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❧⃞⃧ ↹Larga vida al
amor que jamás
será suyo. ✾⭒ᤨ

Tenía quince años cuando me di cuenta que estaba enamorada de Semi

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Tenía quince años cuando me di cuenta que estaba enamorada de Semi.

Los dos contábamos con amigos en común y nos habían invitado a una piscina para pasar los últimos días de verano. Era la primera vez que me animaba a usar bikini, ya que siempre usaba trajes completos para entrar al agua. Cuando las demás chicas comenzaron a desvestirse y sus bellos cuerpos salieron a la luz, supe que me quedaría vestida y muriendo de calor todo el día. Es decir, su piel era perfecta. El tono era parejo, firme y suave, ¿Cómo podría compararme yo a algo como eso? Prefería quedarme en una esquina, si eso evitaba que mis primeras inseguridades me hicieran llorar frente a un grupo de adolescentes.

Existen toda clase de chicas en el mundo, ese día me había encontrado con las peores. No es que me tuviesen envidia o me molestaran, pero había pasado solo una semana desde que le había dado un pelotazo en el rostro por accidente a mi compañera Airi y ella, había estado esperando la oportunidad para devolvérmela. Siempre me pregunté porque creyó divertido insistir con que me metiera al agua con ella. Hubiese preferido que tratara de ahogarme a que me obligara a quitarme la playera.

—Estoy bien, creo que pasaré por hoy — dije lo más calmada posible, mientras le daba una sonrisa algo incómoda.

—Oh vamos, ¿Estás con tu período o algo así? — se rio ella ante sus propias palabras. Los chicos la miraron un segundo, casi como si se preguntaran cuál era su intención —. ¿Subiste un par de kilos o tienes una horrible cicatriz?

El tono con el que dijo esas palabras divirtió a varios que no se preocuparon en hacerme sentir mal con sus risas, solo lo hicieron. En ese instante me di cuenta que sería difícil hacer amigos, porque teníamos percepciones distintas. Yo jamás me hubiese reído de comentarios así, porque me afectaban más de la cuenta. Mis ojos comenzaron a picar y mi vista se nubló ante las lágrimas acumuladas. Cuando creí que mi humillación cruzaría todos los límites, una toalla azul me cubrió la cabeza.

—Ya cierra la boca, Airi. Iré a comprar algo de comer — escuché la voz a mis espaldas —. Como ella no va a entrar, va a ir conmigo. No podré con esas cosas yo solo.

Antes de decir algo, sentí el tirón de mi brazo que me arrastró solo un par de metros. No había podido destapar mis ojos, lo que me hacía tropezar cada dos por tres que era alejada del grupo. Yo no tenía hambre, ahora menos que nunca. Tampoco conocía al dueño de la voz, no hasta que se detuvo de pronto y subió lentamente la toalla para despejar mi rostro, sin quitarla del todo. Mis ojos estaban irritados, y unas fugaces lágrimas se deslizaron por mis mejillas. Ninguno de ellos pudo verlo, pero él sí. Ya estábamos frente al puesto de comida, mi estómago amenazaba con rugir ante el olor de todo lo que ellos tenían en la barra, pero repetir esas burlas en mi cabeza bastó para ahogar cualquier señal de querer ingerir esos alimentos.

𝐓𝐇𝐄 𝐓𝐑𝐔𝐓𝐇 𝐔𝐍𝐓𝐎𝐋𝐃  ❯❯ Eita SemiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora