Capítulo 3

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Llegue a mi departamento, y como había desayunado con Alex, no tenía hambre, me acosté y trate de dormir, pero no estaba acostumbrada a hacerlo de día. Me quedé pensando, Kara era una mujer, si la miraba tenía cuerpo de mujer ¡y que mujer! era hermosa, desarrollada como la edad que tenía, 22 años bien llevados, pero mentalmente, su maduración, se estancó a los 11 años, por lo tanto, tenía que pensar, no en como es, sino en cómo era cuando pasó lo que pasó y decidió refugiarse en ella misma.

Pensando así al rato me quede dormida.

Me desperté pasado el mediodía, la alarma de mi estómago me obligó a levantarme a calmarlo, me di una ducha y pellizqué algo de lo poco que encontré, y decidí hacer las compras, para cocinar al día siguiente que tenía libre y estar aprovisionada toda la semana.

Volví a casa, y como era temprano, empecé a limpiar y de paso preparar las verduras para la cocinada del día siguiente.

Mientras hacia las cosas no paraba de pensar en Kara. Sabía que estaba mal, que una vez salida del trabajo tenía que dejar los problemas laborales allí, y separarlo de mi vida personal, pero por más que lo intentaba, la pena que me producía lo que había pasado esa niña, (porque por más que su cuerpo y su edad, fuera de una adulta, era solo el envoltorio de una mente que todavía ni siquiera había llegado a la adolescencia).

Sentía que me estaba haciendo daño, tenía que definirme, o me corría del caso, o como decía la doctora Grant, tenía que involucrarme más y esperar lo que sucediese.

Me acosté con todas mis dudas, a ver si la mañana me daba la respuesta que estaba buscando.

Después de mucho cavilar, me quede dormida, no había puesto la alarma, por lo tanto, fue la claridad lo que me sacó de mis sueños.

Cuando desperté, me di cuenta que estaba con las mismas dudas, me vestí, pensando hacer mi tarea culinaria, pero en un arranque, me pareció que ya tenía que tomar la decisión si seguir o no implicándome en algo que ya me estaba afectando más de lo aconsejado.

Saque mi coche y tome rumbo al hospital; necesitaba un consejo, más que eso, necesitaba que alguien me dijera si estaba bien que me tomara las cosas, como me la estaba tomando.

Llegué y fui directamente a la oficina de Lana; ella no estaba y la secretaria me informó que estaba en la oficina de mi padrino. No tenía ningún pudor ante el, si me aconsejaban apartarme, sabía que lo haría por mi propio bien.

Entre demostrando un desparpajo que no tenía.

-Hola padrinito, ¿Qué tal, como te va? - le di un beso lo mismo que a Lana.

-Uhm... estábamos hablando de ti (dijo Lex) me dice Lana que estas logrando buenos avances, ya me veo dándote el dichoso Nobel de psicología-

-Sí, pero dile que sea en efectivo- comentó Lana

-Bueno... justo de eso quería hablar con vosotros.

Expuse todo, lo que sentía, lo decepcionante que era ver que lento iba todo, y que ya estaba en una encrucijada en que no sabía qué camino tomar.

- Lena, (dijo Lana), si ves que esto te está afectando mucho... mejor lo dejas; no te sientas mal porque tampoco nadie logró más que tú.

- Yo no estoy tan de acuerdo -dijo Lex- te conozco, y sé que si abandonas, te vas a sentir mal toda tu vida, pusiste mucho de ti hasta ahora, y creo que si te tienes que involucrar más debes hacerlo; por Kara y por ti, ¿si no sale? Bueno... no saldrá, pero sabes que hiciste lo que pudiste.

-Una gran sonrisa se dibujó en mi cara.

-Gracias, por eso te elegí de padrino, eso era lo que necesitaba para seguir adelante.

La Crisis (SUPERCORP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora