Capítulo 06: ¡El destino!.

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Era otro día, Félix permanecía dormido sobre el escritorio, envuelto en un sueño profundo después de un día bastante confuso. Las aves cantaban a través de la ventana, algunas picoteaban la madera, pero Félix apenas temblaba los ojos al despertarse, sin darle mucha importancia y volviendo a sumergirse en su sueño.

A lo lejos, el sol emergía detrás de la torre del castillo, iluminando el rostro de Félix a través de la ventana. Aunque tenía los brazos cruzados sobre el escritorio y la cabeza apoyada en ellos, soltó un fuerte suspiro, frunciendo el ceño mientras se sentía mareado por los rayos del sol. Al abrir los ojos lentamente, los rayos de sol lo golpearon de golpe, haciéndolo levantarse rápidamente con una mueca de dolor de cabeza. Se recostó hacia atrás en la silla, observando cómo las hojas del escritorio volaban lentamente con el aire.

Una pequeña ave de tres colores, rojo, naranja y amarillo, como el fuego, tenía un trozo de paja en el pico mientras entraba por la ventana y aterrizaba en el escritorio, dejando la paja allí.

—¿Qué pasa aquí? ¿Cómo entraste? ¡Ah, claro!... Eres tan linda.

Félix susurró, tratando de tocar al ave, pero esta se escapó volando, lo que lo hizo suspirar con decepción al no lograrlo. Sin embargo, dejó una pluma que había caído de su cola, de un tono rojo y naranja suave. Félix tomó la pluma, observándola detenidamente, cuando el ave regresó nuevamente, girando la cabeza para mirarlo antes de lanzar un pequeño canto y partir una vez más. Félix se levantó de la silla, guardó la pluma en su maleta y la dejó en la pequeña cajonera que estaba junto a él. Bostezó y salió de la habitación, dirigiéndose hacia la cocina donde Alexis estaba preparando el desayuno y la princesa Diana estaba organizando los platos.

—¿Dormiste bien?. —Preguntó Diana, mirando a Félix mientras se levantaba.

—Algo así... —Respondió él.

—Me alegro tanto.

A pesar de haberse conocido hace poco tiempo, Félix y Diana parecían llevarse bien. Alexis se sentó y los observó a ambos, suspirando. Los niños tomaron asiento alrededor de la mesa, mientras Alexis, dirigiendo su mirada hacia Félix, les hizo una pregunta.

—¿Conoces a Rasputín?. —Preguntó Alexis.

—No, ¿quién es él?. —Respondió Félix.

—¡¿Cómo es posible que no lo sepas?!. —Exclamó la princesa, visiblemente confundida, comenzando a cuestionarlo. —¡Es el mejor adivino!, Si ese caballero te dijo que eres de la realeza, ¡tienes que ir!

—La princesa tiene razón. Te llevaré allí. —añadió Alexis.

Félix se sintió abrumado por la situación y evitó la mirada de ambos. Reuniendo valor, se levantó de la mesa y golpeó la superficie con las palmas.

—Si lo que dijo ese hombre es cierto... Tendré que ir solo.

***

El gesto de Félix tomó por sorpresa a Alexis, quien imaginó una escena totalmente diferente en su mente. Se vio a sí mismo junto a un hombre coronado de plata, rodeados por personas con túnicas negras que cubrían sus cabezas. El hombre con la corona golpeó la mesa con fuerza.

—¡No sean tontos! —Exclamó.

Alexis estaba sentado frente al Rey, con su brazo y ojo en perfecto estado en ese momento. Aunque aparentaba estar relajado, con los brazos cruzados y los ojos cerrados, el Rey observaba con atención, adoptando una postura firme.

—¿Tienes alguna idea, Alexis?. —Inquirió el Rey.

—No, padre. —Respondió Alexis.

En aquel entonces, Alexis era demasiado joven, tenía apenas diecisiete años, y Félix aún no había nacido. Abrió los ojos, revelando un tono azul claro mientras conservaba la misma vestimenta que los demás presentes. Se quitó la gorra de la cabeza, revelando una túnica diferente al resto, con el símbolo del reino del Fénix. Tras un profundo suspiro, se levantó del asiento y se dirigió hacia un balcón desde donde podía observar todo el reino. Veía cómo las personas iban de un lado a otro y los niños jugaban.

Stray Kids I: RoyaltyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora