Gracias a los jefes de ambas organizaciones, el Soukoku y el Shin Soukoku deben vivir en la misma casa.
Está historia es escrita con el propósito de entretener y divertir a los lectores.
Si no les gusta la historia o algo que hagan los personajes se...
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—¡Fuera de aquí!.—grito el pelirrojo arrojando un florero.
La escena no era sorprendente ya era muy típico para los dos menores ver todas las mañanas a Chūya renegando y tirando lo que este a su alcance a Dazai, mientras que este solo se disponía a reírse y esquivar las cosas. Atsushi suspiro con cansancio esperando que los mayores dejaran de pelear mientras tanto Akutagawa se encontraba en la sala desayunando unos higos.
—Calma, Chūya.—pidió el castaño bajando las escaleras.
—¡Calmados mis huevos, cabrón!.—respondió tirando un cuadro.
—Por eso eres así, estas tan enano que no alcanzas la felicidad.—explico el agente muy convincente.
—Te alcanzare a ti, pedazo de mierda.
Los mayores siguieron su persecución en el patio, el albino bajo los escalones para llegar a la cocina encontrándose con el azabache que hace unos días lo noqueo y lo tiro por la ventana, Atsushi tuvo que mantener reposo durante un tiempo. Nakajima se preparo un pan con mermelada, se preparo leche con chocolate y tomo asiento al frente del mafioso.
—Buenos días, Akutagawa.—saludo el menor con molestia.
—¿Cual buenos?—preguntó—Seria bueno si no hubieras aparecido.
—¿Tanto te cuesta saludar?.
—¿Tanto te cuesta cerrar el hocico?.
Atsushi solo nego, se acercó a la mesa para empezar a desayunar, cuando sintió una mirada sobre el. Miro a todos lados, en ese instante noto que había un payaso muy colorido pero con los ojos negros frente a la puerta.
— ...Akutagawa ¿Quien es él? — la pregunta del albino irrito al azabache. Akutagawa levanto la vista, sorprendiendose al ver al payaso.
— No sé.
Ambos menores bajaron la mirada hacía la mano del payaso, se quedaron fríos al verlo sostener una motosierra. Las luces se apagaron, las ventanas y puertas se cerraron y todo se puso oscuro. Atsushi se asustó, corrió al lado de Akutagawa.
El payaso encendió la motosierra que al momento empezó a sonar, con los pasos pesados del payaso se acerco a ambos jóvenes. Akutagawa fue más rápido, tomando la mano de Atsushi salió corriendo, aunque se estuvieron cayendo en el camino ya que no veían nada.
Ambos corrieron a ciegas por los oscuros pasillos de la casa, apenas impidiendo tropezar con los muebles. El sonido de la motosierra retumbaba a sus espaldas, cada vez más cerca. Atsushi podía sentir el terror apoderarse de su cuerpo, pero Akutagawa no dejaba de tirar de su brazo, obligándolo a seguir avanzando.
—¡Rápido, idiota! —gritó Akutagawa, visiblemente molesto mientras evitaban chocar con una mesa.
—¡No veo nada, tarado! —respondió Atsushi, sintiendo que la desesperación lo dominaba.
De repente, un fuerte zumbido resonó más cerca de lo que esperaban. El payaso había alcanzado su ritmo, moviéndose con una agilidad inhumana, y ambos podían sentir el aire cortado por la motosierra detrás de ellos. Akutagawa empujó una puerta de golpe, lanzándose al interior de lo que parecía ser una escalera de emergencia. Bajaron los escalones, con sus pies golpeando los escalones de metal, pero el payaso estaba justo detrás, riendo de manera espeluznante, mientras su arma seguía cortando el aire.
—¡Vamos a morir, vamos a morir! —gritaba Atsushi, ya fuera de sí, mientras Akutagawa mantenía la calma, aunque su respiración era agitada.
— Primero gay antes que morirme.
En un giro desesperado, Akutagawa notó una puerta entreabierta en el tercer piso. Sin pensarlo, empujó a Atsushi hacia adentro, y ambos entraron al cuarto, cerrando la puerta tras de sí con fuerza. Sin embargo, el sonido de la motosierra se acercaba rápidamente. Sabían que no tendrían mucho tiempo antes de que el payaso los encontrara.
Akutagawa observa frenéticamente el lugar, buscando alguna salida o algo que pueda usar. Entonces lo vio: una ventana que daba directamente al vacío. Podía ser su única oportunidad.
—¡Por aquí, mierda! —dijo, abriendo la ventana mientras empujaba a Atsushi.
—¡¿Estás loco?! ¡Nos vamos a matar! —respondió Atsushi, pero no había tiempo para discutir.
En el momento en que el payaso atravesaba la puerta con un fuerte estruendo, ambos saltaron por la ventana, aterrizando con un fuerte golpe en el tejado del primer piso. Akutagawa gruñó de dolor, mientras Atsushi jadeaba, todavía incrédulo de haber sobrevivido a la caída. Sin embargo, el payaso no había terminado con ellos. La risa escalofriante volvió a resonar, y de alguna manera, ya estaba en el borde de la ventana, preparado para saltar tras ellos.
Pero Akutagawa fue más rápido esta vez. Agarró un pedazo suelto del tejado y lo lanzó con fuerza al payaso, golpeándolo directamente en la cabeza. El impacto hizo que el payaso perdiera el equilibrio y cayera por la ventana, aterrizando de espaldas en el suelo del primer piso con un sonido seco y final. La motosierra se apagó junto con el eco de su risa.
Ambos jóvenes se miraron, jadeando, incrédulos por lo que acababa de ocurrir. Fue entonces cuando escucharon pasos tranquilos y una carcajada conocida. Dazai apareció, bajando con calma las escaleras hacia ellos.
—¡Vaya espectáculo! —exclamó con una sonrisa burlona, agachándose junto al cuerpo inerte del payaso. Con un dedo, movió su cabeza sin vida y, tras una pausa dramática, soltó una carcajada—. ¿No es genial? Lo compré en la deep web, pensaba devolverlo, gaste dinero en eso.
—¿Qué...? —murmuró Atsushi, todavía en shock.
— ¿Lo compraste? —gruñó Akutagawa, levantándose con esfuerzo.
Chuuya que salía de la casa, miro la escena y al instante miro con molestia a Dazai — Eres un imbécil.
Dazai, ignorando la ira de Akutagawa y Chuuya. —Ah, un pequeño detalle. Al final todo salió bien, ¿no? ¡Solo un poco de diversión mañanera!
Los dos jóvenes se miraron, agotados y furiosos, mientras Dazai seguía riéndose por lo bajo, encantado de su pequeña "broma". A Chuuya eso no le gusto para nada. Se acercó y agarro por el cuello a Dazai.
—La próxima vez, yo te tirare por la ventana, pedazo de babosa con patas. — solto a Dazai y miro el cuerpo del payaso.
El payaso quedó tirado en el piso, inerte, mientras el caos de la casa regresaba lentamente a la normalidad. Nakahara se agachó, tomo la motosierra y al instante empezó a perseguir a Dazai.
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