XIV

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Es su segunda semana en el orfanato y aún no sabe como sentirse del todo. Piensa que quizá es su sitio y que es ahí donde pertenezca, pero los brazos de Robert y Jeff siempre le van a parecer más cómodos.

Sacude la cabeza mientras coloca las piezas de un puzzle para borrarles de su memoria, ya que no han venido a verle como le prometieron. Al final todos los adultos mienten. Su amigo Robin, un niño que llegó tan solo horas más tarde que él, es su mayor confidente entre esas paredes de ladrillo que forma ese edifico de dos plantas, el cual viene corriendo hacia él.

—¡Vienen a por ti!—grita, acercándose a la mesa y rompiendo su puzzle. Eliott le mira con una mueca enfadada.—¡Vienen a buscarte!—

—¿Quién?—dice, no muy interesado en visitas. Durante esa última semana, ha visitado cuatro familias diferentes, sin llegar a sentirse cómodo en ninguna. Algo que le mosquea increíblemente es que va a tener otra madre. Él no quiere otra madre, porque ya tiene una. Tenía, rectifica, ahora un poco más triste. Su amigo pelirrojo da una bocanada y suspira.

—Jeff y Robert.—

Abre los ojos exageradamente y sus piernas, actúan antes de que a él le dé tiempo a pensar. Lanza las piezas del puzzle y por el brusco movimiento que hace para bajarse de la silla, la mesa tambalea y el puzzle se destruye. Ambos niños corren en dirección a la entrada, dónde la directora del orfanato da la bienvenida a ambos agentes. Eliott se lanza contra ambas piernas de los adultos. —¡Habéis venido!—

Jeff sonríe mirando hacia abajo y le acaricia el pelo. Ha echado de menos su melenita rubia.

—Te prometimos que vendríamos.—le dice Robert, alzándole por las axilas hacia arriba. El niño quedan entre ellos y los mira a ambos varías veces antes de abrazarse a sus cuellos. Ha echado de menos el olor de Robert y los ojos cariñosos de Jeff.

Jeff y Robert quedan más cerca de lo esperado, pero a ninguno les causa molestia. Al contrario.

La directora Harrow les mira con una sonrisa mientras que Robin, con una mueca les mira de la mano de la mujer. Tras alzar sus ojos oscuros de el niño, Jeff se percata del crío y le susurra a Eliott. —¿Es tu amigo?—

Eliott se gira para mirar a Robin y después vuelve a mirar a Jeff. Asiente. —Es mi único amigo. A veces decimos que somos hermanos, para que así nos pongan siempre juntos.—

Robert mira a Jeff, cómplice y asiente.
—¿Te quieres venir con nosotros, peque?—le pregunta Jeff al niño, mientras alza su mirada a la mujer. Robin hace lo mismo. La directora, siendo la primera salida de ese niño recién llegado, accede.

—Id a por vuestras chaquetas, venga.—dice, dulce. Robert baja a Eliott de sus brazos y ambos se dirigen de nuevo hacia el edifico corriendo.

—La salida es hasta las doce. ¿Tienen sillitas para el coche?—pregunta, acercándose a los adultos.

—Solo la que le hemos comprado a Eliott.—dice Robert.

—¿Tienen pensado adoptarle? No para de hablar de ustedes.—

—No... No somos pareja.—carraspea Jeff mirando de reojo a Robert, que tan solo se mantiene en silencio, con los bíceps flexionados.

—Ah, discúlpenme entonces. ¿Con que coche han venido?—

—En mi BMW, ¿Hay alguna silla en especial?—toma la delantera Robert, después del leve silencio, sacándose las llaves del bolsillo.

—Sí, acompáñeme.—

[...]

Los niños, ya con sus chaquetas puestas llegan y quedan al lado de Jeff, el cual atiende unos mensajes de Patri, muy preocupado porque no encuentra los espaguetis por ninguna parte. Robert y Martha, cómo ahora saben que se llama la directora del orfanato, siguen colocando las sillitas.

Jeff+Robert! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora