿Otra vez? Creía que estábamos en una buena racha.—
Niega. —No. Han vuelto.—dice, escueto.—¿Has comido?—intenta cambiar de tema.
—Solo las patatas de antes.—
—Venga, vamos a cenar.—
—¿Me está pidiendo una cita, Capitán?—
Robert sonríe mientras inclina la cabeza hacia la ventanilla.Esta también es otra parte de su dinámica. Son un gran dúo dentro del trabajo, ya que ambos son muy profesionales. Pero llevan años con una tensión y un coqueteo continuo al que ninguno quiere ponerle nombre y que ambos niegan cuando les preguntan. La primera vez que llegaron más allá de un simple coqueteo fue en una borrachera en casa de Collins hace un par de años. Se besaron, en un breve roce tan solo durante unos segundos, y aunque prometieron no hablar de ello, cada vez que alguno de los dos sobrepasa su límite de alcohol acaban besándose de nuevo.
—No lo sé, Sargento. Dígamelo usted.—le devuelve sin mírale, mientras aparca en el garaje de comisaría.
—En mi parecer, disculpe el atrevimiento, parece que me está pidiendo una cita.—
—¿Está usted seguro? Quizá esté malinterpretando mis intenciones. Quizá tan solo me aseguro de que se alimente como una persona normal.—
Jeff tuerce el ceño, entrando al vestuario y sacándose la camiseta de policía sin vergüenza ninguna. Robert no puede evitar clavarle los ojos en la espalda mientras se sienta en el banco, desatándose los cordones de las botas. Los tatuajes en los brazos y ese pequeño que se asomaba por sus clavículas nunca le habían parecido tan sensuales. Traga, sintiendo todo su cuerpo hormiguear.
—¿A dónde vamos?—le pregunta, teniendo problemas con el cuello vuelto de la camiseta que se está poniendo.
—No lo sé.—dice sacando su teléfono de su taquilla. "1 mensaje de: Collins". Abre el buscador, donde teclea rápidamente el nombre de su restaurante oriental favorito. Cerrado, mierda. —El tailandés donde tenía planeado llevarte está cerrado.—
—Yo conozco un sitio. ¿Quieres ir?—dice ajustándose el rolex a la muñeca.—Es un italiano.—
—Es un buen sitio para una cita.—murmura, quitándose la camiseta también.
A Jeff le tiemblan las entrañas. Por el hecho de que ha aceptado que es una cita y porque aún se pone nervioso cuando el otro se quita la camiseta.—Eh... sí. Es un buen sitio.—dice, sacando el móvil levemente colorado. Rápidamente y mientras el otro se cambia, abre la aplicación de mensajería y busca el chat de su amigo. "Patri, creo que voy a morir"
Al instante, y sin esperárselo una llamada salta en pantalla. Patricio le está llamando. El móvil se le escurre torpemente y lo atrapa mientras sigue llamando. —Salgo un segundo, que me está llamando Patri.—se excusa nervioso a Robert, el cual sigue sin camiseta mientras se pone los pantalones.
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Jeff+Robert!
Romance¿Que pasaría si Robert le concediera una cita? Leve contenido +18.