Capítulo 10: Una parte del poder.

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Darek continuaba observando desde lejos cómo el nuevo Rey mantenía a esas personas como esclavos. Uno era afroamericano y el otro totalmente blanco. El hombre que vigilaba todo comenzó a jadear, como si le faltara el aire. Su respiración se volvió agitada, y decidió bajar de la azotea de la casa. Se adentró en la oscuridad entre las casas, encontrando un pequeño callejón donde apoyarse contra la pared y luego sentarse en el suelo. Se tocó el ojo herido y su visión borrosa le dificultaba ver claramente, incluso observar cómo pasaban algunas ratas cerca de él.

Mientras tanto, su visión aún borrosa le permitía escuchar los gritos de un público animando a algunas personas:

—¡Tú puedes!.

—¡Acaba con ella!.

—¡Quiero ver sangre!.

Las palabras resonaron en la mente de Darek mientras se encontraba atrapado debajo de la multitud. Estaba en un coliseo, donde en el centro se erguía un hombre de la realeza con cabello rubio y una barba del mismo tono, atado a un poste con las manos esposadas detrás de la espalda. A su lado, estaba una mujer también de la realeza, con cabello castaño claro y rizado. Un caballero emergió con una espada, mientras Darek solo podía sacar sus manos de la celda.

—Sus majestades... —Susurró.

—Es imposible. —Murmuró otra persona dentro de la celda.

—Son tus padres. ¿No vas a hacer nada?. —Preguntó Darek.

—Por órdenes del Rey y la Reina, me prohibieron intervenir. —espondió Alexis, quien estaba junto a Darek.

—Son tus padres!. —Exclamó Darek.

—Son órdenes de mis padres. Y un hijo jamás desobedece las órdenes de sus padres. —Susurró Alexis finalmente.

En la oscuridad de su celda, Darek miró hacia atrás, incapaz de discernir nada en la penumbra. De repente, entre las sombras, apareció Alexis, con un ojo vendado, pero su sonrisa amable iluminaba la negrura.

—No nos queda otra opción. —Continuó Alexis.

—No entiendo. —Murmuró Darek, totalmente confundido.

—Somos solo jóvenes de diecisiete años. Es demasiado pronto para comprenderlo. —Susurró Alexis.

—¿Y tu hermano?. —Preguntó Darek.

Alexis guardó silencio, dejando escapar un profundo suspiro. Ambos extendieron sus manos fuera de la celda y se apoyaron en los barrotes, mirando al frente.

En ese momento, el Rey del Reino del Fénix comenzó a ser desatado, y unas lágrimas brotaron de sus ojos mientras extendía la mano hacia la Reina, mostrando su palma abierta.

—No me digas que... —Susurró Alexis.

El Rey continuó extendiendo su mano, de la cual emanaba una luz del color del fuego, generando una ráfaga que lo impulsó hacia su prometida. La Reina, al sentirlo, observó a su prometido con una dulce sonrisa, manteniendo las manos en la espalda mientras contemplaba las lágrimas del Rey. De repente, la mujer se convirtió en cenizas, dispersándose en el aire mientras los gritos del público seguían animando el espectáculo. Cuando el Rey se dio la vuelta, recibió rápidamente un espadazo en el cuello. Alexis y Darek se quedaron horrorizados mientras el príncipe Alexis apretaba con fuerza las celdas.

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