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La cabeza de James martilleaba dolorosamente en diferentes áreas a la vez, provocando una mueca en su rostro mientras tallaba sus ojos con fuerza para intentar enfocarse. Su mente repasando los sucesos anteriores en un intento de estar al día y saber que había sucedido y que estaba sucediendo en ese momento. La consciencia llegando a él en un golpe angustiante que le hizo levantarse de forma abrupta.

Lily.

Harry.

Necesitaba salvarles.

Apenas recuerda cómo moverse obliga a su cuerpo a levantarse a pesar del dolor que el movimiento causaba, corriendo lo más rápido que podía hacia dónde los gritos se escuchaban. En el camino apenas recuerda invocar su varita con magia para poder atacar al señor oscuro, quien intentaba asesinar a su hijo.

No lo suficientemente rápido.

James tropezó durante el camino por las escaleras, su torpeza y falta de agilidad como consecuencia del ataque que había recibido momentos atrás.
Su cabeza y cuerpo aún dolían demasiado, de un costado un líquido caliente que podía reconocer como sangre caía, pero tenía algo más importante en lo cual concentrarse. Y ese algo era salvar a lo más importante de su vida, en salvar la vida de su hijo y esposa.

James suspiro una vez se acercó a la puerta de la habitación del menor de la casa, apresurándose por alcanzar la perilla para girar de esta, siendo detenido por la luz emergente desde dentro de la habitación.

Su vista siendo cegada por unos interminables segundos.

Avada Kedavra —la maldición resonó por el pasillo superior en un eco que parecía burlarse de su lentitud y desesperación, su corazón saltándose más de un latido mientras su mano quedaba congelada en el aire.

Y entonces todo se volvió silencio, nada se escuchaba, nada se sentía, todo era conmoción, angustia, temor.

James no podía abrir esa puerta.

El tiempo parecía no avanzar, haberse congelado en el momento en que la maldición fue lanzada. El de anteojos siendo cada vez más consciente del dolor en su cabeza, siendo acompañado por un agudo dolor en su corazón que se extendía por todo su pecho mientras sus ojos lagrimeaban con insistencia.

Pero entonces, cuando estuvo por derrumbarse ante la idea de haber perdido todo, un llanto resonó en la habitación frente a él llegando a sus oídos como un grito de esperanza.

El corazón de James saltó ante la posibilidad, la esperanza creciendo dentro de él como nunca antes lo había hecho, su boca secándose mientras abría la puerta con rapidez, solo para encontrarse en primera fila con el cuerpo de su esposa en el suelo.

Estaba muerta.

James lo sabía incluso antes de acercarse. Podía sentirlo. Podía verlo en aquellos ojos que tanto amaba vacíos de vida.

Su corazón apretándose a cada paso que daba mientras se acercaba. Sus ojos soltando una incontable cantidad de lágrimas y su boca apenas unos cuantos sollozos, sus piernas temblorosas dejándole caer frente al cuerpo sin vida de su adorada pelirroja. Su mano buscando el pulso de su amada en una comprobación de lo que ya sabía.

La había perdido. Había perdido al amor de su vida, a aquella mujer que le había dado todo lo que siempre quiso.

James no podía hablar, le era imposible intentar soltar alguna palabra, su garganta estaba seca. No podía moverse. No quería aceptarlo incluso cuando no había nada que dictara lo contrario. El dolor convirtiéndose en negación.

Side by side.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora