10.

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Harry se encuentra junto a sus padres en la estación 9 3/4. El lugar atiborrado de alumnos, padres, aves y baúles. Un buen inicio de año.

Es fácil para el Potter reconocer gran parte de las familias que se encuentran en el lugar. Cabezas pelirrojas son los Weasley, rubios elegantes Malfoy, al joven Diggory, las hermanas Greengrass (quienes se acercan a saludar), Párkinson, y bueno, si había alguna familia sangre pura probablemente la reconocería.

James parece dudoso de dejarlo ir, hay una sensación incómoda en la base de su estómago que le genera ganas de vomitar. La idea de dejar ir a Harry pareciendo torturarlo. Era Hogwarts, el lugar más seguro, ¿no? No debería tener que preocuparse demasiado.

Pero lo hace.

Sirius le abraza como si no quisiera dejarlo ir, James se une, y por un momento Harry siente que parecen una verdadera familia, como realmente le gustaría que fuera.

Remus también está allí, sin embargo les da algo de privacidad antes de abrazarlo por su cuenta y llenarlo de rápidos consejos que sabe que a sus padres se les pasarán al estar tan ansiosos.

Y antes de que puedan registrarlo Harry debe abordar el tren.

Le dan un abrazo a Neville (quien llevaba los últimos quince minutos despidiéndose de su preocupada abuela) y finalmente les permiten partir. Con la promesa de mandar cartas tanto como puedan.

Reciben ayuda de el joven Oliver Wood para subir sus baúles al lugar. Y solo entonces se ubican en un vagón vacío que logran encontrar.

Sus lechuzas se encuentran de un lado, Neville lleva a Trevor en manos y sobre las piernas de Harry se ubica Hades, atento a cualquier cosa como si fuera un perro guardián y no un holgazán que se la pasa durmiendo casi todo el tiempo.

—¿Nervioso? —Harry cuestiona al notar el suave golpear de su pie contra el piso del vagón.

El Potter sabe qué sucede, sin embargo no quiere presionar a su amigo, así que espera que este le cuente.

—Creo, es que... creo que mi abuela estará muy decepcionada si no quedo en Gryffindor como papá.

Odiaba la presión que aquella mujer ejercía sobre Neville.

—Bueno, no eres tú padre —se encoge de hombros, intentando no tomárselo personal–, eres Neville, eres diferente a él y si lo que eres no es suficiente para ella pues que mal.

El contrario le mira por un par de segundos antes de apartar la mirada, intentando convencerse a sí mismo de que eso es cierto.

Harry le deja tener su momento de reflexión mientras acaricia las plumas de Hedwig. Es entonces que la puerta del vagón es abierta y ambos chicos miran al intruso.

Cabeza pelirroja, de su edad, el hijo menor de los Weasley si Harry no se equivocaba.

—Hola, ¿puedo sentarme con ustedes? Todos los vagones están llenos —es lo primero que el pelirrojo dice. Ninguno tiene problema con ello así que asienten haciendo espacio para su nuevo compañero de vagón—. Soy Ron, Ron Weasley —se presenta con una agradable sonrisa.

Tiene pecas, y es bastante parecido al resto de su familia. También tiene manchada parte de su cara, pero no sabe si sería bueno que lo mencionara.

Ron no deja de mirarle, y Harry tiene una ligera idea de a que se debe. Al final, seguía siendo quien era.

—El es Neville Longbottom —presenta a su amigo cuando este parece demasiado tímido para hacerlo por si mismo—. Soy Harry Potter, mucho gusto Ron.

Pasan apenas tres segundos.

—¿Puedo ver tu cicatriz? —pregunta rápidamente, los ojos brillando en una ilusión que Harry ha visto en más personas cuando piden lo mismo.

Side by side.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora