VIII

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Las sirenas hacen eco en su cabeza mientras que su nombre suena de fondo en esa habitación. Intenta enfocar los ojos verdes en los oscuros de Jeff, pero no es capaz. Siente que le flaquean las piernas y que le falta el aire, y pronto las lagrimas se acumulan en sus ojos. Tiene un remolino de sensaciones horribles en el pecho y siente que quiere desaparecer de la faz de la tierra.

Jeff y Robert solo le miran con cautela desde una distancia prudente. Les mira a ambos, y piensa que estos días ellos han sido su familia. Está confuso sobre lo que va a pasar de ahora en adelante, pero sabe que siempre los va a recordar. Ve la mueca preocupada de Robert al verle llorar y se limpia las lagrimas, para no alarmarle más.

Aunque siente que nunca se va a poder recuperar de la noticia y todo lo que conlleva. Su madre ya no está. Elliott Hamilton Kalahan, o Elliott Kalahan como sabe que quiere llamarse de ahora en adelante, se ha quedado huérfano.

Piensa que realmente siempre lo ha sido, siempre ha estado con su madre porque su cabeza ha decidido borrar todas las memorias de su padre ya que no ha habido ninguna buena. Siente que se marea un poco más cuando lo recuerda de nuevo. Vuelve a romper en llanto, porque no puede aguantárselo dentro. Se deja caer encima del regazo de Jeff mientras llora y al segundo siente sus brazos rodearle mientras le besa la cabeza. Casi al instante, siente otro par de brazos rodearlos a ambos, es Robert. Su madre ya no está, no la va a volver nunca más pero al menos los tiene a ellos. Se hace a sí mismo una promesa de que nunca, jamás, hasta el día de su propia muerte, olvidarse de ella.

[...]

Jeff admira sus pestañas largas y el pelo rubio. Le acaricia con cuidado de no despertarle y cuando escucha una segunda respiración, sonríe. Anoche, tras darle la noticia a Eliott, pasaron la madrugada junto a él. Esa camita de medio metro abarca tres cuerpos y Jeff se gira sobre su espalda para mirar a su acompañante igual de dormido que el niño de siete años.

Tiene una suave barba que le pincha la yema de los dedos cuando la roza levemente y un lunar enano cerca de la oreja, en el cual nunca había tenido la oportunidad de fijarse. Sus rizos repeinados hacia atrás se han empezado a escapar con las horas y han consumido casi toda su cabeza.

Anoche, Riley les informó de su llamada a servicios sociales, los cuales vendrían pronto en la mañana para llevarse al niño a un orfanato. Jeff recuerda las palabras de Robert; "El orfanato es un sitio horrible". No le gusta esa idea, pero no se atreve a formular en voz alta lo que está pensando. Su cabeza maquína y se le ocurre algo. Se vuelve a girar sobre sí mismo, quedando de espaldas a Robert. Le acaricia levemente la mejilla a Eliott. —Eh, campeón.—susurra.

El niño, abre los ojos. —¿Mhm?—

—He tenido una idea.—
En cuanto Eliott es capaz de ver la energía en los ojos castaños de Jeff, se despereza un poco más.—¿Quieres que vayamos a ver a Kiwi?—le susurra.

Abre los ojos de repente, grandes mientras asiente con muchas ganas. Relucen, y Jeff no sabe si es ante la poca luz que se cuela por las ventanas o por la emoción. Se levanta rebotando sobre el colchón y Robert gruñe, también despertando. —Estoy intentando dormir...—se queja asomándose tras la espalda de Jeff, apoyando la barbilla sobre el hombro de Walker.—¿Que hacéis?—

—¡Voy a conocer a Kiwi!—le dice exaltado, poniéndole las manos en las mejillas. Robert de primeras no se espera el movimiento, pero al poco sonríe.

—¿Ah sí? ¿Os puedo acompañar?—pregunta con voz ronca, mirando de reojo a Jeff.

—¿Puede, Jeff?—le pregunta también el niño, mirándole con ilusión.

Jeff asiente, sintiendo que no puede decirle que no a esas dos miradas. —¡Bien!¡Voy a conocer a Kiwi!—grita mientras se levanta en el colchón y comienza a saltar. Jeff piensa lo increíble que es esa cabecita rubia.

Jeff+Robert! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora