XI

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Algo retumba cerca de su cabeza y se remueve entre las sábanas con los ojos cerrados. La luz se cuela a través de la cortina, por la ventana e ilumina escasamente la habitación. Le duele un poco la cabeza y no recuerda del todo lo que hizo ayer, tan solo sabe que esta sano y salvo en su cama. Palpa con la mano sobre el colchón y acaba encontrando el teléfono, que vibra en una llamada.

—¿Mhm?—contesta, sin ni siquiera saber quién es.

"¿Collins?¿Te he despertado?"

—Sí—dice, entremezclado con un bostezo.—¿Que pasa?—

"Eh... necesito hablar con alguien y tú eres mi único amigo." Suspira sincero.

Ahí, Chris abre los ojos tras frotárselos con el puño. Se siente un poco abrumado, porque no le criaron para saber manejar sentimientos tan sinceros y carraspea, tumbándose sobre su espalda mirando al techo. —Eh... vale. ¿Te veo en Rizt's Coffee?—

"En veinte minutos estoy allí." dice Robert decidido y aún con voz suave, a modo de despedida para después colgar la llamada. Collins suelta el móvil, que cae sobre sus sábanas y suspira. Aunque Robert no sea su único amigo, es de los mejores que tiene y con el que más ha compartido cosas personales, así que decide que quiere borrar ese tono de voz triste que ha escuchado por la llamada y se levanta de la cama en dirección a la ducha.

[...]

Se sube los vaqueros despacio, algo cansado ya que no ha conciliado mucho sueño desde anoche y se mira en el espejo. Lleva sin dormir más que una cabezada desde que vinieron del garito, ya que se pasó casi toda la noche despierto pensando en lo ocurrido.

Suspira. Se acaricia las costillas desnudas, donde un tatuaje con el nombre de su madre resalta sobre su piel clara en tinta negra. "Adrienne Moreau" El color ha ido perdiendo intensidad con el tiempo, ya que se lo hizo hace muchos años. Piensa que si algún día tiene hijos, quizá se tatúe sus nombres también. En el reflejo del espejo, visualiza la cómoda y encima, una pila de papeles junto a una sudadera.

Es de Jeff, de aquella vez que fue a su piso y que no ha tenido oportunidad de devolverle. Tampoco quiere devolvérsela. Se acerca al mueble y la toma, sujetándola delante suya. La mira durante un par de minutos mientras acaricia el tejido y se lo lleva a la nariz. Aspira el olor del detergente y de su colonia y sin poder evitarlo se la pone. Se revuelve el los rizos que no se ha molestado en engominarse y se mira una última vez en el espejo. Tras ponerse la capucha, sale de la habitación.

[...]

Cierra la puerta del coche y camina hasta el bordillo, dónde —algo irresponsablemente para ser policía—cruza la calle. Camina hasta el pequeño local que es la cafetería, en donde un gran letrero se sostiene en letras rosas. "Rizt's Coffee". Es un local apretado y acogedor, aunque muy popular. Muchos adolescentes pasan las tardes ahí, charlando o estudiando y sabe que es un sitio tranquilo porque no ha tenido que atender ninguna alerta cerca.

Empuja la puerta con un letrero que le da la bienvenida y escucha el tintineo de una campanita al entrar. Mientras se quita las gafas de sol, una canción juvenil y del momento resuena en los altavoces y la reconoce porque la ha escuchado en la radio mientras patrulla un par de veces. Los dos ventanales desde los que puedes ver el local en la calle, tienen dos mesitas con su par de sillas cada una. La de la derecha, está ocupada por un par de adolescentes, que parecen intentar resolver un problema de matemáticas mientras desayunan. Piensa que quizá deberían estar en clase y después, se da cuenta de que no sabe que día es. Saca su teléfono y lo mira. ¿Sábado? ¿En que momento era fin de semana?

—Bienvenido a Ritz's. ¿Que le pongo?—interrumpe la dependienta. Es una chica con el pelo rubio y mechas rosas, la cual tiene unos ojos oscuros profundos. Tiene una sonrisa amable y un delantal rosa junto a una diadema del mismo color, a juego con el cartel de fuera. En la chapa que tiene adherida al pecho, su nombre resalta. Se llama Rosalie.

Jeff+Robert! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora