XV

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—Aquí Capitán Gligard realiza su salida de servicio, buen trabajo a todos.—dice por la radio para pronto escuchar como sus compañeros se despiden de él. Decide finalizar su día al rededor de las ocho de la tarde, ya que entró a su turno mucho antes de lo marcado en su horario. Empuja la puerta del vestuario mientras suspira cansado y se choca contra alguien. Esa persona, le agarra de los antebrazos cuando se tropiezan y cuando alza la mirada, una sonrisa enorme se pinta en su cara. —Jeff.—dice tras ver sus pecas.

—Hola.—le saluda igual de sonriente.—¿Ya te vas?—

—Sí.—dice, acariciando los dedos contrarios con los suyos.—Entré muy pronto está mañana. ¿Tú entras ahora?—

Jeff niega, intentando disimular el nerviosismo que siente ante las caricias. —Hoy es mi día libre. Solo he venido a traerle el cargador del teléfono a Patri.—

En un pensamiento vago y fugaz que cruza la cabeza de Robert, quiere pasar la noche con él. Está cansado y lo único que quiere es verle sonreír. Y quizá darle unos besos, pero eso se convierte en algo incluso secundario. —¿Tienes planes?—

Jeff parece pensárselo, y no tarda nada antes de negar. —No, iba a ir a casa a aburrirme con Kiwi. ¿Te apetece hacer algo?—

—Es justo lo que te iba a preguntar.—le sonríe de nuevo. Desliza sus manos de las suyas y se las lleva a la camisa del uniforme. Se lo saca por la cabeza y todo su cuerpo trabajado queda expuesto ante la mirada de Jeff. —Déjame me cambio y nos vamos.—le dice dándole la espalda. Jeff se acerca brevemente a él.

—¿Traes el coch...?—
No le da tiempo a finalizar la frase porque siente las manos de Jeff rodear su cintura con cuidado y como le apega contra él.

Le abraza apoyando su cabeza contra su espalda y Robert siente su estómago cosquillear, nervioso. Pronto siente como apega la nariz contra su hombro y tras aspirar su olor, le deja un beso suave contra la piel. No dicen nada, siendo un momento íntimo entre ellos. Gligard agarra una de las manos de Walker, llevándosela a los labios para besarla mientras se gira hacia él. Quedan de frente mirándose con más cariño del que se han pronunciado con palabras.

Robert sujeta su mandíbula con cuidado y tras acariciarle con el pulgar, le besa. Tras unos cuantos besos compartidos, Robert se separa con una sonrisa. —Venga, déjame vestirme y vámonos.—

Jeff lloriquea mientras se aleja de él y se apoya contra un bloque de taquillas para no perderle de vista.—Deberían prohibirte llevar ropa.—

Robert suelta una carcajada mientras introduce la camiseta por su cabeza. Se coloca el chándal y la gorra junto al abrigo mientras charla con Jeff amenamente sobre el día de ambos. Se acerca a él y le toma de la mano entrelazando sus dedos mientras siguen hablando pero ahora se dirigen a la salida. Ambos se sienten adolescentes ante el cosquilleo que tienen en el estómago, pero ninguno dice nada. Siguen su camino a lo que algún que otro agente que hay por los pasillos les mira.

Cuando están en la salida y el sol les saluda de lleno, Robert se coloca las gafas. —¿Dónde tienes el coche?—

—En el parking de allí. He traído el Pariah hoy, me he despertado elegante.—

Robert le sonríe de nuevo y siente que desde que le conoce no puede parar de hacerlo. Se lleva su entrelazado de manos hacia los labios y besa el dorso mientras le mira. Tras hacerlo, siguen hacia el coche y cuando llegan, Jeff se suelta para rebuscarse las llaves en los bolsillos.

—Toma, conduce tú.—le dice tirándole las llaves. Robert las atrapa al vuelo y abre la puerta del vehículo. Hacía meses que no conducía ese coche, ya que normalmente Jeff solo lo sacaba para las bodas y últimamente no se había casado ningún agente. Le ofrece la mano a Jeff, que comprende a la primera y entrelaza sus dedos con los suyos. Ahora que por fin se han arreglado, no quieren estar separados por mucho tiempo, aunque suene muy cliché y Gligard no sea un hombre cariñoso.

Jeff+Robert! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora