Capítulo 02: El peor cumpleaños.

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Arco I: El poder oculto.

Habían pasado doce años desde aquel fatídico incidente, pero las pesadillas seguían atormentando a Félix noche tras noche. Sin embargo, para no preocupar a su abuelo, guardaba este tormento en secreto. Aquella noche, Félix despertó con el aroma reconfortante del chocolate impregnando la habitación, mientras el suave sonido de la lluvia golpeaba las láminas del techo. Su abuelo, siempre presente y reconfortante, lo levantó con ternura y lo llevó a la cocina. La humilde morada en la que vivían estaba construida completamente de madera, con la cocina al aire libre protegida apenas por láminas sobre sus cabezas y paredes de bambú. Al llegar a la cocina, Félix se encontró con una agradable sorpresa: dos tazas de chocolate humeante y un pastel recién horneado.

—Se que no es mucho, pero... Feliz cumpleaños. —Susurró el abuelo, estrechando a Félix entre sus brazos y acariciando sus mejillas.

—¿No es mucho?, Honestamente, lo había olvidado... —Respondió Félix con una sonrisa, apoyando su barbilla en el vientre de su abuelo mientras lo abrazaba con lágrimas en los ojos.

—¿Doce años? Vaya... El tiempo realmente vuela —comentó el abuelo con una sonrisa, inclinando la cabeza hacia adelante para acariciar la cabeza de Félix.

—Sí, algo así... Pero aún así, siempre estaré contigo —respondió el niño con una sonrisa dulce, liberándose del abrazo de su abuelo y tomando asiento frente a la mesa mientras el anciano le servía una taza de chocolate y le ofrecía un trozo de pastel.

El abuelo también se sirvió, sentándose a su lado y mirándolo con ternura. Félix notó el gesto y, con la boca llena de pastel, decidió abordar el tema.

—Abuelo... ¿Hay algo que te preocupa? —preguntó, con un tono ligeramente preocupado.

—No, no es nada... —respondió el anciano, forzando una sonrisa mientras soltaba un suspiro. —Es solo que... Si no hubiera encontrado a este niño, ¿qué habría sido de nosotros dos? ¿Dónde estaríamos ahora? —se preguntó en silencio, dejando escapar una pequeña lágrima mientras recordaba los momentos difíciles del pasado.

—Abu... —Susurró Félix, pero fue interrumpido por un ruido en la puerta.

Ambos pensaron que era simplemente la lluvia golpeando los techos. Félix se levantó de la silla y se quitó la manta, acercándose lentamente a la puerta. Al abrirla, se encontró con dos figuras cubiertas con impermeables oscuros: un hombre y una niña. Solo se vislumbraba la barbilla del hombre, mientras que los ojos azules claros de la niña brillaban bajo el material.

—¿Quiénes son?. —Preguntó el abuelo, que estaba detrás de Félix, ajustándose unas gafas. —¿No son de por aquí, verdad? —añadió, lleno de curiosidad.

—En realidad no, somos del Reino del León. —Susurró el hombre.

El anciano los invitó a pasar y los condujo cerca de una fogata, donde se despojaron de los impermeables. El hombre reveló su cabello rubio y sus ojos azules claros, junto con la falta de un brazo y un ojo. La niña también se quitó el impermeable, revelando sus pecas, cabello castaño y esos mismos ojos azules claros. El abuelo les ofreció a ambos una taza de chocolate.

—¿Ustedes son padre e hija?. —Preguntó el abuelo con gran curiosidad, dirigiendo su mirada hacia los dos.

—No, esta niña es una princesa. Está conmigo para desarrollar y controlar sus poderes. Yo soy su maestro. —Susurró el hombre, tomando su chocolate mientras observaba a Félix.

Félix intentaba ocultarse detrás de la puerta, pero era imposible. La niña tomó un sorbo de su chocolate y le sonrió dulcemente.

—¿Y ese niño quién es?. —Preguntó el hombre con un parche en el ojo.

Stray Kids I: RoyaltyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora