Capítulo 20: Soledad y tristeza

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Importante leer lo último en letras negritas y me dicen por comentarios que os parece🤝🏼💙.

[...]

*Narra Alex*

Me levanté del suelo y vi la casa destrozada; jarrones rotos, la mesa partida por la mitad, la tele en el suelo pero no rota, cristales en el suelo...

–¡Jessica! –Grité, pero no hubo respuesta, todo estaba en silencio y al girarme vi a Pennywise tirado en el suelo. –Colega, despierta. –Menee su brazo, pero tampoco respondía, ni siquiera movía las manos. Era como si un hechicero... –Mierda. –Corrí hacia la habitación, pero sin rastro de Jessica. Corrí hacia las demás habitaciones y nada.

–Vamos despierta, joder. –Tampoco reaccionaba, pero su corazón si latía igual de rápido que el mío, inquieto y a mil por horas. –No... No puede ser... –Me senté en el sofá y empecé a llorar como un gilipollas que pierde a su chica porque le puso los cuernos.

Jessica...

Por favor, respóndeme...

Pero no respondía, ni siquiera sentía los latidos de su corazón, cosa que antes si sentía por muy lejos que esté.

"Os amo"

¡Jessica, estoy aquí!

"Por favor respóndeme..."

¡Estoy aquí, maldita sea!

"Me tienen atada en una silla..."

Cada vez se alejaba más aquella voz llena de dolor y cansancio.

Estoy aquí Jessica...

"Os hablo todos los días, por favor, háblenme."

¿Dónde estás?

"Te necesito amor..."

Son recuerdos, sí. Estuve en un tipo de coma y recuerdo las llamadas que Jessica suplicaba tanto, pero la gran pregunta es... ¿Cuánto tiempo llevo en "coma"?

–Maldito payaso inútil, ¡despierta joder! –Miré sus ojos y los tenía en un color rojo casi negros. Un coma. Cogí las llaves del coche y empecé a correr hacia el garaje para cogerlo y empezar la búsqueda.

(¿Cómo Alex?  No sabes donde está y no tienes suficiente energía, ya que Pennywise no está contigo.)

–Me importa una mierda. –No reconocí la voz. Ni Pennywise, ni Jessica. No tengo ni puta idea de quien era, pero una cosa era cierta, no tengo energía. –Me alimentaré. –Arranqué el coche y empecé a mirar cada callejón y cada rincón por si había rastro de alguien tan hijo de puta como para condenarlo a muerte.

[...]

–No quiero a esa puta. Que salga. –Le señalé la puerta sin mirarla y la chica salió con la palabra en la boca.

–Oye tío no se que coño te pasa, pero me das el dinero porque hemos estado esperándote para que te la folles y ahora dices que no. –Miré su cuello y escuchaba como latía el corazón, como se movía la vena por cada latido y como recorría la sangre hasta el corazón. –Cuando la puta sube al coche te la follas o al menos pagas.

–No voy a pagarte. –Dije seco y sin apartar la mirada de aquella vena.

–Estás metido en un buen lío, capullo. –Me señaló, y en ese instante le mordí en el cuello, absorbiendo la sangre y sin dejar de agarrar con fuerza la cabeza del tipo.

Enamorada de la muerte [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora