VII

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[...]

Son las cuatro de la tarde cuando Patri y Jeff vuelven a pisar comisaría, con mejor cara y duchados. —Buenas tardes.—dice Patricio dejando la caja de bollos de crema que han traído para sus compañeros que llevan trabajando toda la noche. Jeff se desenvuelve la bufanda del cuello y se deshace del abrigo mientras deja las tres carpetas con evidencias e informes y busca a Robert con la mirada. Riley, atenta a todo ese rollito que ve que se traen entre manos, sonríe. —Está en la habitación de Eliott, la dos.—

—Gracias. En la caja hay bollos de canela, que se que a Johanna le gustan.—le dice mientras sale por la puerta y señala la caja. Recorre un pasillo larguísimo dónde están situadas diferentes oficinas e interrogatorios. Al final hay dos salas más adaptadas para testigos que tienen que permanecer en comisaría a modo de protección. Las persianas están cerradas y cuando llama con los nudillos, nadie contesta.

No se asusta demasiado, porque están en una comisaría y si alguien entrara las alarmas saltarían de inmediato. Tuerce el pomo de la puerta con el número y al entrar, se le ablanda el corazón. Robert, está acurrucado en la diminuta cama mientras que con un brazo rodea el cuerpito del crío. Eliott se abraza a la manga tatuada mientras apoya la mejilla contra su antebrazo y está arropado con una manta con el escudo de la policía. Ambos están dormidos y Jeff no puede evitar hacerles una foto. La luz entra por las persianas y Jeff las cierra, para dejar al niño dormir otro poco.

Con los nudillos, y mucho cuidado, le acaricia la mejilla a Robert para despertarle. —Eh... Bello durmiente... Despierta...—

Robert se remueve encima de la manta mientras abre los ojos brevemente y agarra los dedos de Jeff. —¿Qué hora es?—

—Son las cuatro, acabo de llegar.—susurra, acariciando sutilmente el pulgar contrario. —Tenemos que dejar al niño dormir, venga.—

Por un momento, la cabeza de Robert no coordina y su cerebro monta un escenario imaginario, donde esas palabras pesan mucho más. Parpadea varias veces y hace el intento de incorporarse pero se retracta en cuanto siente al crío dormir sobre su brazo. —No puedo...—susurra mientras le mira.

—Espera, yo le levanto y tú sacas el brazo.—dice mientras sujeta la cabeza del niño. —Uno, dos y tres.—cuenta. Acaricia su cabello rubio con el pulgar y entonces, antes de que a Robert le de tiempo a sacar el brazo, los ojos verdes se abren. —¿Mamá?—murmura, aún adormilado.

—No corazón, soy Jeff. Y ese es Robert. ¿Te acuerdas?—

Asiente mientras se tumba boca arriba y mira los ojos de Robert. —¿Porqué estás en mi cama?

—Eh... vine a verte anoche y creo que me quede dormido. Lo siento.—dice el Capitán, levemente cohibido.

—No pasa nada. Ha sido como tener un papá de verdad.—dice, simple mientras se baja de la cama y se sienta en el suelo para ponerse los zapatos. Aún tumbado, Robert mira a Jeff con una mueca de angustia. Walker toma la delantera de la situación y se levanta de las cuclillas para después tender su mano al aire, cerca del niño. —¿Tienes hambre?—

Eliott asiente mientras se levanta del suelo y mira con curiosidad la muñeca tatuada de Jeff. Toma su mano, sin pensárselo mucho mientras que ahora Robert se ata los cordones de las botas.—¿Te gustan las galletas?—le pregunta Jeff.

—¿Son de chocolate?—
En cuanto Robert se ha calzado, se acerca a ellos, colocándose a su altura mientras salen al pasillo. El niño, en un gesto natural e involuntario, entrelaza su mano con la de Robert también. Gligard no puede evitar emocionarse levemente cuando ve los deditos claros y diminutos enredarse con los suyos y su corazón bombea más rápido, experimentando una ola de calor.

Jeff+Robert! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora